Parte 3

185 19 2
                                        

—¿Entonces... te vas el domingo? —preguntó Edd, parpadeando con lentitud, su voz apenas un murmullo cargado de vacío. Sus ojos se mantenían fijos en Tord, pero parecían no querer enfrentarlo del todo.

—Te vamos a extrañar, Tord —exclamó Matt con sinceridad, forzando una sonrisa débil que no alcanzaba a borrar la tristeza de su rostro.

—No se sientan tristes, chicos... esto es una gran oportunidad para mí. Y esto no significa que me olvidaré de ustedes —dijo Tord, intentando sonar optimista, aunque su tono carecía del entusiasmo habitual. Su expresión se mantenía serena, casi forzada, como una máscara mal colocada. Pero sus amigos evitaban sostenerle la mirada; sus bocas permanecían fruncidas, y sus rostros dibujaban una mezcla de preocupación y resignación.

El ambiente se volvió espeso, como si el aire en la habitación se hubiese detenido. Aunque Tord hacía el esfuerzo por tranquilizarlos, sus palabras apenas arañaban la superficie de la tensión que flotaba entre ellos. Su anuncio había dejado un vacío incómodo, imposible de disimular.

—Y... ¿se lo vas a contar a Tom? —preguntó Edd de pronto, rompiendo el silencio con una mirada directa. Su voz sonó cautelosa, pero no menos inquisitiva.

Tord vaciló por un segundo, sus ojos se movieron hacia la puerta, como si esperara poder escapar por ella.

—¿A qué te refieres? —respondió, fingiendo desinterés, aunque su tono lo traicionó con un leve temblor.

—Pues también es tu amigo, ¿no? —continuó Edd, ladeando la cabeza con una expresión confundida—. Matt y yo hemos notado su... extraña relación. Supusimos que eran tipo... amigos.

Tord soltó una risa seca, apenas una exhalación tensa que no llegaba a ser verdadera.

—¿Qué dices? Tom y yo no somos amigos, jajaja... —murmuró, desviando la mirada hacia la ventana. Evitar sus ojos era más fácil que enfrentar la conversación.

—Pues es difícil no pensarlo —intervino Matt, entrecerrando los ojos con desconfianza—. Edd y yo hemos notado que se llevan bien cuando no estamos cerca... y que salen por las noches, a veces.

—Esas son solo coincidencias —se apresuró a decir Tord, cruzándose de brazos con nerviosismo—. Nos damos aventones, eso es todo. Y Tom no siempre es aburrido, chicos... a veces hasta cuenta buenos chistes cuando ustedes no están.

Intentaba sonar despreocupado, pero cada palabra salía más torpe que la anterior. Matt frunció el ceño, claramente dudando. Había cosas que no encajaban del todo. Estaba a punto de hablar cuando Tord lo interrumpió con rapidez:

—Tengo que alistar algunas cosas para el domingo, chicos. ¿Les parece si hablamos de esto después?

Se levantó de golpe y se alejó con pasos apresurados hacia su habitación. Ni siquiera miró atrás. Matt lo siguió con la vista, notando el ligero temblor en sus manos al cerrar la puerta.

Era cuestión de tiempo. Sabía que sus amigos acabarían por sospechar... ¿Cómo no hacerlo, si últimamente ya casi no disimulaban?

Tord se dejó caer sobre la cama, con los ojos clavados en el techo. Había insistido tantas veces en hacer pública su relación con Tom, pero Tom siempre encontraba una excusa. Siempre había algo más importante, algo que podía arruinarse si los demás sabían.

Tom tenía miedo.
Miedo del juicio, del qué dirán, de perder esa imagen que tanto le costaba mantener.

Y Tord... Tord había tenido paciencia. Lo entendía. Pero ese mismo tiempo que le daba a Tom, se lo estaba quitando a sí mismo. Los últimos años habían pasado tan rápido... entre miradas a escondidas, encuentros furtivos y promesas a medias. Se había olvidado, por completo, del compromiso que había asumido cuando aceptó la carta.

Solo tú. (Tomtord)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora