Parte 22

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"¡Detén el auto!", gritó Tom haciendo eco a los gritos que había guardado durante todo ese tiempo.

Las llantas arrastraban y rozaban contra el asfalto mojado por la lluvia, levantando una cortina de agua que flotaba como un velo de vidrios rotos en una tienda.

Tord salió del auto, sus pasos alcanzaron el suelo embarrado, y la lluvia lo golpeába como si fueran miles de puñales en su piel. Tom lo siguió de cerca, con sus palabras amordazadas por la inquietud.

"¡¡¿De qué estás hablando Tord!?, ¡vas a echar a perder todo lo que construimos!", gritó Tom con una voz profunda que amenazaba a la misma tierra.

"¡¡Es por eso que deberíamos ir a la armada!!", replicó Tord, con sus ojos brillantes como dos soles hundiéndose en un mar de ira. "¡Estaremos seguros y seguiremos siendo una familia!", insistió, pero sus palabras se ahogaron en la duda de Tom.

Tom observó a Tord con una mirada que era más cargada que un bloque de hielo. Su rabia y desconfianza borraban cualquier vestigio de comunicación entre ellos.

Los leves rayos lejanos del sol y el silencio era más que una nube gris en el cielo: era una amenaza.

Hasta que el silencio se rompio con las palabras de Tord: "Tom, por favor... , ellos van a aniquilarlo todo", su voz era como una plegaria para un mundo que se aproximaba a ya no ser lo de antes.

Tom, de pie frente a él, con una mirada fría soltó sus palabras como una cuchilla sin rumbo: "¿Y tú no lo harás?", aseveró.

Tord no dijo nada. Sus ojos buscaban palabras que no alcanzaban y su mente comprendía lo que Tom estaba diciendo, pero su corazón navegaba en mares diferentes.

El viento se apoderó de sus cabellos, como si se los estuviera robando, y a Tord le pareció que las nubes se estrellaban contra el suelo, fragmentándo sus palabras en el silencio.

Tom se mantuvo frente a Tord, cuyo silencio resonaba como las campanas de un templo hundido.

"No voy a permitir que mi hija pise ese lugar otra vez", afirmó Tom con una voz fría. "Y si prefieres ese lugar antes que a tu propia familia... será mejor que no nos busques."

Como una mancha de tinta en la tela blanca de su rabia y tristesa, Tom se giró para dirigirse hacia el auto. Su espalda era como un muro escrito con letras que jamás desaparecerán, mientras cada paso se hundida en el mojado camino de dolor.

Como una mariposa que ve a la lluvia acercarse, Tord sintió su mundo deshacerse a su alrededor, su respiración se aceleró y cada palabra que escuchaba era un recordatorio de todo lo que había perdido y estaba a punto de perder.

¿Por que sigues haciéndome esto?

Se preguntaba como si todos sus pensamientos fueran espinas que rasguñaban su corazón, Tord se quedó inmóvil, mirando más allá de la línea del horizonte, su frente empapada de sudor y su mente buscando una sola respuesta para que su mundo dejara de temblar.

Tord sintió cómo su garganta se cerraba, como si un nudo gigante tratara de ocultar las palabras que no podían salir. El dolor retumbaba en su cuerpo como si fuera una trompeta de guerra que no permitía que las lágrimas salieran, pero su pánico era tan profundo que solo pudo cubrirse los ojos para fingir que las lágrimas no existían.

La neblina de la angustia comenzó a invadir el alma de Tord, y mientras se preguntaba en que momento salieron mal las cosas, un sentimiento oculto, enterrado bajo el dolor y la impotencia comenzó a emerger.

Solo tú. (Tomtord) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora