Abro los ojos lentamente, y el sol me quema la vista. Todo el cuerpo me duele, y requiero de cuatro intentos y de toda mi fuerza de voluntad para sentarme. Volteo a mi alrededor y me doy cuenta que estoy en lo que parece ser una playa. No hay nadie ni nada, más que restos del avión en el que estábamos. Parece como si hubiera explotado o se hubiera destruido con el impacto del choque. Tomando en cuenta eso y el hecho de que hayamos caído tan rápido y con tanta fuerza, es un milagro que esté viva. Es decir, ¿cómo fue que llegué hasta acá? Me refiero a que si el avión hubiera explotado, yo habría explotado con él. Y si se hubiera destruido por el impacto... Bueno, supongo que esa es una teoría algo boba. Un avión no se puede destruir así como así por caer. Aunque la caída hubiera sido fuerte, es casi imposible y extremadamente difícil destruir un avión en miles de pedazos, al menos que haya sido por una explosión. Así que me inclinaré por esa opción. El avión explotó y es casi imposible que yo esté viva... Pero lo estoy, ¿verdad?
Me levanto lastimosamente y comienzo a caminar. Tengo que encontrar a alguien, saber cuántos de nosotros lograron sobrevivir, y ver si alguno necesita ayuda médica. Por suerte, yo soy buena curando heridas. Se puede decir que soy casi una experta en primeros auxilios... Escucho quejidos y lloriqueos, provenientes de una voz femenina. Intento seguir los ruidos, y me llevan detrás de una palmera. Me asomo y me encuentro con una chica morena, de cabellos rizados y castaños, delgada y por lo que puedo ver, débil y adolorida. Me inclino hacia ella y veo que es lo que causa que se queje tanto: tiene una pequeña estaca encajada algo arriba de la rodilla; no le atraviesa la pierna pero sí se ve algo profunda y pienso que será mejor sacarla cuanto antes. Me pongo de rodillas a su lado. Ella me voltea a ver y noto que está aliviada de que haya alguien que le ayude; sin embargo, sigue quejándose y haciendo muecas de dolor.
— Tranquila —le digo, intentando calmarla—. Te voy a ayudar a sacar eso, ¿vale? —ella asiente impaciente y sé que ya no puede aguantar el dolor—. Contaré hasta tres y te quitaré esa cosa, ¿lista? —asiente de nuevo—. Bien. Una.., dos.., ¡tres! —Saco la estaca lo más rápido que puedo y ella grita, pero al mismo tiempo sus ojos muestran lo feliz que está de no tener esa cosa más en su pierna.
Nos quedamos en silencio mientras ella intenta controlar su respiración. Imagino que debe doler, aunque no tanto que el tenerla encajada. Me voltea a ver y me regala una sonrisa agradecida. Le devuelvo la sonrisa.
— Será mejor que uses algo como venda —le aconsejo—, y que te laves; el agua de mar puede ayudar a desinfectar...
— ¡Dios, gracias! —me interrumpe, y parece hacer caso omiso a mis consejos—. Por un momento pensé que estaba sola y que nadie vendría a ayudarme —suspira—. Gracias —dice de nuevo, e intenta pararse. Alzo una mano hacia ella y le ayudo.
— De nada —digo antes de que intente agradecerme de nuevo—. Soy Keyla, por cierto.
— Vanessa —sonríe—. Así qué... ¿Alguna idea de en dónde estamos?
— No —suspiro—. Pero este lugar parece estar desierto. Opino que debemos encontrar a tantos pasajeros como podamos, si es que alguien más logró sobrevivir —añado, estremeciéndome.
— Tienes razón —asiente Vanessa, con una mirada de tristeza en sus ojos—. Juro que es un milagro que no esté llorando inconsolablemente justo ahora.
— Igual yo —bajo la mirada y me doy cuenta que es cierto. A estas alturas sería comprensible que ambas estuviéramos hechas un mar de lágrimas—. Bueno —sacudo la cabeza, cambiando de tema—, hay que separarnos. Tú ve a la izquierda y yo a la derecha. Si alguna encuentra algo o a alguien, le grita a la otra para que sepa, ¿vale?
— De acuerdo.
Ambas comenzamos a caminar —bueno, yo a caminar y Vanessa a cojear, mientras ignora por completo la pequeña herida en su pierna—, y pronto me encuentro sola, buscando como un sabueso a cualquier persona que pueda encontrar. De repente, como una ráfaga de viento, Zach llega a mi mente. Dios, espero que esté bien. No es que me agrade, pero de cualquier forma, es un ser humano, y merece estar sano y salvo, como cualquier otra persona.
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Náufragos [PAUSADA]
Teen FictionSiento como alguien me sacude, despertándome de mi sueño. Abro los ojos perezosamente y lo primero que veo son unas hermosas esferas azules mirándome con una expresión de pánico. - ¿Qué pasa? -Me incorporo inmediatamente, y todo el cansancio que se...