Cap #3: durmiendo juntos 7w7

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Río se despertó de nuevo a la medianoche. La habitación estaba en completa oscuridad, apenas iluminada por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de la ventana. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Granada seguía abrazándolo, con su cabeza apoyada en su pecho. Río sintió un calor familiar en su rostro mientras se sonrojaba ligeramente. No quería moverse por temor a despertar a Granada y romper el momento.

Río observó el rostro pacífico de su amigo mientras dormía, sintiendo una mezcla de ternura y confusión. La cercanía de Granada era reconfortante, y aunque sus sentimientos eran complicados, Río se dio cuenta de que, en ese momento, solo quería proteger esa paz.

Intentando mantener la calma, Río respiró profundamente y dejó que su cuerpo se relajara. Lentamente, posó una mano sobre el hombro de Granada, devolviéndole el abrazo con suavidad. El ritmo constante del corazón de Granada, junto con su respiración tranquila, ayudó a Río a encontrar un poco de serenidad en medio de sus pensamientos tumultuosos.
La noche transcurría en silencio, y Río se permitió disfrutar del contacto, abrazando a Granada con más firmeza, pero aún con cuidado de no despertarlo. Sentía que, por primera vez, estaba en el lugar correcto, en el momento correcto, aunque no supiera exactamente qué significaba todo aquello.

Cerró los ojos de nuevo, permitiendo que la calma de la noche lo envolviera. Mientras el sueño volvía a ganarle, Río se dio cuenta de que, a pesar de la confusión y los celos, estar al lado de Granada le daba una sensación de pertenencia y tranquilidad que no había sentido en mucho tiempo. Y con ese pensamiento, se sumió en un sueño profundo, sintiendo que tal vez, solo tal vez, todo encontraría su lugar a su debido tiempo.

Río, sintiendo la calidez del momento y queriendo profundizar la conexión, decidió seguir su impulso. Con cuidado, deslizó su cabeza hacia el hombro de Granada, buscando más cercanía. La piel de su amigo era suave y cálida, y el contacto le dio una sensación de seguridad que le era nueva pero reconfortante.

A medida que se acomodaba, Río rodeó con su brazo la cadera de Granada, abrazándolo de manera más firme y protectora. Sentía el latido del corazón de su amigo y el ritmo de su respiración, lo cual lo tranquilizó. Era como si, en ese abrazo, todas las dudas y los miedos se desvanecieran momentáneamente.

Granada, aún dormido, se acurrucó más cerca de Río, adaptándose inconscientemente a la nueva posición. Su respiración se mantuvo constante y profunda, indicándole a Río que no se había despertado. Río sonrió suavemente, sintiendo una mezcla de felicidad y paz.

La noche continuaba, y el mundo exterior parecía lejano e irrelevante. En ese pequeño espacio compartido, Río encontró un refugio en los brazos de Granada. Mientras el sueño volvía a envolverlo, sus pensamientos se tornaron más serenos. Sentía que, en ese abrazo, había algo verdadero y puro, algo que valía la pena proteger y entender.

Finalmente, Río se dejó llevar por el sueño, con la cabeza apoyada en el hombro de Granada y el brazo alrededor de su cadera, abrazándolo como si quisiera conservar ese momento para siempre. Y así, los dos amigos dormían, entrelazados en un abrazo que decía más de lo que las palabras podían expresar.

¡Independencia!?Where stories live. Discover now