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Aunque no lo conocía, sabía que él sería mi asesino y mi salvador. Muy a mi pesar tuve que separarme del beso por falta de aire, uní nuestras frentes mientras con mi mano acariciaba su nuca.

- Oye niño, no es como si no me hubiera gustado el beso o nada, pero aún quiero saber que te ocurre.- Dijo el pelinegro sin separarse ni un centímetro. Ladeé una sonrisa y volví a besarlo pero está vez cortamente.

- Luego te cuento, ahora por favor cierra la boca y fóllame. - Una sonrisa ladina se formó en los labios de Minho. Y tal y como lo pedí sucedió, ahora nos encontrábamos ambos acostados desnudos en mi antigua litera, su mano estaba en mi cintura acariciándola torpemente y la mía en su mejilla trazando líneas por toda su perfecta cara. Quería grabar su rostro en mi memoria para siempre, porque luego de que el abogado me dijera que había posibilidades de que me sacaran de la prisión, solo pensé en el hecho de separarme de él pelinegro, olvidar su cara, su voz, su cabello, su forma tan brusca y torpe de hacer las cosas, y jamás me perdonaría olvidarlo. Él era todo lo que yo tenía en el mundo, claro, estaban Kai y Heeseung, pero Yeonjun era ese alguien por el cual vives o por el cual te sientes vivo, fuera de estas cuatro paredes yo no tenía nada, absolutamente nada.

Y fue allí que recordé las palabras de aquel abogado, palabras que había logrado sacar de mi mente por al menos un segundo al estar con el pelinegro.

- Niño- Habló a lo que yo respondí con un "Mmm?" Mientras seguía acariciando su mejilla.

- ¿Me dirás que sucedió?- Preguntó mirándome a los ojos con los propios brillando. Tomé aire y dejé de acariciarlo, sabía que no podía ocultarle el hecho de que estaba mal, ni a él ni a nadie, era demasiado obvio. No quería arrastrarlo a mis problemas, pero tampoco iba a mentirle, me separé a penas unos centímetros y mirándolo a los ojos comencé a hablar, mientras él escuchaba atentamente.

- ¿Recuerdas la vez que vino mi madre de visita?- Asintió.- Aquella vez yo le dije que se fuera lejos, que comenzara una nueva vida olvidándose de mí, que tomara a mi hermano pequeño con ella y que comenzaran desde cero...- Lágrimas se formaban en mis ojos al tiempo en que relataba la historia.- Yo sabía que mi madre no volvería a casa tomaría sus cosas y se iría, sabía que le costaría más tiempo pero que al final su decisión iba a ser irse del país, por su bien y el de mi hermano.- Tomé aire.- Ayer luego de que Heeseung y tú pelearan en el pasillo, él se fué al comedor y yo estaba a punto de volver a la celda, cuando el mismo guardia que la otra vez llegó y me informó que tenía visita. Al comienzo creí que era mi madre y por un momento me molesté con ella por no haberse ido, pero luego al entrar se trataba de un señor en un traje, un abogado.- Dije y el pelinegro frenó sus caricias frunciendo el ceño.- El hombre me habló sobre un par de cosas.- El "par de cosas" era el hecho de que podía llegar a ser una posibilidad que salga de la prisión, pero no sé lo iba a decir, no por el momento.- y luego me dijo que- Mi voz se cortó, no salía, el hecho de decirlo en voz alta lo cambiaba todo, porque lo había oído miles de veces en mi cabeza pero ¿Decirlo? Eso era algo imposible, o era lo que creía hasta que Yeonjun notó mi miedo y dejó un beso en la comisura de mis labios posibilitandome seguir.- E-El dijo q-que mi m-madre y mi he-ermano...- Suspiré dejando caer lágrimas por mis mejillas.- q-que tuvieron un a-accidente automovilístico y ambos...ambos...ambos m-muerieron.- Y mi garganta se cerró, ya ni podía hablar, las lágrimas corrían y corrían por mis mejillas sin cesar, necesitaba sacarlo todo, realmente lo necesitaba.

Estaba roto, mi pecho ardía de dolor y mis ojos estaban tan hinchados como un globo. Y fue en ese momento en que el tiempo se detuvo, fuí envuelto en sus brazos y desde mi posición podía oír los latidos de su corazón, supe que jamás había oído algo tan hermoso como aquello, si su mirada tranquilizaba, su corazón mataba.

- Eres un niño fuerte...- Dijo acariciando mi espalda y besando mi cabeza.- Y los niños fuertes no lloran. Lo abracé con todas las fuerzas que tenía, sin poder soltarlo, sin querer soltarlo, oliendo su exquisito aroma, tocando su perfecta piel, escuchando sus rítmicos latidos. No había forma en que esto tuviera una imperfección, estaba tan lleno en estos momentos, como si aquel vacío que alguna vez sentí, jamás hubiera existido. - De todas formas no olvidaré el echo de que aquel idiota del Hison te estaba sosteniendo la mano.- Dijo en tono celoso lo que ocasionó que estallara en risas, algo que hasta el momento no sabía que necesitaba.

- Su nombre es Heeseung- Aclaré sonriendo y mirándolo, notando su cara de embobado hacía mi sonrisa.

- Ya verás cómo en unos días te olvidarás de su nombre y solo gritarás el mío- Dijo guiñandome un ojo a lo que yo me sonrojé.

- ¿Quién dijo que ya no grité el suyo?- Pregunté, mala idea, noté su semblante pasar de gracioso a completamente enojado.

- ¡Es broma!- Dije y lo besé.

- Más te vale, niño. - De todas maneras yo no hice nada con él, pero tú...- Hablé haciendo que recuerde cuando lo encontré en medio de...eso con aquel convicto.

- Pasado pisado presente al frente.- Dijo sonriendo inocentemente a lo que yo alcé una ceja y el besó mis labios en señal de disculpas.

- Ya ya ya, estás disculpado, pero solo por esta vez.- Lo señalé con un dedo.

- Créeme, niño, espero que no haya otra vez.- Dijo y volvió a besarme. Y así estuvimos toda la tarde, acostados acariciándonos, besándonos y bromeando, luego nos levantamos y limpiamos toda la celda haciendo que quede tan cálida como antes y ahora nos encontrábamos colocando la mesa de madera otra vez en su lugar.

Me senté en la litera exhausto de tanto "trabajar", viendo a Yeonjun con tan solo unos pantalones militares golpeando una bolsa de boxeo amarilla, nueva adquisición. Y en ese momento fruncí mi ceño, me di cuenta de que el pelinegro sabía casi todo sobre mi vida y sobre mi familia o amigos, pero yo no tenía ni siquiera idea si tenía padres, hermanos, o porque había entrado a esta prisión.

Sabía que se había convertido en el "rey" de la prisión por matar en una pelea casual en el baño a el antiguo jefe y a sus súbditos de tan solo 6 golpes, pero además de eso no tenía idea de cuál era su historia.

- ¿Yeonjun?- Dije y él detuvo sus movimientos mirando hacia mí.- ¿Tú tienes familia?- Noté cierta nostalgia en su rostro y vi como se sacaba sus guantes y se acercaba a mi sentándose a mi lado.

- ¿Por qué quieres saber eso, niño?- Preguntó mientras se quitaba las vendas.

- Es solo curiosidad, es que no se absolutamente nada sobre tu vida- Dije emcogiendome de hombros. El sonrió y dejó un beso en mis labios.

- Niño curioso.- Tomó aire y al tiempo en que se sacaba sus vendas habló.- Antes de llegar aquí, vivía junto a mi padre y mi hermana, mi padre era un drogadicto que terminó muriendo de eso, y mi hermana se fué de casa apenas cumplió los 20 dejándome solo con mi padre cuando yo solo tenía 13.- Dijo encogiéndose de hombros.- Mi vida no es tan interesante, niño.

- Para mí sí- Dije un poco sorprendido por la nueva información sobre la vida del pelinegro.- Dijiste antes de que llegaras aquí...y ¿Por qué estás en la prisión?- Pregunté y el palideció tan solo un poco.

- No creo que te interese saber porqué, niño.

- De verdad que me interesa- Dije sonriéndole. Suspiró.

- Está bien, te contaré porqué estoy aquí, solo si prometes no volver a hablar sobre eso jamás. Fruncí mi ceño pero luego asentí.

- Lo prometo. El asintió y comenzó a hablar.

EL CONVICTO - YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora