Capítulo 23: Informante.

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Narrador omnisciente-:

La únicas almas en aquel barrio de hedor nauseabundo que merecían compasión y piedad, eran los niños malnutridos que jugaban en las calles de tierra, aquellos acostumbrados a vivir entre chapas de metal y paredes de madera, y si alguno tenía el suficiente lujo, de ladrillo. Estos pequeños, con sus rostros sucios y ropas raídas, corrían con sus zapatos rotos tras aquella pelota llena de parches, ajenos por esos instantes a la dureza de su entorno.

La mayoría de las casas estaban habitadas por prostitutas, delincuentes,  consumidores de drogas, entre otras personas de bajos recursos que rondaban la zona.  En esas moradas precarias el negocio de la venta ilegal de drogas estaba en aumento ya que la policía corrompida por el dinero, evitaba aventurarse entre ese nido de miseria,  dejando a los traficantes operar con relativa impunidad, era un lugar seguro para mantener el negocio a flote sin que nadie los molestará.

Escondido entre paredes de telas, un hombre armado arrastraba en un agarre brusco a una joven omega, hasta llegar a un despacho de lujo, el contraste entre este refinado escondite y el exterior degradado era abrumador.

— ¡Camina maldita puta! — le gritó el hombre, la muchacha, con el rostro pálido y lleno de miedo, cayó de rodillas frente al enorme escritorio, suplicando desesperadamente.

—¡Puedo ser útil, lo juro! —gritó la omega, su voz quebrada por el pánico y el terror que sentía en esos momentos.

Una alfa de figura llamativa, cabello castaño y ojos negros, digna de miradas tanto de omegas como de betas, e inclusive alfas; se encontraba sentada en un sillón de cuero, sosteniendo un vaso de whisky. Su presencia emanaba elegancia, autoridad, respeto y peligro. 

La observó con una sonrisa ladeada, disfrutando del nuevo espectáculo; ella se inclinó hacia adelante,  tomando un sorbo de su bebida antes de responder.

—¿En qué? —preguntó con voz suave pero lo suficiente arrogante, le estudiaba el rostro a la omega con curiosidad y desprecio.

Desde el suelo tragó saliva, sus manos temblaban presa del pánico ante la presencia de aquella alfa.

—Puedo escabullirme en el prostíbulo que antes era del "Dentista". Ahora hay un nuevo dueño, y puedo conseguir información. — dijo con algo de temor, y temblando un poco.

La líder se echó a reír, un sonido frío y cruel. Se levantó y, con su hermosa figura, dio pasos calculados y premeditados alrededor de la joven.

—Con lo fea que eres, a Bianca solo le darás asco—  su sonrisa se transformaba en una mueca de burla.  Hizo un ademán a su hombre, el subordinado agarró a la joven por el brazo y comenzó a arrastrarla fuera del despacho, la joven suplicaba por piedad pero cada vez sus gritos se hacían más lejanos.

Ella volvió a su sillón suspirando, dejando caer su peso en el cuero.

—Todos son inútiles —murmuró para sí misma, girando el vaso entre sus dedos largos y bien cuidados, levantando la vista justo cuando un joven alto entraba a la oficina, sus pasos seguros resonaban en el suelo de mármol.

—Dime que me traes buenas noticias —dijo la mujer, su tono cambiando a uno más interesado.

El joven se acercó, sacando varias fotos de su chaqueta de cuero gastada, colocándolas sobre la mesa frente a ella.

—Uno de nuestros hombres logró sacar estas fotos — extendiendo las fotos hacia la mujer..

La alfa las tomó, examinándolas con detenimiento, mostraban un hospital clandestino, desmoronado y sombrío. En una de las imágenes, se veía a la mano derecha de Carligh, entrando y saliendo del lugar, hasta que en la última foto aparecía acompañado de un niño. En ellas solo se visualizaba la espalda del joven de pelo negro, con clara visibilidad de su baja estatura.

Laberinto de Estocolmo (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora