🖤SOMOS UNO🖤 Capítulo 7

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NARRA KANG:

Abrí mis ojos después de una larga siesta, molestándome la luz. Examiné mis alrededores desde mi lugar, sin muchas fuerzas aún. Me dolía todo el cuerpo, principalmente la cintura y el abdomen, y me palpitaba la cabeza. No quería pensar en nada, así que intenté volver a dormir. Fallé. Me mantuve mirando a un punto fijo, sin nada que hacer. Mamá entró en la habitación con una bandeja de comida, sorprendiéndome despierto. Su sonrisa contagiosa hizo que sonriera yo también, transmitiéndome cierta felicidad.

—Cielo, aquí está tu desayuno —me dijo ella, dejando la bandeja sobre la mesita al lado de mi cama.

¿Cómo que desayuno? ¿Había amanecido ya? Lo último que recuerdo son las crueles patadas que me daban Jung y los demás. Me dediqué a probar el desayuno.

—Kang, —alcé la mirada hacia mi madre al hablarme— quiero que seas sincero conmigo, por favor. Dime, ¿por qué Erick te trajo a casa inconsciente?

Me puse nervioso, no sabía qué decir para no preocuparla. Aunque, pensándolo bien, ya la había preocupado demasiado con mi estado. Suspiré hondo y le conté; sin muchos detalles, claro. Ella no se notó sorprendida, todo lo contrario. Era como si ya hubiera imaginado lo que me había pasado, lo cual tampoco era muy difícil de adivinar. Al terminar de hablarle, mamá acarició mi mejilla suavemente, con una ligera sonrisa.

—Gracias por contarme. No sabes lo mucho que valoro tu confianza en mí.

Reí para mis adentros, disfrutando su amor maternal.

—Kang, —vuelve a hablarme, esta vez más seria y eliminando su sonrisa— ¿hiciste algo para que esos chicos te golpearan?

Pensé por un momento mi respuesta, pues ni siquiera yo la tenía clara, —No lo sé, mamá. Puede ser por muchas razones.

—¿Cómo cuáles, Kang?

Suspiré, —Quizás por el simple hecho de que ahora soy popular, por mis notas, por mi físico...

—¿Entonces te tienen envidia?

Asentí con la cabeza.

Me mantuve mirando al vacío, pensando en todo lo que pasó. Ella me abrazó con cuidado de no lastimar mis lesiones, alegrando mi corazón.

Escuché el sonido de la puerta abrirse, así que asomé mi cabeza examinando quién había entrado. Era papá, estaba vestido con su bata blanca de doctor y llevaba su maletín en la mano, estando listo para irse a trabajar. Él había conseguido muchos títulos de psiquiatría gracias a todo el esmero que le puso a su carrera, y ahora es uno de los profesionales en medicina más reconocidos de la ciudad por sus excelentes consultas y trato con los pacientes, sin mencionar que está ganando muchísimo gracias a que también es el dueño del hospital en el que trabaja.

Al vernos abrazados, él se unió a nosotros, teniendo el mismo cuidado que mi mamá. Los tres nos separamos, intercambiando miradas.

—¿Cómo te sientes, hijo? —me preguntó él, tocándome la frente.

—Mejor, papá —confesé, dándole un trago a mi taza de chocolate caliente.

—Uf, que bueno. Tu hermano llegó ayer casi en el mismo estado que tú, nos tenían preocupados.

¿Qué? ¿Tae había aparecido allí? Creo que no lo llegué a ver.

Después de curar mis moretones, mis padres salieron de mi habitación, dejándome descansar. Miré mi teléfono, fijándome en la hora. Eran las siete y cuarenta de la mañana, en estos momentos los demás debían estar en la escuela. Hice la contraseña y abrí mi célular, logrando ver siete mensajes de Su-Jin en la parte de arriba de la pantalla.

SOMOS UNO (#2SAGA: PRIMEROS AMORES) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora