Capitulo XXIV

1 0 0
                                    

Para ésta lectura, necesitarán un abanico y un tempano de hielo. Si eres sensible a este tipo de lectura, se recomienda abstenerse.

Capítulo XXIV

Por lo visto la reina ya había anunciado su llegada ya que Dorothy estaba en la habitación de Candy tratando de despertarla.

- Señorita Candy, Candy despierta – le tocaba el brazo, zarandeándola.

- Cinco minutos – pidió ella.

- Bueno, entonces ya no entrarás a la junta con la reina – le advirtió sonriendo.

- ¿Qué has dicho? – gritó Candy al comprender que se quedarían fuera.

- Sí, que ya no entrarán a la biblioteca – repitió la castaña un tanto divertida.

- Terry levántate, tenemos que ducharnos. Dorothy alista mi ropa – ordenó la rubia haciendo que Terry saliera volando de su habitación a que se preparara.

Candy y Terry se alistaron en menos de quince minutos, era increíble tal rapidez, cuando llegaron al lobby Albert se quedó impresionado.

- Chicos, ¡qué rápidos! – exclamó Albert sonriendo.

- ¿Qué quieres decir Albert? Y ¿la reina? – preguntó Candy.

- Pues que fueron rápidos, la reina llegará en una hora más o menos – informó el rubio y ambos chicos miraron feamente a Dorothy.

- Lo siento, pero no me dejaste terminar de decirte las cosas... como siempre – sonrió y huyo de allí.

- Está bien, pasó algo cuando no estuvimos – alzó la ceja en son de sorpresa.

- No, nada – soltó el rubio.

- No quedo muy convencida, bueno vamos a comer algo porque estamos famélicos, permiso – tomó a Terry de la mano y lo jaló al comedor.

- Nos la hizo Dorothy ¿verdad? – le preguntó mientras la rodeaba por la cintura con el brazo.

- Ya me las pagará, ¿qué quieres comer, mi amor? – preguntó Candy, dándole un beso en la mejilla.

- A ti – respondió dándole un beso en el cuello.

- Terry, estás loco, me refería a la comida – lo alejó dándole un golpe en el hombro.

- Ah bueno, yo creo que fruta y algo ligero. Candy, sabes de que se tratará esto de la reunión con la reina – preguntó él mientras tomaba un par de huevos del tazón que Dorothy había dejado.

- Pues de la reliquia esa, aún hay cosas que no entiendo – soltó sin pensar.

Terry jaló la silla hacia atrás para que Candy se sentara, se pasaron el almuerzo entre risas y sonoros besos, hasta que fueron interrumpidos por Albert.

- Candy, temo interrumpir, pero la reina ya llegó y los necesito a todos en la puerta para recibirla, por cierto Albertito ya llegó también – se sonrió alegremente.

- ¿Qué hace aquí? – preguntó Terry irritado.

- Todos en la familia tenemos nuestra parte de acción – se mofó Albert del castaño.

- Pues ahora entiendo menos – comentó Candy.

- Lo entenderás todo después, espero. Vamos pues... - los apresuró.

Terry y Candy se levantaron dejando las servilletas sobre la mesa. Cuando llegaron a la puerta, todos se habían formado a los lados, incluso su padre y la tía abuela, frente a ella se encontraba Anthony, este al verla le sonrió y Terry sin darse cuenta le tomó la mano a su novia; Candy al sentirlo volteó a verlo y le sonrió, Anthony sólo miró hacia el suelo, aceptó al final que la había perdido.

Un amor que no entiende de pasionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora