El Destino del Villano. (1/3)

Capítulo 19- Me hacen parrilla, ¡Odio ser valiente! Es estúpido.

—¿Y debe ser cada vez que yo cruce? Es decir, ¿si cruza alguien más no hacemos el sacrificio?

—Exacto, es más, te lo haremos más fácil, solo habrá ese sacrificio, planeábamos unas docenas más, pero sí, estamos bien con eso.

Entonces el Dios de lentes preguntó.

—¿Y qué vas a escoger de castigo?

—¿Castigo? —Repetí sin saber a lo que se refería.

—Sí, tu castigo en caso no cumplas, ya sabes, formalidades, pero sí, tienes que escoger un castigo. —Dijo el Dios soltando una risa como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿Mirar diez horas seguidas como fríen huevo con todo y cáscara? —Pregunté.

—Oh, no, no somos tan malos. —Dijo la diosa atrás suyo, aunque dudaba, severamente, sobre sus palabras.

El dios chasqueó los dedos y apareció una ruleta.

—Es hora de la ruleta de los castigos. —Dijo apareciendo una cuchara en sus manos como si fuera una especie de micrófono.

—Oh, me encanta esta parte. —Ella se sentó a mi lado.

—Ja, ja, sí, a mí también. —Dije fingiendo emoción.

En la ruleta solo había siete palabras, pero eran pecados, esto iba a ser terrible, algo en mí lo sabía. Tal vez por calaveras que salieron por las paredes, prefería ignorar a esas calaveras, pero tenía dudas.

—¿Y ellos? —Pregunté.

—Oh, nada, solo malas personas, pero nos gusta tenerlos para ambientar —Dijo el dios como si eso explicara todo. —¿Están listos?

—¡Sí! —Pegó un grito la diosa a mi lado.

—Así me gusta, mucho ánimo. —Dijo para tomar la parte movible de la ruleta y tirar con fuerza.

Ambos estaban emocionados viendo cómo la ruleta seguía dando vueltas, yo, por otro lado, estaba viviendo otro tipo de emoción, una más cruda, más horrible, más humana. Y entonces la ruleta paró dando unos espacios más, cerré los ojos intentando que así todo pasara más rápido.

—¡Gula! —Dijo el Dios triunfante.

No sabía que significaba, pero como era un castigo no me gustaba de todas maneras.

—Bien, hecho, es un castigo muy vistoso. —Dijo la diosa palmeándome la espalda en señal de ánimo

—¿Y eso significa qué …? —Pregunté.

Ellos se miraron, bajaron un poco sus lentes y soltaron una risa. —¿En serio? —Preguntó el Dios.

—Sí, ¿Podrían decirme?

—Pues, si no haces el sacrificio te dará un hambre voraz por un tiempo indefinido, pero será un hambre brutal que no lo sacie nadie ni nada. —Me respondió la Diosa.

Sonaba horrible, pero no quería que se rieran de la cara que deseaba poner.

Tal vez la mejor opción no era asesinar a alguien cada vez que yo pasara, pero era mejor que los juegos sangrientos con tenedores y cucharas con niños discapacitados que ellos también deseaban. Seguro si por cada viaje llevaba a algún condenado a muerte sería más fácil.

—¿Y si el sacrificio muere bajo accidente?

Tenía que estar preparado para posibles inconvenientes.

—No, solo sirve si sacrificas a alguien estando vivo, si muere sin ser “sacrificio” deja de ser un sacrificio, nada de accidentes, todo ocasionado y como última petición, mata a los sacrificios cuando te vayas. Pero si apenas entras lo matas sin terminar la misión, nosotros te mataremos por creerte listo. —Dijo el dios fastidiado.