Capítulo 13

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El despertador sonó con suavidad, arrancándome del abrazo reconfortante del sueño con un suspiro resignado. Con los ojos aún entreabiertos, me estiré en la cama, sintiendo cada músculo desperezarse después de una larga noche de descanso reparador. La luz del sol se filtraba por las cortinas, pintando el dormitorio con tonos dorados y cálidos que invitaban a empezar el día con optimismo.

Con paso firme y decidido, me levanté de la cama y me dirigí hacia el armario, donde la ropa limpia esperaba pacientemente su turno para ser utilizada. Escogí con cuidado un conjunto cómodo y práctico, consciente de que el día que se extendía ante mí requeriría estar preparado para cualquier eventualidad. Me encaminé hacia el baño, donde el sonido reconfortante del agua corriendo me recibió con un susurro tranquilizador, como si el propio ambiente estuviera dispuesto a acompañarme en la jornada que se avecinaba.

Me sumergí bajo la cascada de agua tibia, dejando que el calor penetrara en mis músculos cansados y me relajara por completo. Cada gota que caía sobre mi piel parecía llevar consigo el peso de las preocupaciones del día anterior, lavándolas y llevándoselas lejos. Después de unos minutos en la ducha, salí con la piel fresca y rejuvenecida, lista para enfrentar lo que fuera que el destino tuviera preparado para mí.

Al salir del baño, una sorpresa inesperada me aguardaba. Los Duarte ocupaban un rincón del espacio con expresiones serias, como si estuvieran sumidos en una discusión profunda o preocupada por algún asunto importante. La presencia de ellos en mi cuarto a esa hora de la mañana era inusual y me llenaba de curiosidad por descubrir qué era lo que les traía hasta aquí en un día como aquel.

—Lamento lo de anoche— dijo Facundo con sinceridad, su voz suave y llena de remordimiento.

—No tiene importancia— respondí

Sin embargo, la seriedad en los rostros de los Duarte no pasó desapercibida, y pronto comprendí que había algo más en juego. Sus expresiones tensas y el aire de preocupación que los envolvía como una nube ominosa me hicieron detenerme en seco, dejando que una sensación de inquietud se apoderara de mí.

—Necesitamos que nos ayudes con algo importante— intervino Lorenzo.

Lorenzo me entregó el documento con manos temblorosas. Lo tomé con cautela, sintiendo el peso de lo que contenía. Era más que un simple trozo de papel; era la clave para desentrañar un misterio para los Darte. Me sumergí en su contenido con voracidad, mis ojos escudriñando cada palabra como si fueran las piezas de un rompecabezas que finalmente comenzaban a encajar.

—¿Y qué es exactamente lo que quieren saber? — pregunté, mi curiosidad despertando a medida que absorbía la gravedad de la situación.

—Dime todo lo que sepas— agregó Facundo, sus ojos suplicantes reflejando la necesidad desesperada de respuestas.

Tomé una respiración profunda, sopesando mis opciones mientras buscaba en mi mente cualquier pista que pudiera ayudar a los Duarte en su búsqueda.

—No sé mucho, del bajo mundo pero sé quién puede ayudarlos— respondí

Caminé con determinación hacia la puerta, sintiendo cada paso sonar en el suelo. Con un leve crujido, la manija fría se deslizó entre mis dedos mientras extendía la mano para abrirla. La luz del exterior se filtró, iluminando débilmente la estancia y revelando el polvo suspendido en el aire.

Sin embargo, una fuerza inesperada cerró la puerta con un estruendoso golpe. Mi cuerpo se detuvo en seco, y el eco del sonido llenó la habitación. Giré con rapidez, sorprendida, para encontrarme con la mano firme de Facundo sosteniendo la puerta cerrada. Sus ojos, serios y penetrantes, me miraron con intensidad.

LOS DUARTE :EL ORIGEN #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora