Capítulo 16- Una serpiente me cuenta su vida y el Caos me guía.

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Después de todo el momento emotivo me quedé a un lado de la cabina, no quería tener que volver luego porque sentía que perdía una oportunidad, aunque el esperar tanto tiempo tampoco era muy agradable.

—¿Te sientes mejor? —La serpiente trataba de hacer conversación

—Sí, hablar ayuda mucho, ¿Tú también le contaste toda tu historia?

La serpiente se enrolló en mi cuello como lo hacía habitualmente

—Algo así, aunque ya se la sabe de memoria siempre es muy satisfactorio contárselo, tú me entiendes.

—¿Me quieres contar a mí? —Pregunté.

Ahora que lo pienso, nunca me había puesto a pensar mucho en como es que llegó a ser una serpiente.

—¿Quieres escuchar?

Miré la larga fila que se extendía a la lejanía

—Tengo tiempo.

—Antes era un consejero, el consejero de un príncipe, él era cruel, dicen que los villanos se hacen, pero él nació así, era una semilla podrida que traería plaga. —Contaba con un tono ansioso— Tenía una sala de tortura, así de cruel era, siempre traía esclavos de todo tipo para jugar con ellos, yo le aconsejé que dejara de hacer eso, porque los esclavos ya eran demasiados y corría el rumor, ¿Cómo no? Si es que él hacía limpiar el desastre a los familiares de sus víctimas, ¿Cómo no reconocerían a los suyos?, él sonrió festivo, dijo que ya no traería esclavos, un día me citó a su alcoba y ahí estaba mi esposa, mi pequeño hijo recién nacido, mi hija menor, mi hijo mayor y nuestros dos gatos, el mundo es cruel, sobre todo con quienes no lo son, con quienes no tienen que no tienen nada que ver.

Aún tenía dudas sobre si toda su familia estaba muerta, aunque quisiera preguntar, no me parecía lo más oportuno

—Pero me quedé a su lado, aun después de todo ese desastre, los dioses me castigaron quitándome la voz, el príncipe siempre me daba un dedo de alguien de mi familia cada año, como regalo, me torturó por años, de distintas maneras, pero los dioses jamás hicieron nada, me acusaba de robar cosas pequeñas y usaba eso de excusa para golpearme, nadie se levantó. Ah, pero cuando lo maté, él había traído a una joven mujer como prometida, ella era muy amable y escuchó mi historia primero, lloró conmigo y yo con ella, ella veía mi sufrir y yo escuchaba el suyo, el príncipe planeaba matarla porque su hermano mayor la quería a ella también, entonces lo maté, pero qué mala suerte, la revolución había estallado, buscaron al príncipe, pero ya estaba muerto, y tenía que haber una ejecución, ¿Adivinas a quien encontraron culpable por aconsejar mal al príncipe y matarlo?, eran unos sucios pueblerinos —Su tono se fue volviendo en ira.— Con armas y sed de venganza, se creían justicieros, pero eran monos levantando armas como unos idiotas, ellos se revolcaban en su miseria, nunca actuaron por las víctimas, solo por ver sangre, ellos eran unos asquerosos, que abusaron de las mujeres del palacio, se vistieron con las ropas de los ricos creyéndose mejores y sacudieron su estiércol por todo el palacio diciendo "Justicia por el pueblo." Pero ellos solo querían tomar el dinero, reírse de las víctimas, dejaron al príncipe muerto como un alma incomprendida y a mí como un miserable malvado que intentó hacerse de poder. Antes de morir torturado sin piernas y con varios hombres planeando cosas parecidas a las del príncipe, le recé a los dioses rogando por misericordia, pero ellos no me ayudaron, me condenaron a servir a otros como castigo por matar al príncipe.

—¿Nunca hiciste nada por las víctimas? —Estaba muy metido en su historia y ahora tenía dudas

—Vaya que lo intenté, pero cuando llegas al décimo quinto latigazo por injurias contra el hijo favorito de su alteza, escuchas las risas de quienes intentas proteger y te escupen luego de golpearte, empiezas a sospechar que vale la pena no ayudarlos, no me mataban por ser su juguete, ¿Has visto el infierno?

El Destino del Villano. (1/3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora