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D-1EL DÍA PARTE I
Grité con todas mis fuerzas. Aún no estaba completamente inmóvil, mis pies no estaban atados. Tenía que tomar todas mis alternativas como oportunidades. No iba a dejarme matar.
—Ah...Seokjin está aquí. —el señor Kim parecía satisfecho. Emocionado.
Era aterrador.
Había vuelto a ser el completamente. La ropa de Seokjin lo engullía.
—¡AYUDAAAAA!
—Sabes, a mi hijo le gusta creer que puede detenerme. La otra vez tuve que hacer lo mismo. Dejarlo encerrado en casa. Sabía que eso no sería suficiente pero es divertido tener un poco de acción.
—Está loco.
—No, no, no. Es justicia Yoongi. —me dijo recorriendo la biblioteca. —Tus antepasados comenzaron esto. —sacó un libro.
—Yo no he hecho nada.
—Tu clan si. —su sonrisa era inquietante. —Me arrebataron a mi hijo. Y a los hijos de muchos antes de mi. —dejó el libro abierto sobre la mesa donde me tenía. —Y vengaré a mi hijo como se debe. Robando la vida de otro Min.
—Es retorcido creer que eso es justicia. —me moví lo más que pude sobre la mesa y logré tirar el libro.
—Esto no va a terminar hasta que todos ustedes desaparezcan. —me susurró al oído.
—No puede hacer eso. No puede.
—Tu clan está débil.
—¡AYUDAAAAA!
—Seokjin tiene lastimada la pierna. ¿Crees podría salvarte? —se burló y se acercó al estante que Seokjin y yo habíamos revisado. Tomó mi mochila y buscó entre mis cosas hasta encontrar lo que quería. —Que bueno que venías preparado. Esto es suficiente.
El cincel en su mano fue a parar al mueble con fuerza. En poco tiempo la madera se astilló y el cuchillo cedió en sus manos.
—¿Listo? —preguntó acercándose a mi. —No grites mucho, te lastimarás la garganta.
El ruido que salió de mi cuando la navaja pasó sobre mi brazo fue lo más parecido a un animal salvaje. El dolor no se comparaba con nada que hubiera se sentido antes.
—¡BASTA!
—Estoy comenzado. No te preocupes, tus manos quedarán intactas.
Vio el cuchillo nuevamente encima de él. Pero antes de que se insertara en alguna parte de su cuerpo, Seokjin entró.
Sudado y con una cara que parecía que iba a vomitar en cualquier momento. Estaba agitando y claramente tenía mal la pierna, casi la arrastraba mientras se movía con dirección a su padre.
—Déjalo.
—¿Me equivoqué con el tiempo? —el señor Kim jugó con el cuchillo en su mano, colocó la punta en su barbilla. —Pensé que llegarías antes. ¿Jimin fue demasiado para ti?
—Déjalo. —repitió con fuerza.
—Seokjin. Creo que aún no entiendes lo que esto significa. Pero lo harás. Lo harás. —sin darle tiempo a reaccionar el señor Kim estampó el cuchillo sobre mi brazo.
Grite hasta quedarme sin aire.
Seokjin se abalanzó entonces contra su padre. A la par de que este arrancaba el cuchillo de mi brazo. Lo pude escuchar gritar, los sonidos iban y venían a mi en lapsos sin ritmo como si mi cerebro se apagara por momentos, estaba seguro de que no faltaría mucho para desmayarme.