Capítulo 3- El estado desaparece a un periodista y veo un gato muerto

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Seguí durmiendo un rato. Fue tan profundo como que roncaba un poco. Iba a seguir así hasta que sentí una patada en el estómago. Me desperté para ver quién me pateaba, pero, era el oráculo quien se veía muy enojada por hacerla esperar. Volteé a ver a Rag quien plácidamente seguía durmiendo con la única diferencia que a él le habían puesto una manta para abrigarlo y a mí me habían dejado dormir contra el suelo sin apiadarse de mí.

—¿Ya terminaste? —Preguntó enfadada.

—Una disculpa, me quedé dormido.

Solo suspiró.

—No me había dado cuenta —Dijo resoplando de fastidio— ¿Sabes usar un disco?

Ahora que recuerdo creo que eso era lo que usaban para poner películas.

—Tengo una idea de cómo usarlo. —No la tenía.

Ella parecía creer mi mentira. Solo extendió la mano para darme un disco.

—Con esto sabrás qué hacer. Si logras tu objetivo te diré que hacer para seguir aplazando su destino, pero si no lo logras que quede en tu consciencia, porque serás el único culpable —Dijo tratando de animarme, supongo—. Ahora, dame la información.

—¿No debería saberlo? Ya que usted es el oráculo.

—Sé muy bien quienes son los héroes porque fui a ver a cada uno, pero parece que los dioses se dieron cuenta de mis planes y no puedo ver los rostros de todos los villanos.

—¿Hay héroes? ¿Y cómo supo que yo era un villano?

—Tuve que hacer unos favores a los dioses para rastrear al que tenía un futuro más tenue. Casi me matan en el proceso, pero valió la pena.

—¿Cómo logró que no la maten?

—Estás muy preguntón hoy, ¿No?

—Solo quiero saber para confiar.

—Llegué al bosque prohibido y a cambio de darle un espectáculo a la Diosa del destino me dio la habilidad de que los dioses no puedan verme. De hecho es divertido, cualquiera al que toque dejará de ser visible por unas horas.

Tenía ganas de preguntarle que tuvo que hacer, pero mientras más preguntaba más sabía que ella no deseaba responder.

—¿Es útil? —Pregunté

—Algo así, mira —Tomó aire para gritar —¡Los dioses son unos imbéciles!

La tierra retumbó y del cielo bajó una bola de fuego que impactó contra el jardín mientras el oráculo reía suavemente. Vaya, al menos ya sabía como encender una fogata sin fósforos.

—No me pueden matar. No saben dónde estoy. Bien, dime que sabes, espero que a ellos también los hayas preguntado como a mí.

—Parece que dos tienen sirvientes. Son personas de alto rango, sus posibles nombres son Chris y Louis. También una cazadora llamada Irina, aunque Ariadne no mostró mucho de ella.

Después de darle descripciones gráficas de ellos parecía que tenía personas en mente. Aunque no tomó notas porque según decía ella tenía buena memoria, pero se le olvidaban los nombres con frecuencia. Le tuve que escribir con lápices de la universidad los nombres y características. Eran muy innovadores los lápices, era algo que solo encontrabas dentro de la universidad. Pero fue en ese momento cuando terminaba de escribir las características que escuché algo extraño. Una moneda caer. No sabía de dónde venía aquel sonido, parecía llegar de todos lados a la vez.

—¿Escucha eso? —Pregunté.

—No, no escuché nada.

—Una moneda cayendo.

El Destino del Villano. (1/3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora