Solo tú. (Tomtord)

Parte 26

Un silencio se formó en la sala mientras Tord asumía su lugar en la cabeza de la mesa. Su voz resonó con firmeza a través de la habitación, un eco de su voluntad incontestable:

—Todo lo que fue destruido será reconstruido con edificios modernos y avanzados, y a medida que se levanten en la tierra... ". Tord se levanto para recorrer la habitación con sus ojos penetrantes, que retenían las miradas de sus generales, y continuó: "Cada ciudadano será forzado a seguir el régimen que se dictará. Toda la nación tendrá una nueva Constitución, bajo la cual se encontrarán los derechos y las obligaciones que les serán dadas.

Tord seguía hablando, su voz seguía su tónica grave y firme, como una corriente de agua que corre por un río de gran profundidad: "Cualquier resistencia a la nueva Constitución será castigada con severidad, y sin piedad. Los lugares fuertes serán vigilados constantemente, y los habitantes de las ciudades serán vigiles los unos a los otros.

Tord se movió a un mapa del territorio extendido en la pared, y comenzó a marcar los lugares para las nuevas bases con un marcador.

—Estos son los lugares en donde se construirán nuevas bases. Los nuevos reclutas llegarán, y serán entrenados con los métodos asignados—, dijo Tord con un dejo de satisfacción en su voz.

Uno de los generales levantó la mano.

—¿De dónde obtendremos estos nuevos reclutas, señor?—, preguntó.

Una sonrisa sutilmente sádica apareció en la cara de Tord.

—Los reclutas vendrán por sí solos. No les quedará de otra qué unirse a la Armada, depues de vivir bajo mi liderazgo esa será su única salvación...

La cámara pareció estar totalmente en silencio por un instante, antes de que otro general levantara su mano.

—¿Y cómo sabremos que estos nuevos reclutas son aptos para esto? ¿Cómo sabremos que no son infiltrados?

Tord respondió con firmeza.

—Todo aquel que se una a nuestro ejército deberá someterse a un arduo entrenamiento físico y mental. Si sobreviven, serán parte de la Armada. Si no son útiles, serán ejecutados como traidores—.

Las palabras resonaron en la sala, poniendo un final al debate. Tord había dado su veredicto, y su liderazgo, sin discusión, era irrebatible.

Tord, orgulloso por el plan formulado, clavó su mirada en sus generales.

—¿Todo está claro?

Un coro de afirmaciones fue la respuesta. Tord asintió, satisfecho.

—Bueno, entonces, retirence. Ya hablaremos de la siguiente etapa de nuestro plan en breve.

Los generales se levantaron de sus asientos y se retiraron de la sala.

Cuando los generales se retiraron un silencio tenso llenó la habitación mientras Tom seguía mirando fijamente a Tord, con sus ojos vacilantes y llenos de desprecio. Con su tono de voz calmado pero severo, Tom habló.

—No puedo creer lo que acabas de decir, Tord. Pensé que eras mejor que esto, que no era solo sobre el poder para ti.

El silencio se extendió por la habitación como una película fria. Tord y Tom se enfrentaban, sus miradas estudiando al otro con intención, sus posturas tan firmes y definidas como el contorno de su personalidad.

—Esto no es algo negociable, Tom...—, dijo Tord,  con una voz silenciosa y firme.. —Cada decisión que he tomado tiene su razón, ¡y no puedo ignorar mis preocupaciones!

—Sé que estás en desacuerdo conmigo, Tom—, continuó Tord, su voz ahora temblorosa como las hojas en un viento cortante. —¡Pero tienes que entender que este es mi futuro tanto como el tuyo! ¡Solo intento seguir hacia adelante como mi experiencia me dice que sea!