Cap #1: Celos uwU

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Gran Colombia, mejor conocida como Nueva Granada, o simplemente Granada, estaba corriendo por los bosques. En esos tiempos, aún los españoles no habían llegado a América. Granada corría con sus "amigos" mientras su madre cuidaba de sus dos hermanos menores. Mientras jugaban, Granada decidió proponer un juego de escondidas. Todos sus "amigos" se escondieron, dejando a Granada contar. Contó hasta 100 y empezó a buscar. Pasaban las horas y Granada no encontraba a ninguno de sus "amigos". Se hizo de noche y Granada tuvo que refugiarse por los animales. Cuando escuchó que un oso estaba cerca, Granada, sin pensarlo, corrió lejos, pensando que el oso no lo perseguiría, pero estaba equivocado. El oso corrió tras él. Granada corría lo más rápido posible; ya se había adentrado demasiado en el bosque, estaba lejos de su hogar.

La luna brillaba débilmente a través de las ramas, proporcionando poca luz para guiarlo. Sus pies se enredaban en las raíces y la maleza, pero el miedo le daba fuerzas para seguir corriendo. El rugido del oso resonaba en sus oídos, impulsándolo a correr aún más rápido. De repente, Granada tropezó y cayó al suelo. Sentía su corazón latir con fuerza y sus pulmones ardían por el esfuerzo.

Miró a su alrededor, desesperado por encontrar un lugar donde esconderse. A lo lejos, distinguió una pequeña cueva entre las rocas. Sin otra opción, se levantó y corrió hacia ella, rezando para que el oso no lo siguiera hasta allí. Se deslizó en la cueva y se acurrucó en la oscuridad, tratando de controlar su respiración.

El oso llegó a la entrada de la cueva, olfateando el aire. Granada contuvo la respiración, esperando que el animal no lo encontrara. Después de lo que pareció una eternidad, el oso se dio la vuelta y se alejó, dejando a Granada solo en la oscuridad. Respiró aliviado, pero sabía que no podía quedarse allí mucho tiempo. Necesitaba encontrar el camino de regreso a su hogar.

Granada salió de la cueva con cautela, sus ojos tratando de adaptarse a la oscuridad de la noche. Siguió un sendero que esperaba lo llevara de vuelta. Caminó durante horas, sus pensamientos divididos entre el miedo y la esperanza. Justo cuando empezaba a perder la esperanza, vio una luz a lo lejos. Con renovada determinación, se dirigió hacia ella.

La luz provenía de una pequeña cabaña. Granada se acercó y golpeó la puerta, esperando que alguien le abriera. La puerta se abrió lentamente y una anciana lo miró con ojos amables.

—¿Qué haces aquí a estas horas, niño? —preguntó la anciana.

—Me he perdido en el bosque y hay un oso que me persigue —dijo Granada, con la voz temblorosa.

La anciana lo hizo entrar y le ofreció algo de comer y beber. Granada aceptó agradecido. Mientras se calentaba junto al fuego, la anciana le contó historias sobre el bosque y las criaturas que lo habitaban. Le prometió que al amanecer lo ayudaría a encontrar el camino de regreso a su hogar.

Granada se quedó dormido escuchando las suaves palabras de la anciana. A la mañana siguiente, con la luz del sol, la anciana lo guió por un sendero oculto que lo llevó de vuelta a su aldea. Al llegar, Granada fue recibido con abrazos y lágrimas de alivio por su madre y hermanos. Había aprendido una valiosa lección sobre el peligro del bosque, pero también sobre la bondad de los extraños.

Desde aquel día, Granada nunca más se alejó tanto de su hogar y siempre recordaba con gratitud a la anciana que lo ayudó a encontrar el camino de regreso.
Granada estaba sentado cerca de su hermana menor, Confederación Peru-Boliviana, a quien cariñosamente llamaban Bolivia. Ella estaba concentrada en sus dibujos, mientras Nueva, el hermano del medio, se acercó para ver qué estaba haciendo. Bolivia estaba dibujando algo con gran entusiasmo, y Nueva no tardó en darse cuenta de que se trataba de la chica que le gustaba a Granada.

¡Independencia!?Where stories live. Discover now