La situación cuando llegamos a la mansión no fue muy favorable; parecíamos corderos en el matadero y Carligh estaba más demente que nunca. No tomó nada bien el final de Iturra y su suicidio, especialmente con Félix, que estaba en su primera misión y ya había fracasado. Le comentamos que Iturra, antes de morir, había mencionado a la familia Cáceres. Yo, como siempre, fingí demencia y asegure no saber nada sobre esa familia.
Carligh, por supuesto no se tragó mi actuación, nos observaba con esa mezcla de desdén y diversión que solo un verdadero psicópata podría manejar. Javier temblaba como si fuera a desplomarse en cualquier momento, mientras Félix parecía estar a punto de desmayarse de la ansiedad. Yo me mantuve de pie, con las manos en los bolsillos, tratando de ignorar el dolor punzante en mi estómago.
—Ah, qué maravilla, parece que Iturra decidió quitarse del medio de una manera espectacular —comentó Carligh con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Y ustedes tres, son un fracaso — murmuró el alfa, girando hacia su bar para servirse un trago.
Félix se encogía como un niño, moviendo las manos nerviosamente, intentó balbucear una explicación, pero una botella voló cerca de su cabeza, estrellándose contra la pared. Carligh ni siquiera se molestó en mirarnos mientras lanzaba su ataque de rabia. Varias veces había visto a este demente lanzar botellas finas cuando se le zafaban los tornillos de la cabeza.
—¿Les dije a alguno de ustedes que hablara? —gruñó, mirando a Héctor, quien permanecía en la esquina observando todo con tranquilidad.
—Claro que no, señor Carligh —respondió Héctor con su típico tono tranquilo, sus ojos negros me miraron por un momento fugaz.
—¿Y a quién se le ocurrió la brillante idea de dejar que Iturra se suicidara? —preguntó, sus ojos clavados en nosotros.
—No es nuestra culpa que Iturra tuviera tendencias suicidas —solté con sarcasmo, alzando una ceja. —Además, mencionó algo sobre "la familia Cáceres" antes de morir. Pero supongo que eso no te importa tanto como romper botellas finas.
Carligh me miró con esa sonrisa que hacía que se me revolviera el estómago, pero yo mantuve mi expresión desafiante.
—La familia Cáceres, ¿eh? —murmuró Carligh, ignorando mi provocación—. Bueno, al menos tenemos algo en qué enfocarnos.
El silencio que siguió fue sofocante, con Javier y Félix temblando aún más. Decidí aprovechar la oportunidad.
— Así que, si no te importa, ¿podemos irnos a dormir? No sé tú, pero yo prefiero enfrentarme a la familia Cáceres después de una buena noche de sueño —añadí con una sonrisa irónica.
Carligh se rió suavemente, como si disfrutara de mi insolencia. Finalmente, se volvió hacia Félix y Javier, dejando que su mirada helada descansará en ellos.
—Espero que la próxima vez no me decepcionen, porque si lo hacen, no tendré la misma paciencia. —Advirtió, su voz goteando veneno
Javier y Félix asintieron nerviosamente, claramente aliviados de que Carligh no estuviera desatando su ira completa en ese momento.
—Ahora váyanse ustedes dos —ordenó Carligh con un gesto de la mano hacia la puerta— Teo, quédate un momento —Dijo con voz suave, aunque era evidente su amenaza.
Javier y Félix se apresuraron a salir de la oficina, suspirando aliviados al escapar de la presencia amenazante de Carligh. Dejándome solo con el alfa psicópata.
Carligh se acomodó en su sillón, su mirada fría y calculadora explorando cada rincón de mi rostro.
Yo mantenía mi expresión indiferente aunque por dentro mi mente corría a mil por hora, anticipando lo que podría venir después. No podía evitar tensar más mi cuerpo, sintiendo que me dolía hasta el cabello. Hasta que, por fin, desvía la mirada hacia el moreno.
ESTÁS LEYENDO
Laberinto de Estocolmo (Omegaverse)
Fiction généraleUna historia contada desde la visión de Teo, un joven omega de personalidad dura, y que trabaja en una pequeña tienda de abarrotes en un barrio conflictivo. Él vive una vida marcada por la pobreza y la violencia, con una madre drogadicta y un padras...