🧪 Capitulo 👨‍🔬47

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Abatido y sintiéndose impotente para cambiar de actitud, Nattawin se sentó al escritorio y leyó algunos correos electrónicos sin ningún entusiasmo. La FDA aún no les había comunicado nada sobre las nuevas
muestras. Crear algo nuevo en el laboratorio había perdido su atractivo.

Bastante se estaba creando ya en su vientre.
Pensarlo la animó un poco. Daba igual que sus amigas no estuvieran con el. Ese hijo sería su familia. Siempre. Sería solo suyo y no se alejaría de ella para ir a otra ciudad u otro empleo ni para tener otra relación.
Rompió a llorar. El embarazo lo estaba haciendo polvo. O tal vez solo magnificaba la realidad de haber perdido a su mejor amigo por un hijo que había concebido con la mejor intención.

Un Doncel con una mente analítica y nula capacidad para entender sus sentimientos tenía que crear
sus propios vínculos. Se sonó la nariz y, cuando alzó la vista, en el umbral se hallaba el hombre al que no creía que volvería a ver.

-Mile!!!

Hasta decir su nombre le dolía. Le salió la voz ronca porque tenía las cuerdas vocales doloridas por los vómitos y por pasarse las noches Llorando hasta las tres de la madrugada. Parpadeó, pero él seguía allí,
observándolo con ojos tiernos, totalmente distintos a los de la última vez que se habían visto.

-¿Puedo entrar? -preguntó él

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-¿Puedo entrar? -preguntó él. Nattawin asintió y él cerró la puerta y se apoyó en ella.

Nattawin se fijó en todos los detalles con avidez

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Nattawin se fijó en todos los detalles con avidez. Tenía arrugas nuevas en torno a la boca, ¿por el desfase horario o porque él también se sentía desgraciado, no podía dormir ni funcionar sin un punto de apoyo en la
vida?

-De todas las ciudades en que podrías estar, no me esperaba que fuera esta -dijo Nattawin y casi le salió sin amargura.

Él asintió y el cabello se le desplazó con el gesto porque necesitaba cortarse el pelo, pero probablemente estaría muy ocupado recorriendo el mundo para hacerlo.

-He vendido la casa de Los Ángeles.

A Nattawin se le aceleró el pulso.

-¿Cómo? ¿Por qué? ¿Has dejado de hacer el programa?


-No, ahora rodamos en Zúrich -se cruzó de brazos y lo observó, a su vez, con detenimiento-. ¿Cómo estás? ¿Y el bebé?


Nattawin rio sin alegría.


-Sigue aquí dentro y sin un padre aceptable.


-¿Y si pudiera tenerlo? ¿Y si te dijera que quiero ser el padre?.


Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, cargadas de promesas.


-¿De qué hablas? Eres un científico estupendo, pero la terapia de sustitución genética es experimental, y solo aplicable en caso de enfermedad. No va a eliminar a Tomas Cardoza de mi hijo.


Nattawin tampoco lo haría, aunque fuera posible. Lo quería tal como era, Era una decisión que había tomado y que Dante no podía aceptar, y ambos Tendrían que acostumbrarse a ello, por muy duro que fuera volver a verlo, Tenerlo en el despacho, poder tocarlo.


Él negó con la cabeza.


-No es eso lo que digo. No quiero cambiar nada de la situación, sino aceptarla.


Sobresaltado, lo miró a los ojos de mile y se quedó sin respiración porque algo había cambiado en ellos. No sabía el qué, pero ya no parecía que la habitación se hubiera quedado sin oxígeno porque él lo hubiera absorbido al entrar.


-¿Aceptarla? -eso parecía implicar que había vuelto a analizarlo y que estaba allí para decirle que había cambiado de opinión sobre ellos.


Pero ¿con qué fin? ¿Quería que volvieran a ser amigos?, ¿amantes hasta Que volviera a Suiza?.

- ¿En qué sentido?


Él cruzó el despacho. Rodeó el escritorio y se detuvo cerca de el como si no estuviera seguro de que quisiera que lo tocara, aunque Nattawin deseaba que lo tomara en los brazos para que, en ellos, desapareciera la oscuridad interior que le había dejado.


-Al cien por cien -contestó él con voz ronca y se apoyó en el escritorio. Tú, el bebé, nosotros, el amor.


No sé si me he expresado con claridad.


Algo revivió en el pecho de Nattawin que casi hizo desaparecer todo lo demás. Pero no completamente, porque las cosas no eran tan fáciles, sobre


todo cuando no se podían cuantificar. Se había vuelto muy precavido.

-Te marchaste, mile. Te dije que te quería y me lo echaste en cara, No te haces idea de lo difícil que me resultó decírtelo, cuando ni siquiera yo lo entendía.


Mile se lo tomó con calma y sin inmutarse, y eso fue lo que derrumbó la barrera. Entrelazó los dedos con los de el y le tiró de la mano para colocarla entres sus muslos, lo cual a Nattawin, hambriento de su Cuerpo, le encantó.


-Creía que estaba haciendo lo correcto para los dos. Intenté que pareciera que la culpa la tenía Cardoza, pero se trataba de mis fallos e Inseguridades. De mi pasado. El problema es que yo tampoco entiendo el amor, como es evidente -lo miró a los ojos-. ¿Me dejas que te lo explique?......

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