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                 "Tanto dolor para alguien como el"

                 "Tanto dolor para alguien como el"

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La noche pasó con tanta lentitud que daba a entender que no quería irse, tal vez presentía lo que la mañana traería para el pequeño castaño, tal vez era un acto de solidaridad.

Cuando el manto oscuro por fin se alejó del cielo y dio paso al sol, Tobías despertó. Su cabello alborotado y una tímida sonrisa, sus hermosos ojos miel y su piel pálida, sin olvidar las pequeñas pecas que decoraban su rostro.

Sin duda era hermoso. ¿Cómo era posible que Masky no lo notara?

Se sentía especialmente feliz ese día; esperaba dar el siguiente paso, aunque en realidad no había dado ninguno aún. Le diría a Masky lo que sentía, después ambos se casarían y tendrían una vida feliz.

Oh bueno, tal vez estaba adelantando las cosas un poco. Salió de su habitación y lo primero que le golpeó fue el aroma a cigarrillo, tan persistente que llegaba a fastidiar. Aún así, el menor siguió el hilo de aroma hasta que llegó a la fuente: el hombre de máscara estaba sentado en una de las sillas de la cocina. Brian no se veía por ninguna parte; mala señal.

Hey, Masky, ¿qué tal tu noche? — preguntó. En realidad, no importaba qué preguntar; solamente quería tener un tema de conversación, hablar y hablar con él. No importaba de qué fuera.

— ¿De nuevo tú? ¿No puedo tener un día tranquilo? — se quejó. Mientras las palabras salían, el humo del cigarro entraba; tal vez solo abría la boca para escupir palabras y dejar más espacio para su adicción.

"¿De nuevo yo? Pero si aquí vivo", pensó el castaño. No pudo evitar reír, había sido muy gracioso.

Tapó su boca con su mano mientras sus ojos se cerraban. Su risa sonó por la cocina, tan sincera como contagiosa. Cualquiera se hubiera unido a su alegría, cualquiera menos Masky.

Este solo lo miraba serio, esperando que dejara de reír. Pero después de un minuto sin detenerse, fue suficiente. Masky no disfrutaba de escucharlo reír; es más, no disfrutaba nada que involucrara al más bajo.

Mierda, sí que eres molesto — soltó. En sí, Tobías no era una persona molesta; solo era algo hiperactivo sin llegar a ser encimoso.

Sabía dar el espacio personal que tanto adoraban ambos mayores y también era respetuoso, incluso más de lo debido para alguien en su situación.

El castaño dejó de reír, aunque la sonrisa seguía en su rostro. Miraba al de máscara y de nuevo el río se desbordó de agua, de nuevo estaban ahí los sentimientos, aquellos que terminarían ahogándolo.

Pero Tobías ignoraba esto; en su lugar, seguía yendo más y más profundo, extasiado por las sensaciones que este nuevo sentimiento le regalaba.

El amor, la droga más poderosa, la única que no es ilegal, y el castaño estaba abusando de esta.

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