─ Pollito ¿estás despierto? ─ Una suave voz femenina, casi angelical, había despertado al varón de gran tamaño que yacía recostado y prácticamente escondido bajo una sábana, en su respectiva habitación.
Jasper se removió un poco entre las sábanas, solo sacando parte de su cabeza para poder observar a su madre, quien se asomaba ligeramente por la puerta, buscándolo.
─ Oh, no quise despertarte... ─ Se disculpó la mujer.
─ No, yo estaba.. ─ se frotó con ligereza el ojo derecho. ─ solo recostado. No me despertaste. ─ Mintió. ─ ¿Qué ocurre, mamá? ─
La mujer entró a la habitación a pasos pausados. ─ Recibí una llamada de la escuela hace poco, sé que has estado faltando a clases. ─ pausó. ─ ¿Qué ocurre, pollito? ─ preguntó la mujer, yendo a sentarse en el borde del colchón sobre el cual yacía el varón. Con delicadeza, esta posó su mano sobre la rubia cabellera de su hijo, brindándole dos o tres caricias leves con los dedos.
─ No pasa nada, sabes que tengo mucho trabajo, eso es todo. ─ Respondió él, tratando de esconder el rostro lleno de banditas bajo la sábana.
─ Te he dicho que no tienes la obligación de trabajar, Jas... todavía eres solo un pollito. ─ Sonrió la mujer, mientras seguía mimando al varón.
─ Soy casi un adulto, mamá... no me quedaré en casa sin hacer nada mientras tú haces todo el trabajo sola. ─ Gruñó con voz suave, mirando a su madre de reojo.
La mamá, cuyo nombre era Ana, soltó una suave risa ante la mirada de su hijo. ─ ¿Sabías que eres tú mi más grande orgullo? ─ murmuró la mujer.
Jasper permaneció en silencio, antes de desplazarse debajo de las sábanas por completo. Después de todo ¿cómo podría él ser el mayor orgullo de una mujer tan amable como ella?
─ No te escondas, te estoy hablando. ─ Y cuando Ana tiró de las sábanas para descubrirlo, pudo ver entonces el rostro, ligeramente enrojecido e hinchado y lleno de banditas, de su hijo. El semblante de la dama decayó.
Jasper desvió la mirada, frunciendo con ligereza el ceño.
─ Pollito... ya habíamos hablado sobre esto. No deseo que te sigas metiendo en esas peleas. ─ Decía la mujer con voz suavemente triste. ─ ¿Es por eso que no has ido a la escuela? Solo fuiste un día y te escabulliste. ─
─ Nadie me está molestando. ─ Pausó, mirando al suelo. ─ Intenté ser invisible, pero parece que es mi presencia la que incomoda a todos los demás. ─
Ana miró con tristeza a su hijo. Alcanzó con sus delicadas manos las grandes y toscas hábiles de Jasper, hasta agarrar su dedo índice y mirarlo a los ojos. ─ Tú eres el hombre más dulce que hay en esta ciudad de gente malviviente. No dejes que tu entorno te diga lo contrario. ─ aconsejó, antes de dejar un pequeño beso en la mejilla del rubio. Este lo recibió cerrando los ojos, para luego abrirlos y ver cómo su mamá salía de la habitación.
─ ... ─ El varón suspiró.
Se había saltado un par de días, pero si quería terminar sus estudios definitivamente tendría que estudiar y zafarse lo antes posible de aquella caótica escuela. Lo habían echado de tantos institutos, así que era aquella o viajar horas en carretera para obtener su diploma en unos años. Prefirió la primera opción, así que tan pronto como llegó el lunes, Jasper se presentó a la escuela.
Su imagen, como de costumbre era arisca y poco relajada, mas su rostro ya no presentaba manchas carmesí, hinchazones o hematomas. Solo alguna que otra bandita escondida bajo la mascarilla blanca que solía lucir. El hombre pasó de largo por los pasillos, y pese a que deseaba pasar desapercibido, era inevitable que no se llevara casi todas las miradas por los pasillos que andaba. Los murmuros no eran escasos, después de todo... era el matón que había peleado con Shelly y después desapareció hasta este día.
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Debí huir el día que la conocí
RomanceJasper es un tipo problemático, un ex matón que suele usar una mascarilla para ocultar un poco el rostro. Él entra a una vulgar escuela donde, pese a que planea pasar desapercibido, desde el primer día conoce a la popular y rica Shelly, quien le har...