Capítulo 12

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                         AUGUST

Lo hice, no se porqué pero solo sentí la necesidad de matarla. La dejé caer en le borde de la piscina, no dejaría que nadie viera el cuerpo pero siempre sale algo mal.

Y ahí estaban, Elara y Ethan jodiendo mis planes como de costumbre, ya no me sorprendía que estuvieran metiendo las narices donde no deberían.

Ethan vio el cuerpo, eso quiere decir que es un testigo que no forma parte de la familia, el va a morir. El no puede morir, es el mejor amigo de Emily y eso la hará sufrir.

Debo impedir que le pasé algo.

Traté de irme a mi habitación pero me encontré a Elara en el pasillo, su mirada hacía mi lo dijo todo en ese momento. Fui más hábil que ella y la pegué a la pared.

—Ni se te ocurra reclamar algo Elara, eres la menos indicada para reclamar sobre estas cosas o ¿quieres que te recuerde algunas cosas que quizás hayas olvidado?—sonreí —como por ejemplo lo que pasó con Max.

Su cara se tornó completamente pálida, y obviamente no era por el agarré al cuello sino por mencionar ese nombre.

Obviamente yo sabía lo que significaba para ella volver a escuchar ese nombre después de un año.

Sonreí y la liberé de mi agarre, di un paso hacia atrás y la mire a los ojos que aún se notaban confundidos.

—No pasará nada, absolutamente nada con esto y mis padres no se enterarán¿quedo claro?

Ella asintió temblorosa y yo me sumergí en el oscuro pasillo en dirección a mi habitación.

                               ELARA

Ese nombre, el nombre que no escuchaba pronunciar hace un año pero que recordaba cada noche.

Fue como una vala directa al corazón y August lo sabía mejor que nadie.

¿Acaso ese es mi hermano?

No lo podía creer cómo utilizó mi dolor para beneficiarse y chantajearme con eso. Lo vi desaparecer por el pasillo y yo me quedé ahí con los ojos llenos de lágrimas sumergida en aquel recuerdo.

—Te amo Elara.—sonrió con aquella sonrisa que me hacía sentir mariposas en el estómago.

—Me amas sabiendo que soy un monstruo.

—Los monstruos también tienen derecho a ser amados y por eso te amo como nadie en este mundo lo hará.—se acerco lentamente a mi y me besó.

Lágrimas corrían por mí mejilla una tras otra como si no tuvieran intención de parar nunca. Mi corazón latía rápidamente y comencé a sentir que faltaba mi respiración.

Cada cosa que me sucedía me recordaba a el, el era el único que podía calmar mis ataques de pánico repentinos.

—No puedo respirar Max no puedo, voy a morir, voy a morir.—comencé a llorar.

—Respira conmigo, trata de calmarte no vas a morir.

—No...no puedo me falta el aire no puede respirar.

—Toma aire, venga hazlo conmigo.—puso su mano en mi hombro.

Hice lo que me pidió y realmente se sentía que me estaba calmando.

Maldición AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora