Cinco años después...
-¿Puedes decirle a tu hija que no se mueva? _pidió Freen con aparente diversión en su voz.
-Es tu hija también. Y debes entender que los niños quieren jugar, no quedarse como estatuas para una pintura. _le saqué la lengua acariciando el cabello de nuestra pequeña hija quien quería explorar aquel hermoso campo de orquídeas.
-¡Para eso le pago!
-¡Tu no le pagas!
-Ya está bien. Pero si no se dejan pintar, ¿al menos puedo mostrarles algo? _se acercó a nosotras tomando a la pequeña Sam de mis brazos.
-Por supuesto cariño.
Salimos del jardín viendo comí nuestra pequeña iba delante de nosotros curioseando todo a su alrededor. Dos años después de casarnos, decidimos tener un hijo y ahora tenemos el privilegio de cuidar de una pequeña niña de tres años totalmente idéntica a Freen ¿cómo no?, era su óvulo.
-¿Sabes cuando vuelven tus padres y mi hermana? _pregunté acariciando el dorso de su mano con mi pulgar.
Después de que regresamos de nuestra luna de miel (que por cierto fué en Noruega) nos llevamos la gran sorpresa de que Saint dejaría su reino en manos de sus dos hijas. Después de eso, Andrea y Saint se dedicaron a viajar por el mundo llevándose cada vez que podían a mi hermana.
-No tengo idea, según ellos las Bahamas son increíbles. Así que supongo que se quedarán un rato más.
Entramos al castillo y nos dirigimos a nuestra habitación (antigua habitación de mi esposa) y fuimos a su cuarto de pinturas. Nada más entrar, lo primero que Sam encontró fué a Herbert el preciado peluche de mi esposa, la escena fué totalmente tierna, porque Sam lo agarró y miró con una encantadora sonrisa y con sus ojitos azul grisáceo brillando.
-No me mires así, mocosa. No voy a regalarte mi peluche. _se cruzó de brazos e hizo un puchero.
Sam abrazó con más fuerza el peluche y su sonrisa se expandió.
-Ya, tu ganas. Puedes quedarte con Herbert. _Sam empezó a saltar de alegría y abrazó la pierna de mi esposa.
Freen sonrió viendo como nuestra pequeña empezaba a jugar con Herbert y yo la miré levantando una ceja.
-Tu tampoco me mires así... ¡Soy débil a sus encantos! _se excusó cruzándose de brazos.
-Si como no. Mas bien enseñame lo que querías mostrarme. _mi atractiva esposa entrelazó nuestras manos y me llevó hasta una puerta.
Nada más abrirla ya tenía la mandíbula hasta el piso: era un cuarto más pequeño todavía y un montón de cuadros con mi rostro eran lo que lo adornaban.
-Como dice un libro del cual no me acuerdo: "No te conocí, te reconocí. Llevo años soñando contigo." _citó mirándome fijamente.
-¿Qué quieres decir?
-Yo antes de conocerte ya lo hacía, soñaba contigo todas las noches pero al despertar no lograba recordar mi sueño. Decidí que cada vez que aparecieras en mis sueños te pintaría, al principio tu rostro no podía distinguirlo. _señaló unas cuantas pinturas de un hermoso paisaje con mi rostro borroso.
«Pero con el paso del tiempo fui dibujando tus facciones. Cuando llegaste me llevé la mayor sorpresa del mundo, aún no reconocía totalmente aquel rostro, pero algo me decía que eras tú... Finalmente tu fuiste aquel rostro y no pude parar de pintarte, ni siquiera cuando ya sabía quien eras. _señaló varios dibujos míos durmiendo, sonriendo y divirtiéndome.
Ella también soñaba conmigo como yo lo hacía con ella y eso me dejaba más claro aún que ella y yo estábamos destinadas a estar juntas.
-Tendría miedo de que me señalaras como una psicópata por tener un cuarto lleno de pinturas y dibujos de tu rostro. Pero como eres mi esposa y estás atada a estar conmigo por la eternidad, no me preocupo. _se encogió de hombros y yo solté una carcajada enganchándome a su cuello.
-¿Así que yo era tu sueño? _levanté una ceja algo divertida.
-Literalmente lo eras. Lo bueno es que mi sueño se hizo realidad.
Ambas sonreímos y cuando estuvimos a punto de juntar nuestros labios escuchamos un ruido en el otro cuarto y rápidamente fuimos a verificar que nuestra pequeña estuviera bien.-Vas a pagar por esto mocosa. _mumuró Freen al ver al piso y a nuestra hija cubiertas de pintura.
Sam con sorpresa empezó a correr para evitar que su madre la atacara a cosquillas. Lastimosamente no lo logró y Freen empezó a hacerle cosquillas en modo de venganza.
-¡Mami! _gritó mi pequeña entre risas con la esperanza de que yo la ayudara.
Apoyando a mi hija, tomé un pincel y salpiqué la ropa de mi esposa logrando que mi hija se librase de ella y se uniera a mi.
-¿Esto es un complot? _preguntó tomando otro pincel y llenándolo de pintura. -¡Que empiece la guerra!
Hicimos una batalla de pintura en la que las risas se escuchaban por todo el lugar.
¿Quién dijo que la vida real no tiene finales felices?
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Éternité (Freenbecky)
RandomRebecca Armstrong tiene la vida que una adolescente de su edad no querría tener en un millón de años. Aún así, ella mantiene su positivismo ante la vida aunque esta no quiera estar a su favor. Rebecca tiene sueños... Y como toda chica inocente piens...