—Quítate la ropa —es lo primero que me ordena el alfa cuando entro a su habitación, aun tenia sueño, apenas llegamos a la casa me arrastró a su alcoba.
—¿Quieres follar?, ni siquiera me he bañado y me duele el cuerpo.
—No, hoy no quiero hacerlo, solo te quiero ver desnudo.
—¿Te excita ver mi cuerpo todo golpeado? —Pregunté, al mismo tiempo que empezaba a quitarme la ropa.
—Tú por completo me excitas mucho —me dice, con ese tono ronco que me envió escalofríos por la espina dorsal, pidiendo que me acerque a él con su mano.
Yo me acerqué de forma dócil, estaba lo suficientemente cansado para no querer responder. Me posicioné al frente de él, y comenzó a acariciar levemente mi cabello.
—Desde la primera vez que te vi me excitaste, no todos los días me encuentro con un niño rebelde matando a mis hombres, me cautivo de sobremanera, fui yo mismo a ver la situación, y para mi sorpresa veo a un pequeño omega desnutrido y sucio, con una mirada dispuesta a matar a quien sea. Me cautivó aún más —Carligh da una pequeña risa, y continúa con su monólogo .
—Creí vagamente que te quebrarías cuando te metieron al auto, todos gritan y piden piedad, pero al momento que te quitaron la capucha, me miraste con esa intensa mirada asesina, tus ojos azules penetrantes en los míos, me calentaste demasiado. Para decirme: "Teo Silva, tu nuevo enemigo..." quitándome el cigarro de mis labios y llevándolo a los tuyos para aspirarlo. Con eso, supe enseguida que serás siempre mío y que algún día podría domarte.
Me quedé en silencio, su memoria sí que era buena, sorprendente para alguien tan demente como él.
—Eres uno de los hombre más repulsivos que conozco, y créeme, conozco muchos —agregue de forma calmada, como siempre, yo solito cavando mi propia tumba.
—Me lo han dicho tantas veces, pero nunca fue tan placentero como ahora —dice con una estúpida sonrisa en sus labios, no puedo evitar que me de escalofríos.
Sentí su mano deslizarse por mi espalda, bajando hacia mis glúteos. Una mezcla de ansiedad y excitación recorrió mi cuerpo mientras su mano subía y bajaba lentamente por mi piel. Con la otra mano, agarró mi rostro, y cuando abrí la boca por instinto, empezó a besarme con su acostumbrado salvajismo. Me dejé llevar por el deseo y la lujuria del momento, jadeando en voz alta, mientras sentía de inmediato cómo mis feromonas se disparaban.
—Me dices que te causo repulsión, pero al primer momento que puedes, esparces tus feromonas para mi —pronunció el rubio, con una sonrisa arrogante.
—Oh por favor, no confundas necesidad con deseo —respondí, tratando de mantener mi compostura.
—Teo, Teo... Teo... —Soltó una risa breve.
Antes que yo pudiera responder, el imbécil me besó de nuevo, con una intensidad que me dejó sin aliento. A pesar de todo, le correspondí, me doy vergüenza; mis instintos siempre me nublan la cordura, me deje llevar por el calor del momento, sentí su fuerza, y por un instante, me deje arrastrar.
Sus manos se deslizaron por mi cuerpo, encendiendo una chispa que pronto se convirtió en un incendio. Mi mente gritaba que me detuviera, que recogiera aun las migajas de dignidad que me quedan, pero mi cuerpo tenía sus propios planes. Cada toque suyo, cada caricia, encendía un deseo que no podía ignorar.
—Admítelo, Teo —murmuró contra mis labios, su voz cargada de pasión—. Esto es lo que realmente quieres.
Aunque odiaba admitirlo, mi cuerpo me pedía a aquel alfa. Mis manos se aferraron a su espalda, atrayéndolo más cerca mientras nuestros besos se volvían más urgentes y desesperados. Su cuerpo presionaba el mío, y el calor entre nosotros era palpable.
ESTÁS LEYENDO
Laberinto de Estocolmo (Omegaverse)
Fiction généraleUna historia contada desde la visión de Teo, un joven omega de personalidad dura, y que trabaja en una pequeña tienda de abarrotes en un barrio conflictivo. Él vive una vida marcada por la pobreza y la violencia, con una madre drogadicta y un padras...