8. Una pequeña trampa.

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Aquel intranquilo lunes las clases parecieron fugaces para Jasper, quien ansiaba que llegara la hora de salida para poder dar comienzo a la golpiza que le había jurado al tal Alex.

Todos y cada uno de los pensamientos del rubio tenían como título inicial: después de que se acaben las clases. Ninguna palabra o frase nueva adornó las páginas de alguno de los cuadernos de Jasper aquel día pues, del coraje, no se había podido concentrar.

Un hombre como él, con unas "vibras" como las que cargaba el de ojos café aquel día, haría correr a muchos. Pero al tal Alex no, él sabía lo que tenía que hacer para ganarle a Jasper.

— Eso fue todo por hoy, muchachos. Y recuerden, fumar da cáncer. Si alguien les ofrece un cigarrillo, quítenselo y dénmelo a mí, yo me lo fumaré por ustedes ¿entendido? tengan buena noche. — Parloteaba el viejo profesor de Inglés, cuando Jasper se puso sobre sus pies al igual que el resto de estudiantes allí.

El alto varón anduvo a pasos presurosos por los pasillos de aquella escuela hasta llegar afuera. En ningún momento detuvo el paso ni se distrajo con nada. De hecho, llegó más que puntual al parque abandonado donde le había dicho a Alex que se encontraran para la pelea.

Estando allí solo, Jasper esperó alrededor de unos veinte minutos. Cuando se ponía el sol, apareció una sombra de una figura masculina bastante alta que se aproximaba.

Jasper permaneció en silencio. Tenía planeado ser rápido y directo, para hacerle llegar el mensaje que tanto quería a Alex: lo que pasaba cuando lo hacían enojar. Mas sus planes se vieron frustrados al ver cómo aparecía no una, sino dos, tres, cuatro sombras adicionales. Eran los del equipo de fútbol, compañeros de Alex.

— ¿Así de cobarde eres? — Le preguntó Jasper, sonriéndose. — Está bien, los mataré a todos si es necesario. — El alto joven se deshizo de la camisa, dejando a plena vista el marcado abdómen y los brazos que tanto había anhelado usar contra él.

— ¡El único cobarde aquí eres tú! — Le dijo Alex, apresurándose a ir contra él y proferirle un golpe en el rostro, mismo que Jasper alcanzó a esquivar con éxito, devolviéndole el favor a base de una patada sólida en la boca del estómago a Alex. Solo eso le fue necesario para dejarlo sin aliento durante un rato. Sin embargo, otro de los amigos que andaban con el jugador, se acercó hacia Jasper por la espalda. Este se giró, dispuesto a molerlo a golpes también, pero un tercero entró también al juego.

Jasper no dudó en arremeter contra el primero, sembrándole puñetazos en el rostro, casi como si su intención inicial fuese tatuarle los nudillos en la cara. Mas esto le fue interrumpido al Alex retirar, de quién sabe donde, una navaja que intentaría clavar en el abdomen de Jasper. Este logró hacerse para atrás a tiempo, pero el tercer tipo había conseguido sujetarlo por la espalda, con la ayuda del segundo que ya había sido golpeado.

Jasper forcejeaba con todo lo que tenía contra ambos, pero Alex se acercó para poner la filosa navaja en la parte superior del cuello de Jasper. Quien, al estar prácticamente inmóvil por los dos que forcejeaban contra él, solo le restó quedarse quieto durante escasos instantes, con los ojos puestos en Alex. Una mirada llena de ira, ni un ápice de miedo se veía reflejada en el rubio, pese a su peligrosa situación.

— ¿Crees que iba a perdonarte ese golpecito en que me diste en el comedor? Estás mal.. sé que todavía eres nuevo en esta escuela y necesitas a alguien más fuerte que Shelly para que te ponga bien en tu lugar. — Entonces le profirió una patada directa en el estómago a Jasper.

El varón soltó un quejido en el que perdió el aire, mas las siguientes patadas que recibiría a continuación, le empezarían a provocar un dolor punzante, sobretodo en la boca del estómago. El ardor se intensificaba con cada golpe, haciendo que el varón soltara cierta toz acompañada de saliva y color rojo que se esparcía, a manera de gotas, por el suelo.

Debí huir el día que la conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora