C I N C Ø

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"Jugando con fuego me queme. ¿Te cuento un secreto?....Me gusto Arder."

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Por fin habían llegado a la casa donde cumplirían su misión. Después de ese momento en que Masky había hablado, la conversación murió.

Pero no murió sola. Algo más estaba agonizando en el pecho del castaño. El cariño que sentía por Masky se desvanecía lo suficientemente rápido que no le era posible evitarlo y, honestamente, no quería hacerlo. Ahora, el fuego en su pecho no le dañaba, sino que se encargaba de quemar poco a poco todos esos sentimientos. El agua del río comenzó a evaporarse.

A pesar de todo lo que Masky le había hecho pasar, las humillaciones y burlas a las que fue sometido no fueron lo suficiente para odiarle. No había espacio en su corazón para odiar a su hombre. Es más, no quería sentir absolutamente nada por él.

Había sido divertido, entre comillas, probar el amor, pero sin duda no le había agradado el sabor. Había caído hasta el fondo de este y ahora afrontaba las consecuencias.

Escucha, entraré por la puerta trasera e intentaré esconderme. Aprovecharemos el viento y esa rama que golpea la ventana de arriba. Daré dos golpes en la ventana si hay más de cuatro personas dentro; si hay menos de tres, golpearé una vez —explicó el mayor mientras miraba a Tobías. Esperaba alguna respuesta de este, pero solo obtuvo un asentimiento de cabeza.

Lo devolvió y se levantó para acercarse lentamente. Esperó por unos segundos que el castaño dijera lo que siempre decía, pero el "Cuídate" nunca llegó.

Eso le molestó un poco. Masky no entendía que si rompía algo, no volvería a quedar igual, menos cuando ni siquiera había intentado arreglarlo.

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La misión había terminado más rápido de lo pensado. Gracias al gran dúo que ambos eran, todo se hacía más sencillo. Con la mente de Masky y la velocidad de Tobías, era casi imposible escapar de un ataque combinado.

El camino de regreso fue más dramático. De vez en cuando, el mayor soltaba comentarios que eran ignorados por el contrario. Este no le prestaba atención, aunque de vez en cuando sus ojos seguían buscando los de su acompañante. Y cuando se encontraban, un viento helado le hacía temblar.

A pesar del ligero latido que sentía en su pecho cada que sus ojos se encontraban, Tobías parecía negado a este sentimiento. No era lo mismo de hace unos días. Esta vez, en lugar de nadar hasta lo más profundo, estaba nadando de regreso a la superficie.

Demasiada fantasía por un tiempo. Ahora miraba mejor a Masky; el aroma del cigarro no se le hacía tan encantador y soportable como antes.

Tal vez ahora que había conocido lo suficiente a Masky, se daba cuenta de que en realidad no era lo suficiente para él. No era aquello que buscaba en una persona y posiblemente no lo podría ver como amigo o algo más. Las personas egoístas y egocéntricas no eran de su agrado.

A pesar de que él también era egocéntrico en ocasiones, no era lo suficiente para ser un maldito grosero y no saber pedir perdón.

Volvimos —dijo con un hilo de voz mientras se deslizaba dentro de la cabaña. Hoodie no se veía por ningún lado y, al cabo de minutos, pudo verle.

Este estaba dormido; su mano rozaba con el suelo y estaba cobijado muy torpemente.

Mira nada más, estabas tan cansado y aún así querías ayudarme. Brian, al parecer sí eres un idiota. Deberías cuidarte tú y no cuidar a los demás —típico de Tobías, dar el consejo y quedarse sin él. Cubrió bien al de capucha.

Le miró un poco antes de sonreír. Ver a un asesino dormir era como ver un huracán en calma.

Estaba tan metido en observar hasta el último detalle del rostro de Brian que no escuchó los pasos acercarse y tampoco pudo sentir el aroma a cigarro.

—¿Ahora irás tras él? No creo que Brian sea maricón. ¿Te rechacé yo y vas con Hoodie? —escupió el mayor mirando la escena frente a sus ojos.

Tobías no desvió sus ojos hasta después de unos segundos. Arrastró sus pupilas para poder observar ahora a la chimenea andante. Cerró los ojos unos segundos y se pasó la mano por el cabello, haciéndolo hacia atrás.

No, Masky, Brian es mi compañero y solo eso —no sabía por qué aclaraba, pero sentía la necesidad de hacerlo. No quería que se malentendiera y después quedara como un acosador o algo así.

Podría ser un asesino, pero acosador y violador no estaba en sus descripciones. Asesinar era caer bajo, pero violar o acosar era caer aún más bajo.

Hasta en los monstruos había niveles.

No quieras mentirme. Puedo verlo yo mismo; después de todo, no solo eres un maricón —dijo mientras observaba cómo Tobías pasaba a su lado. Aprovechando la ligera cercanía, volvió a hablar—. No solo eres eso, eres una puta —todo tiene su límite.

No importa cuánto amor, respeto o admiración le tengas a alguien, siempre hay una línea que no debe ser atravesada. Masky había jugado con esa cuerda y ahora había avanzado más de lo permitido.

En esta ocasión, Tobías no esperó que Tim cerrara la boca. Su puño se encargó de hacerlo por él. Fue un golpe sólido que no estuvo acompañado.

Uno fue suficiente para ambos.

Todo hubiera acabado ahí. Todo si Masky no hubiese iniciado una batalla que ya había terminado. Mientras el castaño intentaba irse, el de máscara le devolvió el golpe.

Tal vez más fuerte del que recibió, descargando un odio injustificado hacia alguien que no lo merecía. El ruido que hizo cuando el castaño impactó contra la mesa de la cocina fue suficiente para que el sueño de Brian, que colgaba de un hilo, se rompiera.

Este despertó alerta y, al ver la situación, se mantuvo inmóvil unos minutos. Se acercó e intentó separarlos. Lo logró al primer intento.

Señal de que ambos en realidad no querían pelear. Tim tenía un golpe en la mejilla que había logrado romper sus labios. Tobías también tenía un hilo de sangre en su labio inferior.

Bueno, al menos ahora ambos tenían dolor que sentir.

Tobías sentía dolor emocional por ambos. Masky solo sufría un dolor físico.

Sufrían a su manera, pero los dos sufrían por el otro. Un dolor era pasajero y el otro había decidido quedarse otras semanas más.

 Un dolor era pasajero y el otro había decidido quedarse otras semanas más

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