V E I N T I U N O

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"¿Desde cuando pesa tanto la noche?".

"¿Desde cuando pesa tanto la noche?"

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Los días habían pasado volando. Sorprendentemente, Timothy no había perdido el control en ningún momento, lo cual realmente sorprendió a Némesis. Sabía que Tim duraba menos de una semana antes de comenzar a tener desmayos repentinos, pero aparentemente todo estaba bien.

Por fin, las dos semanas se habían cumplido y tenían que irse. Todos estaban tristes y por eso habían hecho una mini reunión la noche anterior, donde brindaron e hicieron la última cena familiar. Tobías sentía un poco de vacío. Había escuchado más de una vez los gritos del mayor y aun así nunca intentó ayudarle.

Mejor dicho, nadie lo hacía. Todos parecían hacerse de oídos sordos, no le miraban, no le escuchaban, como si no existiera. Y eso le hacía sentir melancólico. Debía ser duro para el hombre.

Dentro de la habitación, Timothy había escuchado la manera en que todos reían mientras él se pudría en la misma situación de hace unas horas. Seguía divagando y realmente se sentía algo tranquilo. Masky no había intentado tomar el control, ni siquiera lograba sentir que este volvería. Así que toda su atención se centró solamente en una cosa: lograr hablar con Tobías.

Más de una vez se lo había pedido a Brian, pero este se negaba con la excusa vaga de que el castaño estaba ocupado. Pero Tim sabía que era mentira, podía sentirlo cerca. Lo suficientemente cerca para sentirlo, pero también tan lejano que lo extrañaba. No importaba cuánto sus ojos lloraran, ni tampoco la manera en que su garganta se desgarraba gritando el nombre del castaño. Nadie le concedía su petición.

Todas las noches observaba por la ventana. La luna le hacía compañía y él aprovechaba para contarle todo lo que sufría. A veces sus pláticas aburrían a la gran señora, pues esta se escondía detrás de las nubes, cansada de los mismos reclamos. Era entonces cuando Timothy se hacía bolita en la cama, ocupando el mínimo espacio. No le tenía miedo a los monstruos bajo la cama, ni siquiera a los que estaban fuera de la habitación. Temía al que estaba en su interior.

Cuando la madrugada llegó, el hombre abrió los ojos adormilado. Sabía que todos en la casa se levantaban temprano, pero esto ya era una exageración. No podía dormir, pues había un total escándalo: voces, gritos pidiendo cosas y pasos apresurados. Realmente odiaba esa casa.

Había logrado sentarse, pero después de unos minutos se dejó caer en la cama, volviendo a cubrirse con la sábana por completo. Estaba a punto de cerrar los ojos cuando una voz hizo que se despertara en automático.

¿Dónde llevo esto? — Preguntó Tobías. Tenía entre sus manos una caja pequeña, no tan pesada.

Dámela, meteré las cosas en la mochila. La caja es muy incómoda para cargar — Cat tomó la caja y la bajó. Mientras la abría, miraba de reojo al menor.

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