Capítulo 34- Una nave cae ensuciando mi comida y nos arrestan.

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Una vez que entramos al portal nos dimos cuenta de lo estúpidos que fuimos. No entraré en detalles, pero por ahora estábamos en un mundo desconocido cayendo por un risco lleno de rocas.

—¡Ahhh! —Gritó Giorgio para luego atragantarse porque un insecto se le metió a la boca.

Saqué la daga y la clavé contra el risco para amortiguar mi caída. No podía hacer mucho por ellos, ya que estaban lejos y no estábamos amarrados con una soga para que ellos se beneficiaran de mis habilidades. Lamentable, pero cierto. Pude caer a salvo, pero ellos quedaron estampados contra el suelo. Dejaron el suelo manchado con su sangre y quedaron desfigurados por un buen rato hasta que la regeneración llegó por completo y los dejó como nuevos. Se escuchaban los crujidos de sus huesos volviendo a sus lugares correctos y la de sus respiraciones que volvían.

—Creo que la próxima vez haremos lo de siempre. —Dijo Nico.

—Sí, fue una pésima idea. —Concordó Giorgio.

—Bien. Levántense. Vamos a preparar el almuerzo y después seguiremos analizando el terreno.

Revisé que las mochilas se encuentren bien. Algunas latas de comida estaban rotas lo cual ensució las otras latas que aunque habían sobrevivido estaban abolladas. Saqué todas las latas separando las buenas de las que ya estaban rotas. Nico se había ido con Giorgio para recoger leña o algo parecido juntos. Vi que teníamos para comer entre las latas buenas, me decidí por una sopa para calentar el cuerpo y arroz con pescado frito para llenarnos. Hubiera querido hacer una ensalada de coliflor, pero no había limones para darle sabor. Separé las cosas y limpié las latas buenas con mi camiseta.

Una vez que llegaron trajeron algo parecido a la madera, pero se sentía con un tacto extraño, rugoso y al quemarse soltaba un olor a canela suave. Preparé las cosas, aunque Giorgio y Nico ya me estaban apurando por el rugido de sus estómagos que pedían comida.

—¿No nos vamos a preguntar que es? —Preguntó Nico viendo el cielo.

—No. —Dije para empezar a comer.

No es que no sea curioso, pero no me importaba, ¿Cómo sé que no me importa? Pues, puedo vivir sin saber, así que cuenta cómo que no me importa.

—Creo que lo que sea que está en el cielo está cayendo. —Dijo Giorgio para acercar el plato de caldo a su boca y empezar a comer más rápido.

—¿Nos va a caer encima?

—Creo que no. —Habló Giorgio viendo cómo caía en sentido contrario a nosotros.

—Entonces no nos importa.

—¿No piensas que sea importante? —Cuestionó Nico.

—Si lo es lo vamos a saber. —Dije feliz de poder comer.

—¿Cómo? —Preguntó Giorgio.

Antes de que aquello parecido a una nave cayera a lo lejos dejando un estruendo y levantando un poco de tierra por lo que cubrimos con nuestro cuerpo nuestra respectiva comida. Aunque no lo logramos y terminó hecha un desastre por la tierra.

—Los voy a matar. —Murmuré viendo mi pescado sucio con tierra. Aún tenía hambre y la comida por la que me había demorado y dejado parte de mi tiempo de vida estaba sucia por culpa de aquella cosa metálica que había caído del cielo. —Olvídenlo. Ahora me importa, voy a por ellos. Gio, prepárate algo para ti y para Nico con el atroz de la olla. Yo voy a por ellos.

—¿Te dejo para ti también cuando vuelvas? —Preguntó Giorgio.

—No, creo que comeré allá.

—Voy a intentar creer que los vas a saquear para comer algo y no comerlos de manera literal.

El Destino del Villano. (1/3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora