Mile Romsaithong, con un Doctorado en Bioquímica,
¿Sería capaz de rendirse a su magistral seducción?
En la televisión, el Doctor Mile Romsaithong enseñaba la ciencia de la atracción.
Ahora, ese Genio millonario quería emplear sus conocimientos con...
¿Sería capaz de rendirse a su magistral seducción? En la televisión, el Doctor Mile Romsaithong enseñaba la ciencia de la atracción, Ahora, ese Genio millonario quería emplear sus conocimientos con su Mejor amigo, El Doncel El Doctor Nattawin Wattanagitiphat. Su teoría era que un solo beso apagaría la chispa que había entre ellos y que le impedía concentrarse. La realidad demostró ser más excitante que cualquier fantasía, hasta que se enteró de que Nattawin Wattanagitiphat esperaba un hijo. .... Nattawin debía distanciarse de él o arriesgarse a perder su amistad, además de su Empresa de cosmética, pero había cosas por las que merecía la pena arriesgarse…
Ironías de la vida, Mile Romsaithong, con un Doctorado en Bioquímica, tenía un problema de química que no sabía solucionar. Ningún dato de su tesis Doctoral le proporcionaba una pista para resolver aquel rompecabezas. Nada de lo que había investigado para su programa de televisión, La ciencia de la seducción, le ofrecía ni siquiera un indicio. Ni tampoco el trabajo que había realizado para demostrar la eficacia de los modelos de la Química cuántica en el análisis de las proteínas, por el que había estado a punto de ganar el Nobel.
Mile estaba más que frustrado por la falta de progreso en descifrar el problema que le suponía El Doctor Nattawin Wattanagitiphat. Hacía diez años que eran amigos. El era el patrón por el que juzgaba a los demás mujere y donceles, lo que implicaba que lo irritaba mucho no encontrar a ningun tan hermoso ni tan inteligente como Nattawin. El le convencía en todos los aspectos positivos. O más bien negativos, porque eran amigos. Su relación con Nattawin era una constante en su vida, lo único con lo que contaba. Había entre ellos un vínculo sagrado que valoraba y que no quería romper. Mile se había convencido de que el único motivo de que sintiera aquello por Nattawin era que no podía conseguirlo. Era indudable que si trataban de que su relación subiera al siguiente nivel, fracasarían.
En cuanto él hubiera probado el fruto prohibido, Nattawin perdería todo su atractivo. No volvería a pensar en el de ese modo. El problema era que, después de haber empezado a imaginar lo delicioso que sería ese fruto, era incapaz de dejar de hacerlo.
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