C U A R E N T A Y D O S

44 7 7
                                    

"Y ahora que no estás te veo en todas partes, comienzo a pensar que si junto todas ellas regresaras".

Moría de impotencia, y es que jamás podría descongelar el eterno invierno que ahora rodeaba al castaño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Moría de impotencia, y es que jamás podría descongelar el eterno invierno que ahora rodeaba al castaño. Sabía que todos le miraban, pero habían dejado de hacerlo cuando empezó a llorar; se retorcía y golpeaba la cama, se negaba. Realmente se negaba a aceptarlo.

Gritaba y rompía todo a su paso; buscaba que fuera mentira. El sentimiento que estaba en su pecho lo mataba y llenaba de incomodidad. Era un vacío espantoso, un susurro de incredulidad ante la situación que se presentaba, pero cada vez que la esperanza reinaba en su corazón, bastaba con regresar la mirada a la cama y encontrarse con la verdad. Se sentía realmente mal, y es por ello que se llenó de sorpresa cuando dejó de sentir; no dolía y ahora solo sentía un nudo en la garganta. Incluso sus lágrimas se habían detenido.

Cargó el cuerpo del hombre y salió de la cabaña; nadie dijo nada, ni siquiera se interpusieron. No hubo palabras de despedida ni consolación. Apenas llevaba minutos caminando cuando su paso se vio interrumpido por el hombre de pasamontañas; este se quedó un momento antes de quitarse lo que cubría su rostro, dejando ver su expresión.

El bosque enmudeció de nuevo, dejando espacio suficiente para que todo entrara en la mente del recién llegado. Sus ojos se movían de un lado a otro buscando una explicación que parecía no llegar. Pareció entenderlo y, cuando intentó hablar, no pudo salir más que un pequeño hilo de voz, tan delgado como inestable.

¿Masky? —dijo tartamudeando. Parecía que rompería en llanto en cualquier momento, y se notó su esfuerzo por no hacerlo cuando su mandíbula se marcó más al apretar los dientes. — ¿Qué pasa? —preguntó, esperando una respuesta. Aunque no la necesitaba, sabía bien y eso le calaba aún más.

Tobías está muerto — soltó. Ojalá hubiera tenido más tacto con el hombre frente a él. Sus ojos se llenaron de lágrimas que una vez más se negó a soltar. Se acercó temeroso, como si la imagen frente a él le diera miedo.

Su mano enguantada tocó el cabello del muchacho y dejó dos caricias pequeñas. Sentía sus ojos picar y pronto tuvo que parpadear varias veces para evitar llorar. Le dolía, le dolía verlo tan quieto cuando antes el joven era un torbellino imparable. "Despierta" suplicaba mentalmente mientras desplazaba su mano por el rostro del joven.

Intentó durar lo suficiente para lograr una reacción, pero no la encontró. Finalmente, su mano se alejó y, aunque su mirada mantenía fija en los ojos de Tobías, pronto dejó de verlo y caminó. No dijo más; solo fue a la cabaña. Nuevamente no hubo consolación para el de máscara, que solo cuando Brian se había ido se permitió aligerar la presión que hacía en sus dientes para mantener la compostura y no llorar. Era extraño, sentía y dejaba de hacerlo. Era cansado, incluso.

Se deslizó por el bosque y solo cuando llegó a un lugar alejado comenzó a cavar. Depositó al muchacho a su lado y enterró sus manos en la tierra. No importaba cuánto tardara; lo haría él solo y así fue hasta que se escucharon pasos detrás de él. No se giró; no le importaba quién era su nuevo acompañante.

Déjame ayudarte — dijo Brian. Clavó la pala en la tierra y arrojó la tierra a un costado. No venía solo; detrás de él llegó Kathe. Ella no se atrevió a ver al chico y solo se dedicó a ayudar. Al menos en esta ocasión, Masky recibió un poco de consuelo.

El bosque estaba de luto; era testigo de dos entierros, aunque con condiciones diferentes, en otro lado alejado de sus entrañas. Una mujer cavaba, hacía un pozo sola; sus uñas estaban repletas de barro y su sonrisa persistía, aun cuando sus manos comenzaron a hormiguear del cansancio por el trabajo que llevaba.

No te preocupes, Cat. Acabaré antes de que esa nube venga. No te vas a mojar — aseguró, enterrando sus manos nuevamente en la tierra. Era fácil hacerlo, solo que el trabajo constante era cansado.

Cuando las primeras gotas cayeron, media hora después, el hoyo estaba casi listo. La chica comenzó a desesperarse, pero aún así su sonrisa no desapareció. No se fue del cuerpo, aun cuando la lluvia se intensificó. Dejó al hombre en el hoyo y comenzó a cubrirlo de tierra. Cada vez el muchacho era consumido más por el bosque y finalmente descansaría, dando su última misión de nutrir los árboles que algún día le ocultaron.

Solo cuando finalizó se levantó, permaneció unos segundos más frente al montículo de tierra movida y después se fue. La tumba del muchacho había quedado a pie de un gran árbol. Rouge pensó en todo; sabía que al hombre no le gustaba la lluvia, y las hojas lo cubrirían y le darían seguridad del sol.

Adiós, Rodrigo — soltó. Mientras el agua se derramaba sobre su cabeza, se permitió llorar.

¿Tobías y Cat se habían encontrado otra vez? Tal vez sus almas seguían encadenadas al bosque. Tal vez seguían jugando bajo la lluvia o solo tal vez habían desaparecido para siempre.

••••

Los días habían pasado y el bosque había aprendido a vivir con la pérdida. El viento había aprendido a ser menos entrometido y parecía no estar interesado en ayudar a nadie. Todo había cambiado y ahora los problemas y reuniones estaban más distanciados. Llegaron al acuerdo de reunirse una vez cada década; nunca morirían, así que podrían alargar sus juntas años si así lo deseaban.

Las botas del chico chocaban con las hojas secas; su cabello castaño se movía con las ligeras caricias del viento y su rostro estaba medianamente tapado por los goggles y la máscara de gas. Cuando por fin llegó a su destino, se detuvo y entró a la casa. La curiosidad fue lo suficientemente fuerte para lograr que se quitara las cosas que tapaban su cara y fue entonces cuando lo miró.

Ambos hombres hicieron contacto visual. Masky sabía que llegaría alguien nuevo y, cuando sus ojos se toparon con una cara un poco familiar, fue suficiente para que su mente se nublara en la posibilidad. El chico se parecía extrañamente a Tobías y eso fue suficiente para él, y para que su actitud cambiara, dando un giro a la amargura en la que vivía.

Hola, soy Masky. Un gusto —se presentó—. Déjame mostrarte la casa. — El chico de cabello castaño sonrió un poco y asintió. Esta vez, Masky no dejaría que se escapara. Esta vez le amaría y nadie sería capaz de arrebatárselo.

Es por ello que, cuando entraron en la habitación, no tardó mucho en colocar el seguro.

Está bien, Tobías. Siempre supe que regresarías — habló mientras deliraba. Sus manos habían tomado la cuerda y ahora realmente se sentía completo—. Sabía que jamás te atreverías a dejarnos.

 Sabía que jamás te atreverías a dejarnos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|• Ahora Todo cambio •|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora