El frío de la noche me abraza. En lo alto una lluvia de estrellas son testigos de nuestro encuentro. Todas a la espera del veredicto final.
Llego al lago y suspiro con nerviosismo. Junto a la camioneta hay una pequeña fogata, y arrinconada en ella, Kiki remueve los troncos con expresión ausente.
Sonrío y la abrazo desde atrás, dejando un beso en su cuello.
-¿Esperas a alguien? -susurro con voz melosa
kiki ríe y me jala de los hombros, haciéndome caer en sus piernas. Sonrio y nos miramos. Mi corazón late desbocado, y siento que no puedo estar más feliz de verla.
-Ese alguien ya ha llegado
-Que chica tan afortunada es ella
-Afortunada yo de tenerla
Trago con fuerza. No, una Kiki cursi es más letal que una erótica. No puedo permitirme entrar tan afondo, no esta noche.
No cuando no hay posibilidades
Me levanto y me acomodo a su lado, intentando romper el ambiente.
-¿Y esto?
-¿Recuerdas cuando éramos niñas? Siempre quisiste comer malvaviscos dorados en una hoguera
-Si, nunca tuvimos la oportunidad
Kiki agita una bolsa llena del dichoso caramelo y sonríe juguetona.
-Hasta ahora
La abre y toma un par de baritas donde inserta un malvavisco en cada extremo y me entrega uno.
-¿Y el cachorro?
-Alex cuidará de él -río al recordar al pequeño- le ha encantado... MacRisas es un amor
-¿MacRisas?
-Asi le he puesto... ¿Te...? ¿Te gusta?
-Todo lo que elijas me gustará -hace una mueca- todo a excepción de tu prometido
Rio porque de lo contrario llorare y no es el momento para ablandarme.
Ambas azamos malvaviscos mientras hablamos de temas triviales y mis problemas desaparecen. Con ella cerca ningún problema existe... solo ella.
Un rato después subimos a la parte trasera de la camioneta. Hay mantas y almohadas, y en los bordes del coche un par de veladoras.
¿Romántico? No, es algo común entre amigas... ¿verdad?
Ambas miramos el cielo estrellado. Recostadas entre las mantas. Solas. Estar entre los brazos de Kiki es simplemente perfecto. Puedo sentir los pausados latidos de su corazón, y son como música para mis oídos. Viviría así eternamente.
Y es entonces que me doy cuenta que no quiero perderla. No quiero estar sin ella. Y el nudo en mi pecho se agranda.
-Kiki
-¿Si Vivi?
Sé que lo que le pediré a continuación solo hará la despedida más difícil para ambas. Pero lo necesito. La necesito a ella...
-Acariciame... -susurro con un hilo de voz. Nos miramos y siento que me rompere en cualquier momento- Hazme sentir, Kiki... quiero ser tuya
No responde. Se sube sobre mi y aparta un mechón de pelo de mi rostro. Su mano acaricia mi mejilla y cierro los ojos por el suave toque de terciopelo.
-¿Estas segura Vivi?
Los abro y noto la duda impresa en sus ojos cafés.
-Hazme el amor Kiki -me inclino y le doy un pequeño beso- y permíteme hacértelo a ti...