14. Como insecto atrapado en su red.

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Al día siguiente, Jasper se hallaba andando por uno de los pasillos escolares, cuando vio a Shelly venir en dirección contraria. Pero esta vez no huyó, sino que continuó andando. La pelinegra en cuanto lo notó, se plantó frente a él para evitar que siguiera caminando, y este así lo hizo, para evitar chocar con ella. Al frenar, elevó las cejas sutilmente, preguntándose qué tramaba la de ojos azules.

. — Dijo Shelly.

... — ¿Qué quieres? Quítate de mi maldito camino. —

— Estuve pensando... realmente nunca hablamos después de que nos besamos en el jardín. — Dijo ella.

El rostro del más alto cambió totalmente, siendo opacado su pálido tono de piel por un rubor que se extendió hasta su cuello. La forma tan directa de hablar de la de ojos azules a veces lo ponía de los nervios. Además, últimamente solo habían alcanzado para discutir, así que no habían tenido oportunidad de hablar, mas... venir de una forma tan directa era ciertamente inesperado para el alto varón.

— ¿Te dejé mudo? — Sonrió.

— ¡F-Fuiste tú la que se lanzó sobre mi, no me vengas con mierdas! — Y la esquivó, andando a pasos rápidos por el pasillo.

Shelly enseguida se volteó, yendo a agarrarlo de las ropas para impedir que huyera. — ¡Oye! Siempre corriendo... solo quiero decirte algo. —

Él no tuvo más remedio que frenar, mas no le dio la cara, estando todavía rojo de la vergüenza. — ¿Qué quieres? —

Ella se sonrió otra vez, aproximándose ligeramente, rodeándolo hasta quedar de pie frente al alto varón. — Te lo diría, pero estás demasiado alto... — señaló hacia arriba.

Jasper inhaló, tratando de calmarse un poco. Y entendiendo que la asiática deseaba que él se bajara un poco, así lo hizo él. Después de todo, había algún que otro estudiante paseándose por el lugar, por lo que era imposible que ella le robase otro de esos besos o hiciera algo peor... Cuando él se hubo inclinado lo suficiente, Shelly se acercó hasta su oreja sin mucho esfuerzo, solo para murmurar.

— Puedes decir que fui yo la que me lancé sobre ti todo lo que quieras, pero recuerdo muy bien cómo te rendiste tan fácil ante mis besos... dos veces. —

El susurro contra su oreja solo le envió un pequeño hormigueo por la nuca, antes de que el ruborizado y alto varón se echase hacia atrás en un movimiento brusco y torpe, siendo consumido por la repentina timidez que lo invadía ante el descaro de la delicada fémina que tan directamente lo miraba con aquella sonrisita.

T-Tú... — Tartamudeó él, luchando contra el desconocido impulso de cubrirse el rostro y huir. — ¡Tch! No... no vuelvas a hablarme. — Espetó, antes de marcharse.

Ella se quedó allí, humedeciéndose los propios labios mientras disfrutaba de la pequeña escenita. Era extraño cuánto amaba provocar ese tipo de reacciones en él, y sabía que mientras más lo hiciera, menos podría detenerse. No sabía cómo, pero necesitaba acercarse más a Jasper, encontrar la manera de pasar más tiempo con él... haría lo que fuera necesario.

¿No era inusual? Sus amigas disfrutaban del hecho de ser perseguidas por hombres guapos, pero ella estaba siendo consumida por el deseo constante, el anhelo de ir detrás del perro bravo de Jasper para molestarlo más y más, empujarlo hasta ver a dónde llegaría...

Por otro lado, Cal había estado tomando la costumbre de asistir más regularmente a la casa de Shelly desde la última vez que se quedó a dormir en su casa. Y es que conocer a su progenitor fue una experiencia demasiado agradable para ser real. De hecho, aquel fin de semana donde él tendría una reunión con sus amistades más cercanas, Cal se atrevió a aparecerse bien arreglada como la invitada de Shel. Y aunque esta última no se apareció, Cali disfrutó de la experiencia al mezclarse entre las demás señoritas y acabar por entablar una larga conversación con el señor Kendirck, el padre de Shelly.

Debí huir el día que la conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora