34

582 55 2
                                    


Y me levanté por los rayos del sol que entraban desde la diminuta ventana, no quería salir de la cama, el día de La Final había llegado, y con él, el día de mI partida. Cuando le conté a Huening Kai sobre lo ocurrido no reaccionó tan sorprendido como creí, nadie me pidió que me quedara, que matara a alguien para seguir junto a ellos y eso dolió más de lo que esperaba.

El pelinegro por otra parte se mantuvo distante, claro que seguíamos bien, peleamos aquella noche pero luego de volver a correr a sus brazos todo se arregló y volvió a la normalidad. El hecho de que La Final esté cerca tampoco era tan beneficioso para mí relación con Yeonjun, ya que el pelinegro se mantenía en el gimnasio la mayor parte del tiempo. Nada había cambiado, todos estos días que habían pasado eran exactamente iguales a los de siempre, excepto por hoy, todo era más extraño hoy, mí último día en la prisión, mí último día despertando por culpa de el rayo de sol que entraba por aquella pequeña ventana, el último día durmiendo en mí litera, el último día despertando con olor a pan fresco, el último día con la mesa nueva, la bolsa de boxeo, los pasillos llenos de convictos enojados, el comedor y sus peleas, el último día junto a Kai, junto a Yeonjun, Yeonjun...

Tomé aire y limpié mí mejilla, al ser hoy La Final, no vería al pelinegro hasta esta noche. Me levanté y vistiéndome tomé el desayuno que había en la mesa, este estaba decorado con una pequeña flor arrancada del patio, sonreí por ese detalle.

Terminé de comer el desayuno y decidí ir a caminar por toda la prisión por última vez, junté mis cosas y comencé a caminar, los pasillos estaban llenos de convictos que iban de aquí para allá, muchos con semblantes de superioridad y otros vacíos y tristes, algunos iban solos, otros acompañados, algunos sonreían esperanzados por salir, otros estaban rendidos ante aquella idea.

Recordé la primera vez que caminé por estos mismos pasillos, era solo un niño asustado, a quien lo habían despojado de su vestimenta y caminaba siendo abusado con los comentarios de los demás que estaban allí. Seguí caminando y llegué al comedor. Ví la mesa que se encontraba en el centro, sola, limpia, en perfecto estado, sonreí tontamente al recordarme sentado allí y la reprimida que me había llevado por parte del pelinegro al ver que estaba en SU mesa. Pasé por la mesa en la que normalmente nos sentábamos con los demás y saludé a Heeseung y algunos chicos que se encontraban allí.

Caminé un poco más y llegué al patio, fui bajo aquel árbol en el que Yeonjun y sus seguidores siempre se sentaban ya que era lo único que daba sombra en aquel lugar, recordando la vez en que el pelinegro me permitió quedarme porque hacía mucho calor, sonreí.

Seguí hasta llegar al consultorio médico, algunas veces pasaba por allí y saludaba a los médicos y les ayudaba en lo que necesitaran. Entré y saludé a todos para luego ir a aquella sala en la que había estado muchas veces y todas eran por culpa de mis peleas con el pelinegro, recordé despertarme y verme en aquel pequeño espejo al otro lado de la habitación, miré la cama recordando al pelinegro en ella y me acosté en ella mirando la puerta y el ruido de utensilios caerse y el grito agudo de Kai al verme al fin despierto.

Recorrí un poco más y luego me fuí. Y fuí a mí última parada, el gimnasio, abrí las puertas empujandolas con mí cuerpo, estaba completamente vacío y me recordé entrado repetidas veces, fueron muchos flashbacks que vinieron a mí mente, besos apasionados, ruidos sordos de un golpe, una bolsa de boxeo ser golpeada, ojos llenos de pasión y lujuria. Caminé hacia aquella bolsa de boxeo y acaricié su cuero rojo, sonreí y sentí mi cintura ser atrapada entre unos fuertes y cálidos brazos y un beso ser plantado en mí mejilla.

- Buenos días, niño ¿Viniste a visitarme?- Preguntó la voz de aquel pelinegro que tantos suspiros logró sacarme en todo este tiempo. Sonreí dándome la vuelta y dejando un beso en sus labios.

EL CONVICTO - YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora