Hacía frío y yo seguía caminando por los pasillos de aquella prisión, recordando la primera vez que caminé por estos pasillos, recordado las palabras obscenas que me decían al pasar, recordé también el ruido del martillo impactar contra la madera y mi sentencia de estar encarcelado ser gritada, recordé aquella noche fría, casi como esta, en la que en mis manos yacía el cuerpo sin vida de mi mejor amigo, de mi hermano. Pero también recordé aquel primer día en la prisión, cuando cierto castaño me defendió ante Yeonjun y me dió palabras de aliento, recordé su emoción al enterarse que había despertado de estar 3 días dormido por culpa de mi compañero de celda, o cuando se desmayó al enterarse que Soobin se había acostado con otro, ese debilucho castaño era más fuerte que todos aquí, era inexplicable que un ser tan brillante como el este en una prisión tan apagada como esta.Y me derrumbé deslizándome por una pared y apoyando mi cabeza en esta. Toda mi esperanza se había ido por la borda, toda, muchas veces fuí traicionado pero solo dos marcaron importancia en mi vida: La vez en que los que se suponía que eran mis "amigos" me dejaron solo con Hwan a quien le habían disparado y la vez en que cierto pelinegro me ocultó que me habían violado.
Lo peor aún es que no estaba enojado, estaba vacío, completamente vacío por dentro, el frío impactada contra mi cuerpo fuertemente y se adentraba por todas partes, estaba tan vacío que ni lágrimas tenía para llorar, porque sabía que aunque volviera a mi celda ya no había vuelta atrás, lo había perdido, talvez a el amor de mi vida, porque sí, soy el único imbécil que se enamora de su compañero de celda, de celda, en una prisión.
-¿Estás bien?- Escuché una voz a mi costado y al mirar detenidamente noté que, sentado a mi lado, estaba Heeseung, este chico al parecer era mandado para protegerme de los malos momentos. Le dediqué una sonrisa falsa.
- Sí, solo discutí con Yeonjun, ya sabes cómo es él.
-No lo conoceré mucho, pero puedo decifrar que no es tan solo una tonta pelea, por tu cara y por el hecho que estás fuera de tu celda y muy lejos de esta.- Dijo dándome una de sus sonrisas. Fruncí mis labios reprimiendo las ganas de llorar y desahogarme en él.
- Me fuí de la celda y renuncié a ser la puta de él para siempre, lo siento pero no puedo decirte porque.- Dije haciendo una mueca a lo que él asintió.
- Si quieres puedes quedarte en mi celda, a mi compañero lo transfirieron a otra prisión.- Dijo encogiéndose de hombros. Me sorprendió su propuesta, pero no podía aceptarla.
- No lo creo, Heeseung, no quiero molestarte. Sonrío ampliamente.
- No me molestas tontito!- Yo fingí una sonrisa.
- Está bien, pero solo por esta noche, mañana conseguiré algún lugar. El asintió y me extendió su mano
- Es un trato. Estreché su mano y sonreí.- Trato.
Él se levantó y me ofreció su mano la cual tomé, ambos caminamos por los pasillos y llegamos a la celda que al parecer era de Heeseung, era bastante pequeña a comparación de la de Yeonjun y tenía dos literas y una mesita en el medio, no bolsa de boxeo, no pan fresco cada mañana, no latas de comida, no lavabo para mojar el cabello negro y dejar que gotas calleran por su cuerpo, nada de eso y tampoco ningún pelinegro que la decore.
- No es la gran cosa pero cre- Dijo al notar que me había quedado mirando pero simplemente me dí vuelta y lo corté.
- Es perfecta, gracias- Estaba mintiendo claramente, perfecto sería estar en mi litera con Yeonjun abrazándome como si todo estuviera bien. El sonrió y tomó una de sus dos almohadas y me dió una junto a una sábana.
- Si tienes frío pídeme otra sábana- Dijo sonriendo y se acostó en la litera de abajo. Subí hacía la litera de arriba sintiéndola extraña y me acosté tapándome con las sábanas, a pesar de tener muchas sábanas tenía frío, pero podía soportarlo.
ESTÁS LEYENDO
EL CONVICTO - YeonGyu
FanfictionChoi Beomgyu es condenado injustamente a quince años encerrado en una prisión de mala muerte, sabiendo que con su estructura física no duraría siquiera un día allí. En cada prisión hay un rey ¿No? Pues en esta era Choi Yeonjun, todos le temían y con...