Él solo se limitó a mirar todo a su alrededor, sonrió feliz para respirar con fuerza. —Todo en orden, como debe ser.
Estaba preocupado por el niño, sé que en este mundo es muy normal, más de lo que debería. El tener este tipo de traumas, podía preguntarle a cualquier niño de la calle y me daría una historia trágica de como le mataron a alguien en su cara, pero no me gustaba que fuera así, él se aferró a mí, abrazándome por el cuello, pasé mi mano por su cabello negro.
—Tranquilo, lo voy a arreglar, todo vas a estar bien. —Dije para el niño.
Erik entonces se acercó a mí. —Casi parecemos una pareja con su hijo.
—Sí, claro que sí. —Dije sarcástico.
—Oh, espera, tienes mal puesta la mascarilla. —Dijo para acomodarla, atrás mío aún me golpeaban con las piedras, pero era aguantable, aunque era fastidioso sentir como las piedras golpeaban mis huesos podía soportarlo. —Ahora estás bien, estás perfecto.
—¿Qué animales vamos a cazar? —Pregunté ya pensando en lo peor.
—Buitres, ya te dije que han estado comiéndose a mi ganado.
Algo dentro de mí se alivió. Las bestias aún seguían sobre el cuerpo de Sophie o lo que alguna vez había sido, pero ya para los muertos había pocas cosas que importaran, las bestias se revolcaban sobre los restos del mayordomo peleándose por dejar sus secreciones en el cuerpo de Sophie, era el infierno en vida, era mi infierno personal.
—Pero vamos a necesitar una carnada. —Él se dirigió a donde la niña quien de inmediato se asustó. —Dime, pequeña, ¿Quieres jugar a la familia?
Ella se veía nerviosa, tanto como una niña que acababa de ver una escena tan brutal y desgarradora como la de una mujer siendo abusada y atacada por bestias, entre humanos y bestias desnudos atados al cuello como animales para después ver al autor intelectual de tal barbaridad que le preguntaba si quería jugar a ser familia podía estar.
—Tomaré tu silencio como un sí —Erik sonrió ante la mirada llena de horror de la niña. —Pero ninguna hija mía puede estar descalza, les pondré ropa e iremos a cazar, ¿Les parece?
Le tomé la palabra porque ante tanto silencio él podía explotar.
—Yo me encargo de los niños.
—Oh, qué lindo, eres un hombre de familia —Dijo con una ternura fingida. —Los llevaré al depósito.
El frío había bajado, pero aún corría una brisa helada. Llevé a los niños al depósito que Erik me señaló desde afuera del granero, un enorme depósito sin pintar, con candados grandes que con ayuda de la llave que trajo un sirviente de Erik pude abrir. Apenas abrí me di cuenta de todo, era la ropa que le había quitado a todas las personas, reconocí la chaqueta de cuero que solo podía ser de alguien en las granjas, la de la madre de Lea, la de los padres de Lían, la de niños, era muy desolador, pero seguí en silencio.
—Elijan su ropa y vamos.
Bajé al niño de mis brazos, con su hermana se separaron para buscar ropa. Al final ambos llegaron con ropa, ayudé al niño a cambiarse mientras su hermana se iba a una esquina por dentro del granero para ponerse la ropa sin que nadie la viera.
—¿Cómo te llamas? —Preguntó tímido, tenía el abrigo de cuero rojo que le había regalado, una camiseta negra parecida a las mías que decía en letras rojas "El sol brilla." Con la diferencia de que tenía un dibujo de estrellas alrededor, unos pantalones de algodón azul oscuro, unos zapatos negros que seguro eran de otro niño de su edad.
—Me llamo Sean, ¿Cómo te llamas tú, pequeño sol? —Pregunté amarrándole los zapatos.
—Me llamo Nico, Nico D'amato. —Dijo mientras bajaba sus manos para calentarlas dentro del abrigo.
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El Destino del Villano. (1/3)
FantasíaUn mundo que ocurre mucho después del nuestro, un mundo destruido donde los dioses son crueles. Una universidad de la que nadie sale. Cinco países, un héroe y un villano por país. Sean es elegido como villano, pero existe una profecía que acecha a...