T R E C E

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"La calma antes de la tormenta".

"La calma antes de la tormenta"

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El día había pasado. Tal y como dijeron, Kagekao y Domino salieron de la cabaña y no regresaron hasta la noche. El tiempo dentro de la casa pasaba volando cuando había actividades divertidas.

Tobías no recordaba el último día en que realmente se divirtió tanto. Habían jugado ajedrez y damas chinas. Aunque ambas eran actividades catalogadas como aburridas para los demás, les había brindado mucha diversión a ellos.

Incluso habían jugado póker. Era realmente divertido ver las expresiones que realizaban todos cuando el castaño ganaba. Se suponía que no sabía jugar y ahora estaba ahí, humillándolos.

La lluvia había decidido llegar más temprano. Atraída por el buen ambiente y las risas divertidas, dejó caer sus gotas sobre la alejada cabaña. Después de media hora, la puerta se abrió.

El portazo alertó a más de uno. Incluso Masky había llevado su mano a su cinturón, donde reposaba su arma. Pero cuando la voz conocida se escuchó, todos volvieron a respirar.

Mierda, deja de reírte. Se supone que por eso fuimos hoy, para no mojarnos — Domino maldecía cualquier cosa que pudieran ver sus ojos.

El chico había planeado todo a la perfección para tener una ronda de patrullaje segura. Ahora estaba completamente mojado. Sin duda, el mundo le odiaba.

Lo siento, lo siento. Debería darte gusto. Después de todo, tu manera de leer el cielo es perfecta, solo te falta mejorar con los tiempos — al terminar su frase, no pudo evitar dejar escapar una risa burlona, que fue mal recibida por su compañero, quien solo frunció el ceño.

Todo su buen sentido del humor había sido barrido por las frías gotas de lluvia que le habían mojado. Ahora solo quería dormir. Había sido suficiente para él. No tenía un buen control de sus emociones. Si algo no salía como él quería que fuera, comenzaba a demostrar su falta de madurez emocional.

Es por ello que, cuando buscó retirarse, nadie se lo impidió. Al menos el hombre era consciente de lo suelta que se volvía su boca cuando se sentía frustrado. No quería insultar a alguien por su mal manejo y después tener problemas que realmente no necesitaba.

Kagekao, por su lado, seguía manteniendo la sonrisa de siempre. Cuando quitó su máscara y su cabello se pegó en su frente, estornudó. Con esto, recibió algunas miradas. Ann se levantó del sofá para poder ir por una toalla. Se la entregó al chico colocándosela en la cabeza.

El hombre se quitó la bufanda y, por la ventana, pudo exprimirla. Se notaba que llevaban tiempo caminando bajo la lluvia, pues la cantidad de agua lo delataba. Se quitó las botas, unas muy desgastadas.

Faltaba muy poco para que las suelas de estas se rompieran por completo. Ahora observándolo de mejor manera, todos tenían ropa, pero muy desgastada. Zapatos que posiblemente no soportarían recorridos grandes.

Aun con ello, mantenían el sentido del humor. La bufanda de Kagekao tenía pequeños agujeros en toda la extensión de esta, algunos hilos sueltos y realmente no se miraba en tan buen estado. Aun así, el chico la atesoraba, tanto como Masky amaba los cigarros, como Tobías abrazaba sus hachas o como Hoodie apreciaba la cámara.

Cat observaba a su compañero recién llegado. A pesar de que este sonreía y bromeaba con los demás, pudo notar el estado de los zapatos que su compañero poseía.

Tomó una silla y se sentó frente a él, ganándose ahora la mirada de todos. Con calma y escuchando solo la lluvia chocar el techo, se quitó las botas. Las puso cerca del hombre frente a él, quien se mantenía callado observando la escena que tenía delante.

Toma los míos. Solo soy el investigador, no tengo misiones la mayor parte del tiempo. Puedes quedártelos, intercambiemos — sonrió. No esperó respuesta. Tomó las botas de su compañero y, aun descalzo, se levantó de la silla arrastrándola un poco, yéndose así a su habitación.

El chico sabía que era seguido por alguien, así que detuvo su caminar cuando supo de quién se trataba.

Mentiroso — habló Rouge, tenía los brazos cruzados — Tú eres el investigador, tú eres el que investiga cada nueva víctima. Eres el que más sale de todos aquí, el que más misiones tiene — el silencio los abrazó a ambos.

Así fue hasta que Cat sonrió, girándose sobre sus talones para ver a la mujer.

Las mentiras no matan — se justificó. Creyó que con esa respuesta la chica tendría suficiente, pero ella habló.

Matan a quien las dice — el hombre entonces se quedó callado. Sus ojos divagaron por el suelo. Efectivamente, estaba hecho de madera.

Se notaba sus intenciones. Quería callar hasta que el silencio incomodara a la mayor y este se fuera tranquilo, pero nunca pasó.

La lluvia seguía golpeando el techo persistentemente, ayudando así a que su conversación no fuera escuchada por nadie.

Estoy dispuesto — la mujer soltó un suspiro. Siempre había sido así.

Desde que lo había conocido, desde lo que pasó. Incluso cuando supo que Hoodie y Masky habían asesinado a su padre, nunca intentó buscar venganza. A pesar de que supo que todos en esa casa le habían condenado al presente que ahora tenía, nunca los culpó.

No iba a negar que al principio todos desconfiaban de él. ¿Por qué? Porque todos en su situación hubieran buscado venganza. No Cat. Él más de una vez había intentado dar la vida por alguno de ellos.

Demostrando que, aun en esa situación, aun con todo lo que pasó, seguía siendo mejor que ellos en un aspecto: era más humano.

Lo sé — con ese último comentario, la plática había llegado a su fin. El hombre continuó su camino y la mujer no quitó su vista hasta que este desapareció al cerrar la puerta de la habitación — Aunque todavía no entiendo por qué lo haces — habló. No fue un susurro. Confiaba en que este no escucharía.

Se dio la media vuelta y regresó con los demás. Al parecer, la plática era lo suficientemente buena para no notar la ausencia de ambos.

Ya lo descubrirás — habló el hombre. Su cabeza estaba pegada a la puerta. Su frente hacía contacto con la madera mientras una pequeña sonrisa se escapaba de sus labios.

 Su frente hacía contacto con la madera mientras una pequeña sonrisa se escapaba de sus labios

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