9. House Tour

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— Bienvenido a tu nueva vida manito — dijo sonriente Alex al llegar a la casona.

Martin bajo del auto y se paró frente al lugar admirando la belleza de este. Era un edificio antiguo pero muy pintoresco, de un color rojizo con un cartel que leía "Libertad", el nombre del bar. Se podían ver desde la calle en la planta alta los ventanales de la residencia con grandes persianas también rojas.

Bajo sus pertenencias ayudado por Alex y Chiara. Estos le enseñaron la entrada a la casa. La entrada estaba en el costado del edificio, al entrar se veía la escalera que llevaba a la entrada de la residencia.

Los chicos subieron efusivamente. Chiara fue la encargada de hacer el "House Tour" así fue como ella lo llamo. Estaba tan eufórica que hablaba rápido sin parar y tironeaba del brazo de Martin para llevarlo por todos los espacios de la casa.

— Bueno y esta es tu room, ¿qué te parece? ¿Te gusta? Se ve bien, ¿no? Si quieres te puedo ayudar a decorarla y también podemos... — hablaba sin parar cuando Martin la interrumpió antes de que siguiera con todas sus sugerencias y preguntas.

— Si, Kiks podemos hacer todo eso y más si quieres, pero hoy no, porque estoy muerto, ¿vale? — dijo calmadamente Martin con una sonrisa adorable.

Estaba agotado y lo que más le apetecía en ese momento era ducharse y dormir un rato.

— Kiki, porque no dejamos que Martin se acomode. ¿Me ayudas con la cena? Hoy nos toca a nosotros y aún no hemos comprado nada — Dijo Alex mirando a Chiara.

— Of Course — contesto Chiara animada, le encantaba preparar la comida con Alex porque este le dejaba probar todo lo que iba preparando y siempre cocinaba lo que ella quisiera. Se giro para ver a Martin nuevamente — ¿Necesitas algo del market?

— Si puedes me traes las galletas de Los Simpsons que me encantan — pidió Martin, eran una de sus cosas favoritas y le apetecía desayunar eso en la mañana.

— Done! — exclamo Kiki — ahora te dejamos descansar, pero en unas horitas vuelvo por ti para que cenes con todos y conozcas a los que faltan — dijo Kiki eufóricamente mientras se alejaba dando saltitos.

Martin y Alex se miraron a la vez y sonrieron, era imposible no amar a Kiki era una niña de corazón en un cuerpo de adulta.

— Bueno manito, nos llamas si necesitas algo — Alex se alejó dejando a Martin solo en su cuarto para que pudiese acomodarse.

Martin se paró en el medio de la habitación, examino con su mirada cada rincón de la misma. No era muy grande, pero era perfecta para él, la antigüedad de sus paredes y muebles le daba ese toque bohemio que el tanto amaba, y las dos ventanas estaban ubicadas en los lugares correctos, abrió las persianas de par en par dejando entrar una luz muy acogedora que se colaba por estas.

Comenzó a sacar su ropa de la maleta, y acomodo todo en el pequeño armario y cajones que había. Saco una muda de ropa limpia, se dirigió al baño para ducharse, dejo el agua correr por su cuerpo relajándose del día agotador que tuvo.

Cuando estaba listo se dirigió a la habitación, saco su guitarra de la funda, se sentó en la silla al lado de las ventanas. Toco los primeros acordes que le vinieron a la mente. La melodía y unas palabras sueltas se apoderaron de sus pensamientos, rápidamente saco su libreta y anoto todo en ella para no olvidarse.

Ese pequeño objeto era su bien más preciado ahí anotaba creativamente todas las ideas que volaban por su mente, poco a poco esas notas y palabras sueltas iban convirtiéndose en canciones.

Tenía todo tipo de canciones, de amistad, de descubrimiento personal, de amor y desamor, aunque estas últimas dos eran basadas en su imaginación o historias ajenas de parejas que se cruzaba en la vida y usaba los gestos que apreciaba de ellas para inspiración.

Martin no había vivido en primera persona el amor, no sabía que se sentía cuando te besaba la persona de la que estabas enamorado, o que reacción tenía el cuerpo cuando era acariciado, o que se debía hacer cuando el amor te encontraba y te miraba a los ojos. Era un mundo extraño para él.

Le había costado aceptar su sexualidad porque era el blanco fácil de las burlas durante su adolescencia. Cuando le confeso a su familia que era gay, sintió una carga enorme caer de sus hombros, su familia lo amaba y le inculcaron siempre vivir a pleno dejándose guiar por su corazón y siendo responsable afectivamente.

Martin estaba ansioso por sentirse enamorado, quería escribir canciones que hablaran de su historia de amor, estaba convencido que el destino pronto lo pondría frente a frente con la persona que inspiraría todas sus canciones. Aunque tenía miedo de no reconocerlo cuando lo tuviese en frente, como podría saber que era su alma gemela la que se encontraba frente a él.

Se recostó sobre la cama y cerro sus ojos intentando soñar con ese primer beso de amor que tanto anhelaba, entre pensamiento y suspiro cayo en un profundo sueño quedando dormido en su nuevo lugar. 

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