17. Napalm.

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Pasaron unos dos o tres días en los que Diana no le dirigía la palabra a Jasper, y él tampoco tenía el valor de hablar con ella, por lo que el ambiente en la casa era tenso. Mientras tanto en la escuela, Shelly había comenzado a meterse un poco más con Jasper después de lo del incidente en el pequeño almacén de limpieza.

Si lo veía por algún salón, le sacaba el dedo medio y él le respondía de la misma forma. Incluso en una ocasión un profesor lo regañó por eso. Si ella lo veía en el comedor, le proporcionaba algún codazo o golpe disimulado, y después se escabullía con gracia frente a los demás. Incluso hubo el día en el que Jasper se hallaba andando solo por uno de los pasillos, cuando Shelly, Cal y Luis se hallaban andando detrás de él. Cuando la pelinegra se percató de que el que iba delante de ellos era él, sonrió con malicia, y se inclinó un poco hacia Luis para susurrarle: — Mira esto. —

Y se acercó sigilosamente, hasta que estuvo andando a un lado del menor. Este se dio cuenta pronto y la miró con coraje. — ¿Y ahora qué mierda quieres? Lárgate de mi vista. — Le dijo Jasper.

— ¿Porqué la hostilidad? ¿Fue porque te regañaron por mi culpa ayer? No sabes la alegría que me dio ver eso... — se burló ella.

Él, mirándola de reojo, maldijo en baja voz. — Estás colmándome la paciencia, mujer... —

— No, tú estás colmándome la mía. — Se alzó un poco, para murmurar en su oído de forma sensual y pausada. — Porque eres una tentación.. — Y con la mano derecha, le dio un agarrón de nalgas a Jasper. Un golpe sólido que resonó por el pasillo, a vista de los dos que iban detrás, y que acabó con un manoseo no pedido por el más alto.

El inesperado gesto hizo que la mandíbula de Cali cayera, y que Luis se echase a reír contra el hombro de Cal, para evitar que se notase su presencia.

Jasper, por otro lado, ante el golpe, se había sobresaltado enteramente, y el dolor en su glúteo fue seguido de una inesperada oleada de calor que recorrió su cuerpo de forma involuntaria. El tono de voz de la fémina no había ayudado en nada, así que en fracción de segundos, su rostro estaba rojo hasta las orejas. — Ma-Maldita... —Se giró bruscamente, buscando zafarse del agarre en su parte trasera, antes de empujarla lejos de él. — ¡No vuelvas a tocarme! —

Shelly se dejó empujar, sonriéndose satisfactoriamente por su hazaña, llevándose las manos contra el propio pecho. Cuando Jasper se hubo ido, Cal y Luis se acercaron a la pelinegra perplejos, aunque el varón, más divertido que otra cosa.

— ¡Estás loca, Shel, vas a hacer que te mate! — Se carcajeó de nuevo.

— Eso sonó doloroso, Shelly... creo que sí te pasaste. — Regañó Cal.

Pero la de ojos azules no oía nada, solo podía pensar en la expresión del más alto. — Es tan bonito... me dan ganas de comérmelo. —

Pero lo que esta consideraba como buenos momentos, volvían al pobre de Jasper un disparate. Mas en medio de todo eso, poco a poco se iba acostumbrando cada vez más a las inesperadas apariciones de la pelinegra en su día a día.

En casa, las cosas seguían tensas con Diana. Hasta que un día en la escuela...

— ¡Chicos! Tenemos un anuncio importante. Este fin de semana tendremos un evento escolar importante, un viaje grupal con fines de estudio al bosque de flamboyanes... ¡Irán con este servidor, la profesora de botánica y pueden invitar a una o dos personas si así lo desean. — Fue el anuncio oficial, antes de que los panfletos comenzaran a forrar las paredes de anuncios y los suelos.

Todos estaban emocionados, menos Jasper, quien detestó la idea profundamente y supo desde un inicio que no quería ir. Pero Shelly deseaba que él estuviera presente, porque sino: no disfrutaría como quería. Después de todo... estaba encaprichada con él.

Debí huir el día que la conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora