Capítulo XII

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Terry nadó rápidamente hacia ella, quitándose el respirador para sacar de su mochila un pequeño tanque y cambiarlo por el que traía la rubia, cuando Candy se recuperó por la falta de aire, le devolvió su respirador al castaño y comenzó a hacer lo mismo con el pequeño tanque que le proporcionó Terry.

Después de eso, emergieron ambos, tomados de la mano.

- ¿Estás bien? – cuestionó Terry al verla completamente pálida.

- Sí, sólo un poco temerosa, los nervios – trató de sonreír.

- Es normal, ¿cuánto te quedaba de aire? – preguntó preocupado.

- Unos minutos solamente – sonrió jalando más aire.

- Debemos ahorrar Candy, ahora sabes ¿qué hacer? -

- Si, salgamos de aquí y encontraremos una esfera, ahí está la siguiente pista.

En efecto, unos metros más adelante se encontraba una esfera, sostenida por un chorro de agua incesante, Candy tomó la mano de Terry y la colocó encima de la de ella, se dirigió hacia una pantalla y le pidió oprimir su mano al mismo tiempo que ella, ambas huellas dejaron que el agua cesara su flujo y Candy rápidamente tomo la esfera, dándole vuelta, después la sostuvo con ambas manos y le sopló, dejando ver unas letras, para después pedirle a Terry que hiciese lo mismo. Minutos más tarde la esfera tenía las indicaciones de hacia dónde dirigirse, volvió a colocar la esfera en un ducto circular y desapareció junto con el agua que antes la había sostenido en su lugar.

- Candy ¿cómo sabias que hacer? – se sorprendió al ver como el agua se llevaba la esfera.

- Sencillo, leí el contrato de nuestros abuelos, ¿tú no? – cuestionó mientras observaba el lugar.

- No, de hecho mi padre me dijo que tú sabrías qué hacer, supongo que tiene razón ¿no? – señaló él al darse cuenta de que debería de haber exigido la lectura del contrato.

- Bueno es natural de tu padre, prefiere que averigües todo por tu cuenta - comentó.

- ¿Qué quieres decir con eso? – preguntó curioso.

- Luego te lo explico, ve ahí esta nuestro equipo, ¿sabes escalar? – preguntó Candy.

- Hace mucho que no lo hago, no creo que sea difícil – informó observando el paredón que tenía enfrente.

- Pues te felicito, a ti te toca escalar por ese paredón mientras que a mí me toca caminar hasta la próxima ayuda – se lanzó rápidamente antes de que cuestionará el procedimiento.

- ¿Puedo escoger? – le gritó.

- No, esto es así, el más fuerte siempre hará las tareas que necesiten mayor fortaleza – sonrió volteándolo a ver.

- ¿Quién dice? ¿El contrato? - cuestionó el castaño.

- No, el papel que tiene la cuerda de seguridad, suerte, te veo del otro lado, por cierto busca el sonido del agua y no te pierdas – se perdió en la oscuridad de la cueva.

- Gracias que acomedida – susurró Terry.

- De nada, luego te veo, por cierto si encuentras tesoros levántalos pueden sernos de ayuda – nado contracorriente.

- ¿Cómo los identifico? – le informó.

- Bueno, en el contrato decía que los identificaras por nuestros emblemas, pero cuidado pueden ser trampas – le advirtió.

Un amor que no entiende de pasionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora