Capítulo XXV

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- Mi amor se puede saber desde cuando estás aquí, te busqué en tu habitación y no te encontré – explicó Terry sonriendo ante la actitud de Candy, metida siempre entre papeles y con una pequeña lámpara encendida.

- ¡Hola! Quería terminar el diario, es hora de comenzar a leerlo – emitió esa idea sonriendo ante la mirada embelesada de su novio.

- Primero desayunemos – sugirió el castaño.

- Claro, no quiero estar oyendo a Albert regañándome, pero antes, toma encontré tu celular aquí – le dio el aparato y sonrió ante el olvido o lo que sea que pareciera.

- Cierto, gracias. Vamos – le tomó de la mano y le sonrió encaminándose hacia el comedor.

- Terry – lo llamó cuando sintió que la jalaba hacia él, posando una mano en su cadera y otra en su nuca.

- Sí, espera, ven primero, dame mi beso de buenos días – sugirió él besándola acaloradamente, terminando en su boca justo cuando ella se separó lentamente.

- Te gustó tu sorpresa de ayer – cuestionó ella rozando su barbilla para después darle pequeños besos a lo largo de ésta.

- Sí mi amor, me encantó, ahora espero que para la próxima vez amanezcas conmigo y no me abandones en la madrugada- sugirió él con tono coqueto.

- No podemos hacerlo aquí mi amor, así que a conformarse – recomendó ella deteniéndolo en la puerta del comedor.

- Conformarme, nunca. Ahora vamos a desayunar no quiero otro sustito como el de ayer – sugirió él suspirando.

Candy y Terry caminaron hasta el comedor siendo vistos por Margaret y Henry, los cuales extrañados se acercaron lo suficiente para poder escuchar lo que la joven pareja platicaba.

- Mi amor ¿qué quieres de comer? – cuestionó no sin antes ver toda la mesa llena de viandas.

- Mmm huevos con tocino, una taza de café, un poco de jugo, dos...mmm no tres panecillos de queso y algo de fruta – sugirió Candy riendo ante las muecas de su novio.

- No tienes hambre ¿verdad? – le preguntó con sarcasmo.

- Casi no – respondió ella sonriente.

- Ah vaya, pensaba que eras glotona, ahora lo confirmo – sonrió ante esa idea haciendo que su novia sacara la lengua.

- Terry deja de molestarme y pásame mi comida – le urgió rápidamente.

- Está bien honguito – se apresuró a poner lo que le había pedido.

- Sigues con eso – dijo molesta.

- Albert te puso así, no yo y mientras no te lo cambie seguirás siendo honguito – refirió el castaño.

- Me gustaba más pecosita – afirmó comiendo un poco de fruta.

- Ni modos, así se quedará – resolvió Terry.

Mientras del otro lado de la puerta

- ¿Se les ofrece algo señores Duff? – preguntó George tratando de averiguar que hacían en la puerta del comedor.

- ¡Ah George, no nos asustes así! – exclamó Margaret, al verse sorprendidos.

- Este si... queríamos desayunar, vimos pasar a unos chicos aquí, por lo visto los Grandchester ya llegaron a la mansión Andley – espetó ella sintiéndose ofendida.

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⏰ Última actualización: Aug 21 ⏰

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Un amor que no entiende de pasionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora