LOS DUARTE :EL ORIGEN #1

Capítulo 33

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Aún recuerdo con claridad el día en que regresé a casa y vi a mi padre después de tantos años. Mis emociones eran un torbellino: estaba asustada, llena de miedo por su reacción ante mi larga ausencia y las decisiones que había tomado en mi vida. Sin embargo, cuando lo vi correr hacia mí con los brazos abiertos, todo ese miedo se disipó en un instante. Sentí como si hubiera vuelto a casa después de una larga travesía, encontrando refugio en el abrazo de mi padre.

—Mi pequeña, te he estado buscando por todas partes, fueron las primeras palabras que salieron de su boca cuando finalmente nos encontramos. Yo solo pude bajar la mirada, incapaz de enfrentar su mirada llena de preocupación y expectativas.

—No sabes cuánto lo lamento, papá— murmuré con la voz temblorosa.

Como podía explicarle lo que había ocurrido en mi vida durante su ausencia, pero me sentía atrapada en un torbellino de emociones y arrepentimiento. ¿Cómo podía decirle que había caído en el bajo mundo? ¿Cómo podía decirle que su hija había caído en las redes del amor, solo para descubrir que había sido engañada y manipulada por dos hombres sin escrúpulos? ¿Cómo podía decirle que ahora estaba embarazada, cuando apenas estábamos empezando a arreglar nuestras diferencias? Sentía que cualquier cosa que dijera podría romper la frágil paz que habíamos logrado. Las palabras se atoraban en mi garganta y, aunque sabía que eventualmente tendría que decírselo, el miedo al rechazo y al conflicto me paralizaba.

Me senté en el borde de la cama, mirando fijamente al vacío mientras trataba de ordenar mis pensamientos. Quería encontrar el momento adecuado, las palabras correctas, pero nada parecía lo suficientemente bueno. Respiré hondo, tratando de calmar el torbellino de emociones que se arremolinaban dentro de mí.

Le conté solo una fracción de la verdad, disfrazando los detalles más oscuros para protegerlo de la verdad completa. No podía soportar la idea de que sufriera por mis errores, aunque sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones.

Por otro lado, la tragedia también había tocado a la familia de Hermes. Elara, la madre de Hermes, había encontrado un final trágico a manos de Atlas, cuando descubrió que yo había escapado de su mansión término con su vida. Era un precio demasiado alto, incluso para alguien como ella, y su muerte dejó un vacío doloroso en el corazón de Hermes.

Mi padre, en su infinita compasión, decidió adoptar legalmente a Hermes, brindándole un hogar y una familia cuando más lo necesitaba. Era un gesto noble, pero también marcaba el comienzo de una nueva era para nosotros. Hermes se convirtió en parte de nuestra familia, aunque su presencia estaba siempre teñida de melancolía por la pérdida de su madre.

Mientras tanto, el crecimiento de la vida dentro de mí era un recordatorio constante de mis errores pasados y de las responsabilidades que me esperaban en el futuro. Mi padre, con su sabiduría y amor incondicional, decidió que mi futuro hijo no podía vivir completamente bajo mi cuidado. Sabía que era peligroso para ambos, así que acordamos que solo lo vería en contadas ocasiones, asegurando así su bienestar y protección.

Regresar a la realidad era evidente. El peso del día se acumulaba sobre mis hombros, como si cada minuto trajera consigo una carga adicional de preocupación. El sol, ya ocultándose en el horizonte, arrojaba sus últimos destellos dorados sobre el paisaje, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados que parecían desvanecerse en la oscuridad que se avecinaba. Mis pies, cansados de tanto trajinar, apenas podían sostenerme mientras avanzaba hacia la imponente mansión. El sendero de gravilla crujía bajo mis pasos, una melodía monótona que resonaba en mis oídos, recordándome el agotador día que había dejado atrás. El viento susurraba entre los árboles, llevando consigo el aroma fresco de la vegetación circundante, pero ni siquiera esa brisa primaveral podía aliviar la tensión que sentía en el aire.