Capitulo 17: Otro punto de vista

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Maratón 3/?

-¡Touché! _exclamé clavándole la espada a Irin en el pecho.

-Exijo la revancha, Windsord. _sonreí negando con la cabeza.

-Esta es nuestra tercera revancha, Urassaya. Se una buena perdedora. _dije mientras me quitaba el casco de protección.

-Freen tiene razón, Irin. Aprende a perder con dignidad. _me apoyó Baitoey chocando manos con mi hermana que se encontraba acomodando algunas espadas.

-Iprindi i pirdir cin diginidid. _refunfuñó logrando una carcajada en todas nosotras.

-Mueve tu trasero al baño, hermana. Tenemos una reunión con el duque de York. _dijo mi hermana ayudándome a quitar el traje de esgrima, le sonreí con agradecimiento.

-¡Deja de hacer eso! _me regañó.

-¡¿Hacer qué?!

-No te hagas, Freen. Desde que Rebecca apareció en tu vida no has dejado de sonreír y más aún cuando se besaron. _sentí como un pequeño rubor se hacía presente en mis mejillas logrando las risas de todas.

-Muy graciosa. Pero no voy a negartelo... No dejo de pensar en ella. _admití con una estúpida sonrisa en mis labios.

-¡Mi hermana se enamoró! ¡AIUDAAA, ESTO NO ES UN. CÓDIGO ROJO, NO ES UN CÓDIGO ROJO!

-Lo sigo diciendo, tu nivel de madurez me sorprende.

-Y tu nivel de cursilería me da caries. _contraatacó y yo olvidando mis modales le saqué el dedo del miedo.

Olvidé mencionar que Irin y Baitoey no paraban de reír a carcajadas.

-Mejor me voy antes de que se nos haga tarde. _salí de la sala de esgrima y me dirigí a mi habitación.

-Estoy viviendo en un cuento de hadas... Contigo.

La dulce y maravillosa voz de Rebecca inundó mis pensamientos dejándome incapaz de pensar en otra cosa. Mucho antes de conocerla tuve esta clase de visiones y sueños, es por eso que mi sala de pintura tiene algunas, demasiadas, pinturas de las diferente escenas que aparecen en mis pensamientos.

Al principio eran borrosas, pero con el paso de los días pude darme cuenta de que el magnífico rostro que tenía retratado era de Rebecca Armstrong. La chica más encantadora que pude haber conocido en mi vida.

Así era constantemente. Mi mente no podía dejar de pensar en aquello ojos color café casi chocolate, ni en su sonrisa, ni en su cuerpo. No podía dejar de pensar en todo la maravilla que conlleva Rebecca Armstrong... Y me encantaba.

Cuando entré a mi habitación me dirigí directamente a la ducha, cuando ya salí, sequé mi cabello para acelerar el proceso y ganar un poco de tiempo. Finalmente me vestí con unos botines negros de tacón, un pantalón negro pegado, una jersey negro con blanco, un abrigo negro y por último un beanie negro. El invierno seguía algo fuerte.

Me encontré con el resto de mis amigas ya arregladas apropiadamente para la ocasión. Subimos a mi Jeep Commander y nos dirigimos al club donde tendríamos la dichosa reunión. En todo el camino fuimos las adolescentes que disfrutan de un paseo en medio de unas hermosas calles cubiertas de nieve, pero en cuanto llegamos adoptamos la postura de las futuras gobernantes de Greenwood.

En toda la reunión estuve algo pérdida. Solo podía pensar en la increíble chica dueña de mis pensamientos, en el pequeño beso en la mejilla que compartimos ésta mañana cuando la dejé en la entrada del instituto, en como me sonrió cuando se giró a verme unos segundos antes de encontrarse con sus amigas... Estoy mal, realmente mal.

Éternité (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora