Hace 7 años.
Pov: Carligh.-
Bianca observaba con lascivia y obsesión al joven de cabello negro y moreno, que había ido a buscar más tragos para ella.
—Creí que nunca caerías tan bajo para enamorarte. Los omegas son sólo juguetes sexuales —le dije con burla a la sexy italiana a mi lado.
—Ay, caro mio —respondió con una sonrisa—, el día que menos lo esperes, alguien vendrá y te arrebatará el corazón. ¿Y sabes qué será lo más divertido de ver?
—¿Qué cosa? —pregunté, con curiosidad fingida mientras tomaba otro sorbo de whisky.
—Verte suplicar con desesperación por el amor de uno de tus juguetes. —Dijo con una sonrisa llena de picardía y malicia.
—¿Suplicar, dices? —reí con desprecio, levantando el vaso de whisky y dejándolo descansar en mis labios—. Lo dudo. Los juguetes, como tú bien dices, están ahí para ser disfrutados, no para ser añorados.
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POV: Teo.-
Han pasado exactamente tres días desde que ese bastardo me destrozó la cara, dejándome listo para protagonizar "El Jorobado de Notre Dame" sin casting. He pensado en mil formas de como vengarme de ese maldito y cada una es mejor que la anterior, ese infeliz está en el sótano, indefenso. La idea de ir a golpearlo más me daría toda la satisfacción que necesito.
Ahora mismo estoy tirado en el sofá de la oficina de Carligh, con un libro en las manos. Estos últimos días, el alfa me ha arrastrado con él a todas partes, como si yo fuera una bomba de tiempo que necesitaba proteger.
Carligh está frente a mí, sumido en sus documentos, que a mi opinión, parecen importantes, dado el ceño fruncido que tiene. A su lado, su abogado, un beta que se cree el dueño del mundo por representar a casi la mitad de narcos del país, los mantiene bien protegidos de la ley. El tipo siempre trae un asistente nuevo cada vez que lo veo; ahora la nueva "adquisición" es un chico castaño, con lentes y una cara de trauma, que probablemente se está replanteando todas sus decisiones de carrera universitaria mientras se rodea de criminales.
El chico me mira de reojo de vez en cuando, intentando disimular su nerviosismo, como si yo fuera a hacerle algo. Lo ignoro descaradamente, manteniendo mi atención en el libro que Héctor me regaló después de que bailaran salsa en mi cara.
—Señor Carligh, aquí tiene el último documento para que lo firme. En un mes le traeré los nuevos papeles para renovar los contratos —comentó el abogado, ajustándose el traje con esa pose de suficiencia. Volteé mi rostro a ver a Carligh, quien negó con la cabeza.
—Un mes es demasiado tiempo, quiero esos contratos listos en menos de dos semanas. Además, termina el contrato con Antonio Díaz; ese imbécil solo me trae dolores de cabeza. Sus putas se consumen toda la droga y ni siquiera pagan —ordenó Carligh mientras se levantaba para servirse una copa de vino.
El abogado, evidentemente más nervioso que de lo habitual, se atrevió a contestar:
—Señor Carligh, Antonio estará muy molesto. El Salón Ébano depende de los ingresos que recibe de usted. Podría actuar en su contra si decide terminar el contrato.
Al escuchar eso, Carligh frunció el ceño, y supe de inmediato que la cosa se iba a poner interesante. Baje el libro, porque no me iba a perder el espectáculo.
—¿Acaso te pedí tu maldita opinión? —dijo el alfa con tono amenazante— ¿Me estás diciendo, que alguien tan patético como "Toni" va a atreverse a meterse con el clan? Maté al maldito del Dentista por tocar algo mío. No me temblaría la mano por volarle la cabeza a ese idiota, incluso si ese pensamiento pasará por su estúpida cabeza —declaró mientras se acercaba lentamente al abogado, quien ya empezaba a sudar frío como si estuviera en un sauna.
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Laberinto de Estocolmo (Omegaverse)
Ficción GeneralUna historia contada desde la visión de Teo, un joven omega de personalidad dura, y que trabaja en una pequeña tienda de abarrotes en un barrio conflictivo. Él vive una vida marcada por la pobreza y la violencia, con una madre drogadicta y un padras...