Parte 25

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El ambiente del cuarto de Susan era frío y lleno de una neblina triste, que se ahogaba con un sentimiento pesado y sombrío.

Susan estaba sentada en su cama, observando fijamente el horario que le entragaron. No importaba cuántas veces lo mirara, el espacio que su vida había dejado seguía siendo un vacío enorme.

Pero los recuerdos de su padre, Tom, retumbaban en su mente como una manera de tranquilase.

-Sé que es difícil, hija... Pero él hace lo que puede... Trata de apoyarlo —decía Tom, con sus palabras echando resplandor sobre el vacío en el corazón de Susan.

Con un gesto decidido Susan suspiro y tomo aire. Sabía que tenía que tratar de entender por que se hacía todo esto, aunque se sintiera como una montaña en un sueño.

Con una decisión nueva y despierta, Susan se puso de pie y dio un paso adelante. Cerró los ojos un momento para centrar su aliento y su corazón, y después abrió la puerta y salió de su habitación.

Del otro lado de la puerta, esperándola con paciencia, estaban Paul y Patrick, los dos oficiales asignados para acompañarla.

Paul y Patrick se quedaron quietos, observando como Susan salía lentamente de su habitación. Los dos oficiales movieron sus cuerpos a la vez y la saludaron:

—Buenos días, Susan.

—¿Ya estás lista para el día? —preguntó Paul, tratando de relajar a Susan.

Pero ella solo se encogió de hombros en respuesta, asintiendo rápidamente. Luego, dio la espalda a los hombres y dio a entender que quería empezar el día. Paul y Patrick intercambiaron un rápido vistazo y empezaron a caminar detrás de ella.

En el camino hacia el salón privado de Susan, Patrick le iba contando los detalles del día, hablando de las clases que iba a tomar y la asistencia de él y Paul en todo momento. Mientras se acercaban a la puerta, Susan solo podía pensar en su nuevo horario. ¿Cómo se convirtió mi vida en esto? ¿Cuándo...?.

Susan recordó con dolor su vida antes de todo esto; una vida llena de risas, amigos, y libertad para ser quien ella quería ser. Pero ahora... todo había cambiado. Era como si la alegría que había en su vida hubiese desaparecido, absorbido en un callejón sin salida de tareas y obligaciones. No había más tiempo para correr libremente en el campo de su casa, ni para reír y hablar con sus amigos hasta la madrugada.

Susan se detuvo frente a la puerta del salón. Las palabras de Patrick se volvieron un susurro distantes, como si estuviera escuchando a través de la niebla. Se dio cuenta de que Patrick y Paul la estaban mirando fijamente, esperando a que abriera la puerta y entrara al salón.

—Buena suerte, Susan —dijo Patrick finalmente, con una sonrisa forzada.

Susan asintió con sequedad, y luego abrió la puerta y entró al salón y dejar a Paul y Patrick custodiando la puerta.

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Con una lentitud característica de las pesadillas, Tord se incorporó con ojos entreabiertos en la cama que compartía con su esposo, Tom. El frío y el vacío de la habitación invadieron su cuerpo antes incluso de abrir los ojos, confirmando su soledad.

Tord se tumbó de nuevo en la cama y frotó su rostro con la mano izquierda, sentado su brazo mientras continuaba buscando el calor de su esposo en vano. La incomodidad creció en él como una nube de tormenta y a un tiempo sintió la necesidad de ver el tiempo para asegurarse de no llegar tarde.

Solo tú. (Tomtord) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora