Mis manos fueron hasta su blusa que gracias a que estaba húmeda, me hizo tardar más de lo esperado. Finalmente logré ver nuevamente su abdomen duro y firme, pasé mis uñas por éste sintiendo como los vellos de su piel se erizaban y sus besos se hacían más intensos. Pronto sentí como la calidez de sus labios iban desde mi mandíbula hasta mi cuello besando y succionando con completa dulzura pero a la vez podía sentir la lujuria con cada roce.
Me incorporé levemente para que ella pudiera quitar mi sostén con más facilidad, cuando dejé de sentir la presión en mis pechos, los ojos que antes eran del azul grisáceo más hermoso de todo el mundo y ahora eran del azul más oscuro que puedan imaginar, me miraron sin pudor alguno. No me sentí avergonzada, desde el primer día que crucé palabras con esa princesa que se disculpó por la bola asesina de su hermana, sentí la total confianza que una persona puede llegar a tener el privilegio de sentir con otra.
Quité sus pantalones y ella se encargó de quitar sus zapatos dejándonos disparejas solo por una prenda. Prenda que se acaba de deshacer de su cuerpo. Unimos nuestros labios una vez más permitiéndonos tocar algún que otro lugar inexplorado hasta que sentí como sus manos deshacían la única prenda que impedía mi desnudez total.
Después de unos cuantos besos, ambas estábamos parejas tal y como vinimos al mundo.
-Quiero que me mires, Beck... No despegues tus ojos de los míos. _pidió besando mis labios cortamente.
Asentí sintiendo como una de sus manos bajaba por todo mi abdomen con delicadeza hasta el lugar donde más necesitaba su toque. Sus ojos no se despegaban de los míos por nada del mundo y más aún cuando sentí como uno de sus dedos entraba en mi cavidad.
Cerré mis ojos. Sentí una punzada de dolor que me obligó a clavar mis uñas en su espalda para liberarlo.
-Bebé mirame... Se que te duele, pero quiero asegurarme de que no te estoy haciendo daño. _pidió nuevamente besando varias partes de mi rostro.
-Solo duele un poco... Estoy bien. _aseguré abriendo los ojos y volviéndome a encontrar con sus ojos.
Podían ser oscuros o claros, pero siempre lograré ver ese color que me vuelve loca.
El dolor se esfumó dándole paso a la comodidad y después de un asentimiento de cabeza por mi parte, Freen empezó a moverse con lentitud firme en mi interior. Solté un gemido que no pude controlar al sentir como aceleraba sus movimientos y sus labios dejaban mi cuello para bajar hasta el valle de mis pechos y atrapar uno con su boca.
Sus embestidas se coordinaron con sus mordiscos, chupones y besos en mi sensible pezón hasta que no pude soportar ahogar un solo gemido al sentir como un segundo dedo entraba en mi interior y atrapaba un segundo pecho con sus dientes y lengua. Mis manos estaban en su espalda y mis uñas clavadas por toda su columna logrando que ella también soltara unos cuantos gemidos.
Cuando un tercer dedo hizo su aparición exploté...
Mis gemidos se hicieron tan audibles que ni las respiraciones fuertes de ambas lograban hacerle competencia, mi cuerpo tembló y mi interior se cerró contra sus dedos, mi espalda se arqueó y sentí la corriente eléctrica que siento cada vez que tomo su mano multiplicada por mil recorrer cada extremo de mi cuerpo sin excepciones. Finalmente terminé totalmente relajada sintiendo miles de mariposas revolotear en mi interior.
Freen sacó sus dedos dejándome algo extraña por la sensación, después de unos minutos volví a estar como antes sintiendo como su cabeza se apoyaba en mi pecho y yo disfruté acariciando su cabello.
-Eres difícil de complacer ¿lo sabías? _fué lo primero que dijo dejándome volver a ver el color normal de sus ojos.
Solté una carcajada contagiándola a ella.
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Éternité (Freenbecky)
RandomRebecca Armstrong tiene la vida que una adolescente de su edad no querría tener en un millón de años. Aún así, ella mantiene su positivismo ante la vida aunque esta no quiera estar a su favor. Rebecca tiene sueños... Y como toda chica inocente piens...