Más tarde, ya eran las 3 a.m., y todos se habían quedado despiertos, habiéndose bebido unos tragos porque eran rebeldes. Todos estaban ebrios, excepto Granada, Centro y los dos pequeños, que ya se habían dormido hace seis horas. Centro llevó a España y Ess a su habitación, ya que con Río hacían desmadre.
Río, al ver que los demás se habían ido, se acercó mucho a Granada. Sus pasos eran inestables, y sus ojos, normalmente llenos de vida, estaban ahora pesados y vidriosos por el alcohol. Sin embargo, había una intensidad en su mirada, una mezcla de deseo y vulnerabilidad que Granada no había visto antes.
—Granada... —dijo Río, su voz un poco arrastrada—. ¿Sabes que... eres increíble? Siempre has sido mi mejor amigo, pero... siento que hay algo más.
Granada se sonrojó, tratando de mantener la calma mientras sentía la proximidad de Río. El aroma del alcohol era fuerte, pero también lo era el calor que emanaba de su cuerpo.
—Río, creo que deberías descansar —respondió Granada suavemente, intentando desviar la situación—. Has bebido demasiado.
Río negó con la cabeza, su expresión se tornó seria.
—No, Granada. Necesito decirte esto —insistió, sus ojos fijos en los de Granada—. Desde que éramos pequeños, siempre has sido mi persona favorita. Y últimamente... siento algo más que solo amistad.
Granada, sin saber cómo responder, se quedó en silencio. Las palabras de Río resonaban en su mente, mezcladas con la confusión y el calor de la situación.
Río, aprovechando el silencio, se acercó aún más. Sus rostros estaban ahora tan cerca que podían sentir la respiración del otro. Lentamente, con torpeza y decisión, Río inclinó su cabeza, acercándose para besar a Granada.
Granada, sintiendo el peso del momento y la sinceridad en los ojos de Río, no se apartó. En su lugar, cerró los ojos y permitió que el beso sucediera. Fue un beso suave y tembloroso, lleno de emociones reprimidas y de un cariño profundo.
Cuando se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus corazones latiendo al unísono.
—Río... —susurró Granada, sin saber qué más decir.
Río sonrió, una sonrisa genuina y cálida a pesar del estado en el que se encontraba.
—No tienes que decir nada ahora, Granada. Solo... quería que lo supieras.
Granada asintió, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. A pesar de todo, en ese momento, se sintió más cerca de Río que nunca.
—Vamos, Río. Necesitas descansar —dijo finalmente, tomando a Río de la mano y guiándolo hacia su cama.
Ambos se acostaron, esta vez sin palabras, pero con una nueva comprensión entre ellos. Río, agotado por el alcohol y las emociones, se quedó dormido rápidamente, mientras Granada permanecía despierto un rato más, reflexionando sobre lo que había pasado.
A pesar de la confusión y las preguntas sin respuesta, una cosa estaba clara para Granada: su vínculo con Río había cambiado, y estaban dispuestos a descubrir juntos lo que el futuro les deparaba..
A la mañana siguiente, Granada se despertó confuso. Al principio, pensó que lo que había sucedido la noche anterior con Río había sido solo un sueño provocado por el ambiente y las bebidas. Observó a su alrededor y notó la tranquilidad en la habitación, lo que le hizo creer aún más que todo había sido producto de su imaginación.
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¡Independencia!?
Randomtrata ehh... sobre los antiguos paises de latinoamerica, los cuales eh no se XD