—¿Para qué me hiciste venir aquí? —le pregunté a Jung, mirándolo a los ojos.
La helada brisa que hacía aquí movía mi cabello, causándome escalofríos por la baja temperatura. Me abracé a mí mismo, haciendo todo lo posible para que mis dientes no temblaran. El gordo se dio cuenta y rió a carcajadas; no entendía qué le causaba tanta gracia. Él paró de reír y me dedicó una mirada de arriba a abajo, fijándose en mi abrigo. Torció una sonrisa, tramando algo.
—¿Qué? ¿Tienes frío? Si hace calor, Kang —inquirió, obviamente para burlarse.
El viento sopló más fuerte, chocando contra mi cara. Sentí cómo la temperatura iba bajando, provocando que tosiera un poco. Eso llamó la atención de Jung, quien se dio cuenta de mi sensibilidad ante ambientes como este.
—Pobrecito —fingió lástima, colocando una mano en su pecho—. ¿Sabes algo? Cuando era pequeño, mi madre aprovechaba estas épocas para darme un baño antes de que anocheciera. Creo que eso es exactamente lo que te hace falta a tí —dice, ganándose mucha confusión de mi parte.
Él les dedica una ojeada a sus supuestos "amigos", transmitiéndoles algo que no llegué a captar. Ellos, al entender, me miran por instinto, bajando a pasos rápidos los escalones de las gradas. ¿Qué pasaba?
Uno de ellos siguió descendiendo hasta llegar al césped, en donde se alejó tanto que escapó de mi vista. No entendía nada hasta que me dí la vuelta, logrando ver al tipo restante detenerse lo suficientemente cerca de mí como para sorprenderme con un puño impactando contra mi vientre. Sentí que se me desgarraba el abdomen, doliéndome cada órgano en sí. Me faltó la respiración.
Di unos pasos hacia atrás, provocando que casi cayera escalones abajo. Dije "casi" porque ese mismo chico sostuvo mi brazo para evitar la caída —la cual pudo haber sido mortal—. En el intento de tomar aire, él me agarró por el cabello y me puso boca abajo, aprovechándose de mi intenso dolor.
Escuché pasos acercarse y agua goteando desde algún lado. De repente,
esos sonidos acabaron, siendo sustituidos por un silencio sospechoso. Torcí la cabeza para poder ver qué pasaba detrás de mí, ganándome un puñetazo al instante. Ese chico me dejó prácticamente inconsciente; veía y oía, pero era como si no estuviera allí.Solo sentí cómo alguien colocaba sus manos en la terminación de mi abrigo, levantándolo sobre mis brazos y quitándome lo único que me había protegido del frío. No podía hacer nada, ni siquiera detenerlo; me sentía demasiado mareado. Ese alguien pasó a desbotonar mi camisa, dejándome únicamente con el pantalón escolar.
Tales chicos procedieron a burlarse de cómo yo temblaba, mientras tanto alcancé a ver a Jung frente a nosotros. Él les hizo una seña a sus cómplices, a lo qué ellos pararon de reír, haciéndole caso. El gordo bajó un par de escalones y se detuvo detrás de mí. ¿Qué iba a hacer?
La respuesta no tardó en llegar. Aquellos sonidos de agua goteando resultaron ser de un cubo cargado de agua helada, que se encargó de traer uno de los secuaces mientras el otro me golpeaba. Ese mismo cubo, Jung lo vació encima de mí. El agua tenía incluso cubitos de hielo, por lo cual causó que gimiera ante tan baja temperatura.
—¿Qué te pasa, niño bonito? ¿Sigues teniendo frío? —rió orgulloso Jung, realizando su anhelada venganza.
Hasta los dientes me tiritaban a causa del estado en el que me encontraba. Intenté abrazarme a mí mismo en busca de calor, simplemente ganándome una carcajada de parte de Jung y múltiples patadas en mis costillas. Los tres se pusieron a agrederme. Se reían, me pateaban, escuchaban mis gestos de dolor y seguían. Un hilo de sangre escapó de mi nariz; ya no podía más con esto. Casi sin darme cuenta, terminé inconsciente.
NARRADOR ANÓNIMO:
Tae, Eunu y Erick buscaban por todos los alrededores de la escuela a Kang, quien —según la confirmación que acababa de hacer Erick— no podía estar en una reunión del equipo de básquet ya que ellos se habían ido. El único que al menos tenía una idea de qué estaba pasando era él, pues había presensiado el primer día las amenazas de Jung hacia su amigo, la envidia que le corría por las venas actualmente y las fulminantes miradas que le dedicaba.
Imaginándose la escena, los tres se apresuraron en inspeccionar el territorio lo más pronto posible, pero sin encontrar señales de Kang. Se detuvieron a pensar en un lugar probable para tal agresión, dando así con la parte más escondida y lejana de la escuela: las gradas.
Llegaron corriendo, parando un segundo para respirar. Tae elevó la cabeza, observando el frente. Contempló a su hermano recibir fuertes patadas de parte de esos matones, hecho que le hizo hervir la sangre y apretar los puños, asesinándolos con la mirada. Sin aguantar más la ira, les gritó a todo pulmón:
—¡DEJEN A KANG, IDIOTAS!
Tras esto, ellos se detuvieron, quedando inmovilizados por un momento a causa del pánico. El pelirrojo subió rápidamente las escaleras, se acercó a Jung, lo tomó de los hombros desquiciado y le dio un cabezazo tan fuerte que le partió el tabique, empujándolo hacia atrás. El obeso se encogió, tapando la sangre que empezaba a brotar de su nariz y arrodillándose en el escalón.
La furia de Tae aún no se calmaba, no estaba conforme con un solo golpe. Así que le dio muchos más, cargados de cólera y sin la más mínima piedad. Los secuaces de Jung intentaron defenderlo atacando por detrás, a lo que Eunu reaccionó rápidamente y pateó a uno de ellos, dejando intimidado al otro.
—¡LLÉVATELO DE AQUÍ! —le ordena Tae a Erick, quien se estaba encargando de socorrer al peli negro desde que llegó. El mismo le hizo caso, esforzándose por cargar el peso de Kang en su espalda.
Al lograrlo, bajó las gradas con mucho cuidado y escapó de allí. Jung se defendió de los ataques de Tae beneficiándose de su masa corporal, la cual utilizó para arrojarse al suelo encima de él e intentar aplastarlo.
Eunu defendía a las espaldas del pelirrojo, recibiendo golpes de los dos cómplices a la vez. Gracias a sus entrenamientos diarios, le resultaba fácil moverse ágilmente, esquivando cada ataque de ambos oponentes. Aunque, para su total desgracia, le tomó desprevenido un puñetazo directo a la cara, el cual lo desorbitó por unos segundos.
Sus enemigos aprovecharon esa distracción para agarrarle las manos por detrás y pegarle varios golpes en el pecho y abdomen; haciéndole lo mismo que le hicieron a Kang. Tae se libró del agarre de Jung y se puso de pie para ayudar a su amigo, con la misma determinación con la que salvó a Kang.
Al poco rato, los tres matones se retiraron, sin más fuerzas para pelear. Hubiera sido una victoria si no fuera porque prácticamente todos salieron lastimados, pero el peor fue Kang, quien al menos ya estaba siendo tratado en casa.
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SOMOS UNO (#2SAGA: PRIMEROS AMORES)
Teen FictionKang acaba de desbloquear una nueva etapa en su vida: la preparatoria, un lugar en el que abunda el bullying, la violencia, el acoso y el desinterés. Él, tan reservado, tierno e inofensivo, se convierte en la víctima de Jung, el matón de la escuela...