La primera hora se sintió como la eternidad misma.
La segunda hora me hizo pensar en todo lo que podía salir mal.
La tercera hora me hizo replantear mi vida entera con todas mis decisiones.
La cuarta hora me hizo desesperarme.
La quinta hora el dolor comenzaba a ser insoportable.
La sexta hora fue la más cansada.
Para la séptima hora mis uñas estaban dañadas y había un poco de sangre en algunos de mis dedos debido a que no dejaba de morderlas.No dejaba de mirar el reloj, asegurándome de que las manecillas seguían moviéndose, era una suerte que Seokjin siempre cargara con uno en su muñeca. No quería bajo ninguna circunstancia que el tiempo se pasara. Suficiente complejo era ya el hecho de verlo tan quieto.
Era casi imperceptible, pero su pecho se mantenía subiendo y bajando muy lentamente. Si no fuera por las horas que llevaba sin despegar la vista de él no lo notaría.
Mis músculos ya estaban tensos, en cuanto me moviera estaba seguro de que los sentiría hormiguear.
Solo diez minutos más, debía mantenerme despierto por ese breve tiempo y si el Dios de mi abuela tenía piedad de mi,podríamos salir con vida, pero ya podía sentir los parpados pesados. La perdida de sangre, el cansancio, el miedo todo junto estaba pasando factura.Cinco minutos más.
Solo cinco.
Todo se puso negro y por un instante todo estuvo en silencio incluyendo mis pensamientos inquietos.*
El quejido de Seokjin me obligo a abrir los ojos.
¿Cuánto tiempo había dormido?
Intente enfocar el reloj nuevamente y tarde más de lo que me hubiera gustado, buenamente había estado con suerte y solo había cerrado los ojos unos minutos, justo a tiempo para la peor parte.Sacar el cuchillo del cuerpo de Seokjin.
Había llego la hora.
Tome el mango con fuerza, tenía que ser un solo movimiento, no podía solo arriesgarme a lastimarlo más.
—Uno...
Tome aire
—Dos...Lo observe una última vez
—Tres...
Le pedí perdón mientras arrancaba el cuchillo.
Yo mismo solté un grito, estaba tan enterrado que había sido más difícil de lo que hubiera imaginado.
No lo pensé mucho más, me moví y limpie la hoja llena de sangre sobre el cuenco, deje que la sangre de Seokjin escurriera un poco antes de quitar los restos y pase el cuchillo entonces por la palma de mi mano hasta ver mi propia sangre correr, repetí el proceso sobre el cuenco y solo entonces me deje caer sobre mis rodillas.
Seokjin ahora se quejaba más. Quería acercarme a él de nuevo, quería abrazarlo y soltarme a llorar.
Pero no podía moverme, todo era pesado. Todo parecía difícil.
Me sentí inútil.
El señor Kim seguía en el suelo, no sé me movía pero se había unido a su hijo con quejidos. No tardaría en poder hablar.
Luche contra mi propio cuerpo para volver a Seokjin. Lo logré seguramente por puro milagro. El hombre sobre la mesa no se parecía en nada al que había conocido hace unas semanas. No se parecía ni siquiera al hombre que tan solo un día antes me había besado.
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La biblioteca del señor Kim
FanfictionDonde Min Yoongi encuentra un trabajo de verano