Capítulo 9: Sin vida.

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―Vaya, al fin; ¡pensé que nunca llegarían! Ya estaba comenzando a preocuparme. ―Escucho la voz de Cody tan lejana que resulta difícil creer que está a tres pasos de distancia de nosotros.

Siento como Zach suelta mis piernas, indicándome implícitamente que debo bajar de su espalda; así que desenredo mis brazos de su cuello y me deslizo hasta quedar sentada sobre la arena, ignorando el dolor punzante en mi tobillo y mirando mis manos, como si tuvieran escondidas, en alguna parte entre mis palmas y dedos, las respuestas que no encuentro.

Después de haber encontrado un cadáver minutos atrás, Zach y yo nos dispusimos a volver al punto de reunión y, en todo el camino, nadie pronunció palabra alguna. Bueno, al menos yo no. Pero estaba tan absorta en mis pensamientos e inquietudes que no me sorprendería que él me hubiera hablado sin conseguir respuesta. No dejaba de torturarme a mí misma cavilando sobre lo que podría pasarnos, a todos nosotros. Tengo tanto miedo que no sé cómo no me ha dado un ataque de pánico todavía, porque he tenido de esos. No es una imagen que me agrade mucho: la taquicardia y la dificultad para respirar, acompañadas de una ansiedad insoportable. Me dio un ataque cuando encontré el cuerpo de David, y otro cuando descubrí cuál fue la causa de su suicidio. Ambos episodios de mi vida fueron tan dolorosos que el asunto de me escapó de las manos y acabé en una ambulancia, con mi madre destrozada por la, en ese momento, reciente tragedia y, encima, preocupada hasta la médula por mí.

Cuando encontramos el cadáver, fue como si estuviera viviendo el encuentro de David sin vida de nuevo. Porque, aunque no conozca a la chica, no puedo evitar reproducir ese momento traumático de mi existencia en mi cabeza una y otra vez, relacionando a David con ella de alguna manera. Los dos están muertos; los dos debieron estar aterrados minutos antes de su muerte; los dos fueron hallados por mí.

― ¿Keyla? ―La voz de Vanessa me saca de mis atormentados pensamientos y subo la mirada hasta encontrarme con sus ojos verdes, llenos de preocupación―. ¿Cómo te sientes?

No tengo fuerzas ni ánimos para responderle con palabras, así que simplemente me encojo de hombros, al mismo tiempo que acerco mis rodillas para rodearlas con los brazos, en un intento por buscar consuelo en mí misma. Me da una mirada tan triste y, sin decir más, me abraza fuertemente. Quiero devolverle el gesto, pero mi cuerpo simplemente no obedece indicaciones de mi cerebro. Es como si fuera una muñeca de trapo, sin vida.

―Está en shock ―habla Cody, sacando conclusiones de mi estado de ánimo―. Acaba de vivir una experiencia que podría considerarse traumática, es comprensible.

― ¿Podría? ―interviene Nick―. La chica se topó con un cadáver, Cody. No veo cómo eso no podría considerarse traumático.

―Bueno, es cierto. Aunque debo decir que siempre cabe la posibilidad de que pase algo peor.

―Rubio, basta ―lo calla Zach―. Lo que menos necesita en este momento es que le minimices la situación; solo provocarás que viva con miedo de lo que podría sucederle. ―Se hinca de rodillas frente a mí y me mira con atención―. Keyla, ¿crees que puedas levantarte? ―me pregunta suavemente, como si de una niña pequeña se tratara.

Asiento con la cabeza, aunque no hago ningún indicio por pararme. Hasta que siento como él me ayuda, tomándome de los brazos con cuidado y estabilizándome hasta que estoy sobre mis pies.

―Necesitas dormir, Celitos.

Camino sin saber a dónde voy, ignorando mi tobillo dolorido y simplemente confiando en que Zach me guiará. Después de que me abrazó hoy, consolándome y prometiéndome que todo estaría bien, sentí como mi ligero desagrado hacia su naturaleza de niño plaga disminuía. No es que antes me haya caído mal su persona. Bueno, no por completo. Y tal vez ahora piensen que la bipolar soy yo, pero en verdad creo que nadie puede ser completamente malo, así como tampoco se puede ser completamente bueno. Y, por lo general, los niños plaga no son tan idiotas como quieren hacer creer a los demás. Sí pueden portarse como imbéciles, pero no son malas personas. Y Zach, por ejemplo, me demostró esta noche que mis pensamientos son correctos. Él se preocupó por mí, y lo sigue haciendo justo ahora, mientras hace una cama improvisada con ropa que saca de una maleta que parece haber sido escogida al azar.

Náufragos [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora