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Ya había pasado un día desde que Kai me dijo en el comedor lo de ser la "puta", como aquí lo llamaban, de Yeonjun.

Un día, en todo el día no tuve ningún tipo de contacto con el pelinegro, cuando él llegó yo ya estaba durmiendo y cuando desperté ya no estaba en la celda, así que no supe nada de él, no es como si me interesara saber tampoco. Mientras más alejado esté, mejor para mi.

Era de mañana, me había levantado temprano en la madrugada cuando oí el ruido de la celda ser abierta y vi como Yeonjun se iba a hacer algo de lo que yo no estaba enterado al parecer, así que aquí estaba, acostado mirando la litera de arriba desde la mía, realmente creí que ser convicto iba a ser más divertido, a este paso moriría de aburrimiento.

Al cabo de unos minutos la celda fue abierta y al mirar pensé que era el pelinegro, pero suspiré cuando me di cuenta que se trataba de un guardia, este simplemente entró y tomándome de mis cabellos tirando de estos me sacó de la litera y me tiró fuera de la celda sin cuidado haciendo que choque contra la pared del pasillo y golpeé mi hombro, haciendo que un sonido de queja salga de mis labios.

-¡Deja de quejarte y ve a las duchas, pedazo de mierda!- Me gritó, iba a objetar pero por primera vez pensé que sería mejor que no lo hiciera.

Así que solo suspiré y a paso de muerto fuí hasta las duchas, las cuales me había mostrado ayer el castaño, que también me explicó que tanto Yeonjun como Soobin tenían sus propias duchas personales y que estaban en muchas mejores condiciones que estas.

No había entrado aquí a bañarme nunca, y debía decir que desnudarme frente a todos estos hombres no me daba vergüenza, pero miedo sí, y mucho.

Al entrar la mayoría estaban desnudos, había hombres fuertes, llenos de tatuajes y con miradas de perversión, también había hombres debiluchos, delgados o de contextura pequeña, llenos de moretones o cortes, algunos de estos iban acompañados por uno de los hombres fuertes por detrás...pero los que no... giré mi mirada hacia otro lado.

Físicamente era un gusano desnutrido, y sabía que no duraría mucho aquí virgen, pero la esperanza es lo último que se pierde ¿Verdad?

Tragué duro y me dirigí hasta un banco alejado que había, solo esperaba que nadie me viera aquí y al menos podría tomar una ducha en paz.

Comencé a quitarme mi remera lentamente y con mis manos temblorosas, una vez la dejé sobre el banco bajé mis pantalones y también los dejé en el banco, otra vez tragué, solo tenía un bóxer así que no podía darme el lujo de mojarlo, debía sacármelo y desnudarme completamente, aún con mis manos temblando lo bajé lentamente dejando a la vista mis genitales.

Ya, ahora solo debía ir a las duchas, darme un baño rápido y volver a vestirme para ir a mi celda con mi virginidad intacta.

Comencé a caminar algo rápido hacia una celda cuando siento que me toman por atrás fuertemente impidiéndome movimiento alguno, mierda.

- Pero mírate nada más...- Dijo una voz gruesa y horrible a mi oído mientras comenzaba a masajear mis glúteos con sus grandes manos.

Apreté mi mandíbula, miré hacia todos lados pero nadie hacía nada, solo algunos débiles me miraban con lástima sin atreverse a intervenir.

-Déjame, idiota.- Objeté intentando parecer seguro de mis palabras, aunque por dentro era un manojo de nervios.

- Mmm...no me gusta tu boquita, voy a tener que castigarte, pequeño.- Habló en tono perverso y azotó mi trasero fuertemente sacando un quejido de dolor de mis labios, comenzó a separar mis nalgas al tiempo en que mordía mi cuello haciendo que una línea delgada de sangre bajé por mi pecho, este era mi fin.

-D-Dejame...- Hablé comenzando a temer por mi vida e intenté separarme pero él presionó más mi brazo dejando moretones en este.

Sentí como estaba por entrar en mi, como estaba a punto de violarme cuando una voz retumbó por todo el baño y pude ver la cara de un debilucho llenarse de miedo.

- ¡Thomas! ¿Que estás haciendo?- Habló la voz y pude reconocerla al instante, pero ¿Que hacía aquí? No había razón, él tenía su propio baño.

Noté como todos los convictos allí presentes comenzaron a irse o darse la vuelta por temor a sus vidas, mientras yo seguía dado vuelta de espaldas a el escenario que se estaba armando detrás mío, solo escuchando sin saber que iba a ser de mi.

- ¡Yeonjun!- Habló mi agresor riendo como un imbécil.- ¡Mira nada más lo que encontré! Recién llegado.- Dijo volviendo a reír acercándome a su asqueroso cuerpo y dándole otro azote a mi nalga que hizo que me vuelva a quejar, oí un casi inaudible gruñido de parte del pelinegro.

- Lo veo Thomas...lo veo. Pero...¿Sabes a quién pertenece lo que encontraste?- Preguntó y oí sus pasos acercándose al horrible hombre que aún no me soltaba.

- Eso no importa ¿Verdad? Puedo vencer a quien sea.- Dijo volviendo a reír idiotamente Thomas.

- ¿No importa?- Preguntó haciéndose el sorprendido Yeonjun pero en un tono enfadado.- Yo creo que sí importa solo piénsalo...¿Qué ocurriría si el dueño de lo que encontraste se enterara que quieres sacársela?

Me molestaba de sobremanera que me trataran como a un objeto, iba a quejarme, pero sabía que el pelinegro no se tragaría su orgullo y ya no me "ayudaría" si eso es lo que se supone que está haciendo ahora, claro, ni siquiera sabía que estaba haciendo aquí en primer lugar a decir verdad.

La mano de Thomas seguía apretando mi glúteo y comenzaba a doler demasiado, pero no lo soltaba a pesar de que intentara escapar, así que suspirando dejé de intentar escapar. -

Lo golpearía, claro.- Habló mi agresor haciéndose el fuerte. - Ya lo veo...bien, que lo disfrutes.- Finalizó Yeonjun y oí como sus pasos comenzaban a alejarse.

Yo simplemente no sabía qué mierda acababa de pasar, en un momento hasta llegué a creer que iba a defenderme, pero debía ser realista él jamás lo haría, además no tenía por qué protegerme de todas formas.

- Gracias jefe.- Saludó Thomas y volvió a su "trabajo" comenzando a separar mis piernas introduciendo e introduciendo solo la punta de su pene en mi entrada.

En ese momento comencé a apretar mi puño mientras intentaba safarme a toda costa, pero mi agresor era mucho más fuerte que yo y no podía, quería que todo fuera un sueño y dejar de estar aquí, hacia lo posible para escapar todo lo que podía.

Y allí, en ese momento, fue que recordé las palabras de Kai, no estaba seguro de la decisión que estaba a punto de tomar, era salir de un pozo para meterme en uno más profundo tal vez.

Pero mi destino ya estaba marcado, mientras más tiempo pudiera evitarlo sería mucho mejor.

Y esa fue la única razón por la que abrí mi boca y dije mis siguientes palabras, sentenciándome por segunda vez en lo que iba de la semana.

-¡Yo le pertenezco!- Grité sintiendo pena y vergüenza de mí mismo, de lo que estaba llegando a hacer.- ¡Yo le pertenezco a Yeonjun!

EL CONVICTO - YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora