El ambiente en la casa de Jen estaba tenso. La luz del atardecer se filtraba por las ventanas, proyectando sombras alargadas sobre la mesa del comedor donde su padre, el señor Thompson, y el padre de Liam, el señor Bernard, discutían animadamente. Jen se sentía incómoda, sus dedos jugueteaban con el borde de su taza de té mientras miraba de reojo a Liam, que estaba sentado a su lado con una expresión seria.
-Es una oportunidad perfecta para unir nuestras familias, fortalecer nuestros lazos y asegurar el futuro de nuestros negocios -decía el señor Minal, su voz resonando con entusiasmo y determinación.
Liam cruzó los brazos, su rostro reflejando una mezcla de incomodidad y resistencia. Sus ojos se encontraron con los de Jen, quienes le devolvieron una mirada de apoyo y comprensión.
-Papá, no sé si estamos listos para algo así -dijo Liam con firmeza, aunque su voz traicionaba una pizca de nerviosismo.
El señor Minal se inclinó hacia adelante, sus manos apoyadas sobre la mesa. -Liam, entiendes que esto es una oportunidad única para ambas familias. Además, Jen es una joven maravillosa, y ustedes dos se conocen desde siempre. ¿No es eso suficiente?
Jen sintió cómo su corazón latía con fuerza. Aunque la idea de casarse con Liam no le parecía completamente absurda, no quería que su relación se viera forzada por los deseos de sus padres. La relación que tenían, aunque complicada por la reciente pelea y reconciliación, merecía ser explorada sin presiones externas.
-Miren, papá, señor Minal -comenzó Jen, tratando de mediar en la situación-, Liam y yo necesitamos tiempo para pensar en esto. No queremos tomar una decisión tan importante bajo presión. Nuestro vínculo es valioso y merece ser tratado con cuidado.
Liam asintió, agradecido por el apoyo de Jen. -Exactamente. Queremos que, si algún día decidimos dar ese paso, sea porque realmente lo deseamos y no porque se nos impone.
El señor Bernard suspiró, su expresión suavizándose un poco. -Entiendo, hijos. No queremos forzarlos, pero realmente creemos que sería beneficioso para todos. Tómense el tiempo que necesiten para pensarlo.
El señor Minal asintió también, aunque con cierta reticencia. -Esperamos que consideren seriamente lo que hemos dicho. Esta decisión no solo es personal, sino también una cuestión de futuro para nuestras familias.
Jen y Liam intercambiaron una mirada, ambos conscientes de la carga que sus padres intentaban colocar sobre ellos. Mientras se levantaban de la mesa, sabían que tenían mucho que discutir y decidir por su cuenta, lejos de las expectativas y presiones familiares. Caminando hacia la salida, Liam tomó la mano de Jen, apretándola suavemente en un gesto de apoyo mutuo.
Al otro día
Liam llegó a la casa de Jen con una carpeta de trabajos bajo el brazo. Habían quedado en revisar algunas tareas de las materias que compartían en la universidad, y aunque ambos estaban aún reflexionando sobre la conversación con sus padres, sabían que tenían que mantenerse al día con sus estudios.
Jen lo recibió con una sonrisa y lo invitó a pasar a su habitación para trabajar en un ambiente más tranquilo. La habitación de Jen estaba decorada con luces suaves y posters de sus bandas favoritas, creando una atmósfera cálida y acogedora.
Jen: Gracias por venir, amor -dijo Jen, acomodándose en el escritorio mientras Liam se sentaba en la cama, revisando los trabajos que había traído.
Liam: No hay problema, Jen. Necesitaba un descanso de mi casa de todos modos - respondió él, mirándola con una sonrisa que intentaba ocultar la tensión que ambos aún sentían.
Empezaron a revisar los apuntes y a discutir algunos temas de estudio. Sin embargo, a medida que avanzaban, la conversación se desvió hacia la reciente presión de sus padres y cómo eso les había afectado.