T R E I N T A Y O C H O

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"Vivir es lo más raro del mundo,pues algunas personas no hacemos más que existir".

"Vivir es lo más raro del mundo,pues algunas personas no hacemos más que existir"

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La tarde continuaba pasando y, con ella, la agonía que sentía el castaño. Realmente sentía que podría tomar de la mano a la silueta sentada en su cama, pero en este punto temía que aquella fuera la muerte, pues incluso su cuerpo y respiración eran fríos.

Después de todo, su cuerpo no era capaz de curarse por sí solo, y su regeneración era más rápida y fluida cuando se trataba de una herida ajena. En esta situación, posiblemente estaba siendo utilizado para investigaciones de los demás, quienes observaban el horrible y lento deceso que traería morir a manos conocidas.

— ¿Qué tal está? —volvió a preguntar Rouge, mientras miraba sentada en una silla no tan lejana.

No estoy segura — respondió Ann, mirando cómo la líder ladeaba la cabeza dándole la señal de que debía argumentar— . Su cuerpo no responde. Mayormente, las heridas de bala nunca tardaron tanto en sanar. Además, sigue sintiendo dolor. Realmente no la está pasando bien — continuó.

Un pequeño silencio se creó entre ambas mujeres, quienes miraban al chico. Este sudaba demasiado, empapando las sábanas bajo él. Incluso se había considerado la posibilidad de quitarle toda la ropa para intentar ventilarlo, idea que fue descartada, puesto que el muchacho estaba frío, una mala señal.

Ann estaba perdiendo las esperanzas; nunca había visto algo así y no sabía cómo reaccionar ante esta situación. Aunque sus conocimientos médicos se suponía que debían servir para esto, había algo que la desconcertaba, pues la bala no solo había hecho un daño significativo, sino que estaba comenzando a pudrir los tejidos del castaño. Situación que, sin duda, no debería suceder, pues había sido lavado y se había manejado la herida de la manera más estéril posible.

Que eso estuviera pasando debía ser otra de las causas de haber sido atacado por alguien que llevara la marca.

¿Ann? Mierda, mira eso — murmuró Rouge mientras se levantaba de la silla. El sonido que hizo al caerse por el movimiento abrupto sacó de sus pensamientos a la enfermera, quien aún atontada buscó el origen del problema.

Los ojos de ambas chicas se enfocaron en el vendaje que cubría la herida, pues una enorme mancha negra comenzaba a opacar las sombras del sangrado. Ann se atrevió a quitar la venda tan rápido como le fue posible, y entonces un nudo se formó en su garganta.

¿Qué es eso? — preguntó la chica, buscando respuestas, pero pronto supo que tal vez no las había, pues la cara de su compañera gritaba asombro. Que Ann se sorprendiera por una herida era una señal que sin duda le hacía dudar de la posibilidad de sobrevivencia para el castaño.

No tengo idea. Solo sé que no debería seguir en la herida — agradecía tener sus guantes puestos, y sin esperar tanto, metió dos de sus dedos en la herida. Cerró los ojos cuando estos entraron con facilidad.

Una herida de bala nunca era tan grande.

Sacó los dedos después de extraer un poco de aquel líquido, intentando descubrir qué era y por qué le era casi imposible drenarlo. Sabía que Tobías sentía que irrumpía en su cuerpo, puesto que seguía retorciéndose, gritando aún dormido y soltando quejidos. Pero en esta situación no podía tener tacto.

Cuando por fin fue capaz de sacar todo, se dejó caer en la silla, se sentía frustrada. Realmente nunca había tenido problemas para curar a sus compañeros, y ahora que no podía hacer nada por el castaño, sentía un golpe a su autoestima.

¿Va a morir, no? —preguntó la líder. Había quitado su máscara y parecía reflexionar sobre la situación.

No estoy segura. Puede que logre salvarse, pero... — nuevamente fue interrumpida. Se levantó rápidamente otra vez cuando su paciente despertó tosiendo. Casi se abalanzó sobre él y, bueno, parecía que esto no había sido una muy buena idea.

Tan pronto el castaño abrió la boca, el mismo líquido de hace un rato salió. La mujer no se molestó cuando su mano se manchó levemente con esta combinación asquerosa de saliva. Ahora que el castaño había vomitado, había vuelto a su estado anterior.

— Sí — respondió esta vez, cambiando su respuesta anterior, logrando que Rouge frotara sus manos en su rostro.

La situación era desalentadora, no había rastro de aquella buena vibra que siempre les rodeaba. Se sentían morir junto con el chico, y ojalá que ese sentimiento fuera por empatía. Ann sufría porque si Tobías moría, acabaría su racha de buena enfermera. Por su parte, si Tobías moría, Rouge perdería algo de autoridad. Ambas necesitaban al chico vivo, pero en ese estado, era pedirle demasiado a alguien que incluso comenzaba a batallar para respirar.

Ann, ¿el chico está sufriendo? — preguntó después de unos minutos en silencio. Había logrado sacar un cigarrillo sin saber que esto afectaba aún más la manera en que el castaño respiraba.

Sí, sin duda está sufriendo — respondió mirando a la mujer. Esta se había puesto de pie, mantenía el cigarro atrapado en sus labios y se aproximó a la cama.

El instinto de la enfermera se activó, logrando que se levantara. Miró a su líder. Apretaba la mirada intentando que esta dijera su plan, pero solo recibió una orden que se negó a seguir.

Quítate  — ordenó. Su voz no era fuerte y parecía más una petición; de todos modos, fue ignorada—. Largo, yo me encargo.

¿Qué harás? — se atrevió a cuestionar, aunque en el fondo sabía que tal vez prefería no saber, y por eso habló de nuevo—. No importa. Iré a lavarme las manos.

Cuando se dio la vuelta alejándose, cerró los ojos y luchó con la pequeña necesidad de impedirlo. No fue difícil ignorar ese pensamiento. Lo había ignorado antes y había aprendido a vivir con la culpa.

Tobías, siento que las cosas hayan pasado de esta manera. Llegaste como un huracán y trajiste tanta destrucción a un equipo que se había mantenido calmado. ¿No crees que tal vez te lo mereces? — tal vez solo intentaba quitarse la culpa de saber que había fallado; siempre buscamos culpables—. ¿Qué hacías en un lugar como este, niño? Vuelve con tu hermana —murmuró. Sus manos tomaron la almohada a un costado de la cama.

Sabía que esta manera sería más lenta, pero darle otro disparo significaría dejar marca y posiblemente sería juzgada de traidora, así que se iría por una solución más "simple".

La almohada evitó que la nariz y boca del castaño atraparan aire. Rápidamente, su cuerpo reaccionó intentando quitar a la mujer, sin mucho éxito. El movimiento errático que hacía por la desesperación no hacía que la mujer retrocediera. Tobías logró que la tela no tapara sus ojos y entonces la vio. Su mirada no fue correspondida, puesto que la mujer mantenía los ojos cerrados. Aun así, sintió un leve agradecimiento.

Cerró los ojos cuando su cuerpo dejó de luchar y pronto se envolvió en un mar de recuerdos, la manera en que había sido tratado, y no pudo evitar sentir lástima por sí mismo. Patético.

🌻 : Tengo una buena excusa para no actualizar,estoy creando el nuevo proyecto,está historia está llegando a su fin. Espero y tengan un lindo día ☝️.

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